miércoles, 27 de noviembre de 2013

Camino de Papel

Avisos para Caminantes


Recodos del Camino


Avisos para Caminantes



Desde el proximo dia 1 de Diciembre y hasta el 1 de Febrero el albergue de Beasain permanecera cerrado.


Retratos Peregrinos

Avisos para Caminantes




Este día 30, sábado, tendrá lugar en Andorra (Teruel) las XV Jornada Jacobea. Tendrá lugar en el salón de actos de la casa parroquial y contará con dos charlas sobre el Camino desde San Macario hasta Santiago y desde Montserrat a San Juan de la Peña. La Jornada terminará con una cena de hermandad.

Testimonios Peregrinos

"Diário do Peregrino de Santiago"
 Por Manuel Vázquez
Peregrinos se insurgem por não os deixarem entrar na Catedral de Santiago de mochila e bastão.. Se insurgem os padres por rirmos e festejarmos por fazer o caminho sem dores e sacrificio.. 
Reclama atenção o clero que Jesus por nós foi crucificado e por nós padeceu.. Mas, na Santa Missa se festeja a morte e a ressureição de Cristo.. 
Peregrino ao fazer o caminho como que morre e ressuscita, se renova e engrandece.. 
Alguns até ficam crentes, mas nos curas de sotaina, gordos e lustrosos que nos limitam o nosso sorriso e emoção, fraternidade e liberdade de nos mostar a Deus e não só ao Apóstolo Tiago.. o que somos, por dentro e por fora, o que sentimos e choramos também.. 
Ao chegar a Santiago apenas quero agradecer e pedir por todos e também por mim e por eles.. Se nem me deixarem entrar.. tentarei outra forma de orar, de agradecer e brindar ao chegar e ver... Com bastão, com mochila, de botas ou descalço, sorrio e digo.. te perdoo irmão, mas Deus, a Virgem, Jesus e mesmo os Apóstolos .. todos eles sabem quem terá mais razão.. eles, eu e vocês não... Entrarei na catedral nú, vestido, calçado, de mochila, de bastão de bengala e muleta, mas serei sempre eu peregrino e não vós que fizeram o caminho e chegaram...

Avisos para Caminantes



En el Monasterio de la Conversión (Sotillo de la Adrada - Ávila)

martes, 26 de noviembre de 2013

Testimonios Peregrinos

SANTIAGO SECUESTRADO, EL FIN DE UN MITO

La catedral de Santiago acaba de prohibir el acceso a la misma de peregrinos con mochila y bordón. Olvidan estos señores que los peregrinos cuelgan sus sueños de la mochila y abren paso a los mismos con el bordón. Olvidan también que la catedral no es de Cabildo alguno, ni de Archicofradía alguna, ni siquiera de arzobispo alguno, la catedral es de Santiago y sus  peregrinos, del último y más humilde de éstos. Los peregrinos ya tienen vedado el acceso al árbol de Jesé, a pie de Pórtico, donde rendidos tras el largo viaje depositaban su mano abierta y sus sentimientos, eso ya es recuerdo, polvo del Camino. Pero olvidan, sobre todo, estos ensotanados señores su propia historia. La catedral se hizo por y para los peregrinos, no para ellos, ellos son simples guardianes, “custodios” de una tumba al final de todos los caminos de occidente, porteros sin chuzo pero con sotana, porteros  burócratas, espesos y municipales, porteros “desalmados”, sin alma alguna. Y el propio templo es ejemplo de libro de un santuario específico de peregrinación. Allí dormían los peregrinos, comían, cantaban por naciones, asesinaban pòr un lugar ante el Apóstol (fue menester volver a consagrar varias veces el templo por estos derramamientos de sangre), rezaban, no abandonaban a su Apóstol tras centenares o miles de kilómetros de polvo, sudor, calamidades, miedo y fe, fe infinita. Los testimonios son abrumadores. Los narradores de la peregrinación del gran príncipe Cosimo dei Medici relataban, asombrados, como los peregrinos abrazaban con emoción a Santiago para tocarlo a continuación con su propio sombrero, y así aparecía el Apótol tocado ora de tirolés, luego de borgoñón, más tarde de baturro... siempre con la sonrisa bondadosa de complicidad con sus peregrinos. Pero todo eso es ya pasado.

 Cuando se produjo el glorioso renacimiento de las peregrinaciones jacobeas, en los años ochenta del pasado siglo, la participación de la catedral de Santiago  fue nula, no se enteraron de nada,  todo se les fue en arquear el entrecejo cuando vieron entrar en Compostela, cubiertos de polvo y flores,  a los nuevos peregrinos de un Camino renacido, para rápidamente  instaurar burocracias, hacer pucheros y ponerle puertas al Campo mientras los peregrinos  les llevaban noticias de los amaneceres de Estella, de los atardeceres junto a la Cruz de Ferro, del lecho de paja en la humilde palloza de O Cebreiro y de extrañas señales de reconocimiento en formas de flechas amarillas. Se les vimo encima, ni lo esperaban ni mucho menos esperaban a los peregrinos de un Camino renacido. Todo su empeño se fue en blindar la meta, ignorando en absoluto el Camino y, mucho más aún, ignorando también  que por él se estaba acercando a Santiago lo mejor de la nueva Europa. Además de amargarle la vida al gran Elías Valiña instauraron un recibimiento gélido, inquisitorial y burocrático a los peregrinos de ese Camino renacido.

El peregrino, y con él el Camino, se mueve por mitos,  parece vivir en un periodo liminal, sumergido en una burbuja y ajeno a casi todo, durante un viaje donde ritos y símbolos cobran una importancia fundamental. Ritos, mitos y símbolos del pasado que han hecho suyos (como la bendición del peregrinos en Roncesvalles,  lo de poner sus manos en el árbol de Jesé antes de que secuestraran el Pórtico de la Gloria, o arrojar su piedra en la Cruz de Ferro) e incluso ritos del presente, nacidos con el propio renacimiento actual de las peregrinaciones, como la intensa línea de monjois creados en diversos puntos del Camino, las ceremonias de purificación de las ropas  por el fuego y los baños rituales  en el Finisterre, e incluso asistir a las queimadas evocadoras del bueno de Jesús Jato en Villafranca. 

 El carácter flexible de todo lo ritual que preside el Camino  permite no sólo que viejos elementos sean completados con nuevos contenidos sino que otros elementos innovadores puedan ser incluidos sin ningún problema. La peregrinación se va convirtiendo así en una vía de escape, un viaje a Ítaca pasando por Esparta,  donde cada persona puede poner entre interrogantes su propia vida confundido e igualado entre otros semejantes que viven parecidas preocupaciones acompañados de su propia sombra, a veces la única compañía de sol a sol. Todo invita a sumirse en un estado de reflexión imposible en las duras condiciones de vida y trabajo en las grandes ciudades, en un mundo dominado por las prisas y el estrés,  hasta el punto de que  para muchos la peregrinación supone una auténtica catarsis. El Camino proporciona algo muy difícil de conseguir en nuestros días, el distanciamiento, distanciamiento de la familia, de las propias responsabilidades, de la propia vida cotidiana y de la sociedad a la que se pertenece. 

El ecumenismo del Camino, su multiculturalidad, la convivencia diaria y en condiciones extraordinarias con gentes de los más diversos países, razas, creencias e idiomas,  en unas condiciones de paz, serenidad y reflexión,  produce además un alimento cotidiano y un cúmulo de experiencias  imposible de conseguir ya en otros sitios. El individuo, catalogado, clasificado y alienado por la sociedad que le ha tocado vivir, vuelve a reconocerse como  persona, reconoce y tal vez se reconforta en una espiritualidad que sólo era ya una luz mortecina, recupera su albedrío, se reconcentra, piensa en ese viejo amigo que tal vez dejó en la infancia ya lejana, es decir, vuelve a reencontrarse consigo mismo tras una larga travesía. De ahí lo difícil que se le hace al peregrino salir de la burbuja una vez terminado el Camino, y de ahí el enorme predicamento del Camino en si como itinerario sagrado que defienden sus mejores valedores, es decir, los propios peregrinos.

Efectivamente,  peregrino viaja en una burbuja de difícil acceso, donde todo es posible, pero burbuja al fin y al cabo, sólo accesible para sus conmilitones, el peregrino jamás canta su canción salvo al que con él va, raramente se abre fuera del momento mágico que está viviendo, fuera de su Camino. Y esto es algo fácil de percibir para cualquiera que, desde fuera, se acerque a un peregrino en Camino. El rastro en los libros de peregrinos hace resaltar, poderosamente, la función simbólica del propio itinerario.

Y, caminando con ellos,  está “el espíritu de Santiago”, algo indefinible que poco tiene que ver con reliquia alguna en una tumba y si con una serie de valores asumidos por todos: espiritualidad no restrictiva y en sentido amplio, solidaridad, humildad ante la naturaleza y el espacio sagrado (“el Camino”) que se está pisando, búsqueda, aventura y libertad en un gran Camino para andar. Esos valores conforman “el espíritu de Santiago” y son los que producen el auténtico “milagro del Camino” y que hacen que en el mismo se encuentren perfectamente a gusto un budista, un católico, un agnóstico o un seguidor del gran Manitú... “la puerta se abre a todos”. Y la propia Compostela, por lo mismo, nada tienen que ver con Fátima, Lourdes, Roma o el frío ataúd de piedra en que quieren convertir la catedral de Santiago

Ese espíritu de Santiago, ese “Santiago” querido por todos es el que están intentando secuestrar estos personajes, despojándolo de todo contacto real con sus peregrinos. Posiblemente la catedral de las grandes peregrinaciones quede un frío contenedor para guiris con pamelona y guías turísticos, en ello va todo el empeño de esa gavilla, los peregrinos son bultos sospechosos, ahora les quitan mochila y bordón, pronto intentarán despojarles del alma. Pero algún día el Santiago de los peregrinos soltará las amarras y el contenedor de piedra  donde le mantienen secuestrado  y la emprenderá a bordonazos en el lomo con todos estos ignorantes “des-almados”. Ese día repicarán todas las campanas desde Roncesvalles al Obradoiro. QUITEN SUS MANOS DE GARDUÑA DEL ESPÍRITU DE SANTIGO.

(Foto Manuel G. Vicente)
 
SANTIAGO SECUESTRADO, EL FIN DE UN MITO 
 
Por José de la Riera
 
La catedral de Santiago acaba de prohibir el acceso a la misma de peregrinos con mochila y bordón. Olvidan estos señores que los peregrinos cuelgan sus sueños de la mochila y abren paso a los mismos con el bordón. Olvidan también que la catedral no es de Cabildo alguno, ni de Archicofradía alguna, ni siquiera de arzobispo alguno, la catedral es de Santiago y sus peregrinos, del último y más humilde de éstos. Los peregrinos ya tienen vedado el acceso al árbol de Jesé, a pie de Pórtico, donde rendidos tras el largo viaje depositaban su mano abierta y sus sentimientos, eso ya es recuerdo, polvo del Camino. Pero olvidan, sobre todo, estos ensotanados señores su propia historia. La catedral se hizo por y para los peregrinos, no para ellos, ellos son simples guardianes, “custodios” de una tumba al final de todos los caminos de occidente, porteros sin chuzo pero con sotana, porteros burócratas, espesos y municipales, porteros “desalmados”, sin alma alguna. Y el propio templo es ejemplo de libro de un santuario específico de peregrinación. Allí dormían los peregrinos, comían, cantaban por naciones, asesinaban pòr un lugar ante el Apóstol (fue menester volver a consagrar varias veces el templo por estos derramamientos de sangre), rezaban, no abandonaban a su Apóstol tras centenares o miles de kilómetros de polvo, sudor, calamidades, miedo y fe, fe infinita. Los testimonios son abrumadores. Los narradores de la peregrinación del gran príncipe Cosimo dei Medici relataban, asombrados, como los peregrinos abrazaban con emoción a Santiago para tocarlo a continuación con su propio sombrero, y así aparecía el Apótol tocado ora de tirolés, luego de borgoñón, más tarde de baturro... siempre con la sonrisa bondadosa de complicidad con sus peregrinos. Pero todo eso es ya pasado. Cuando se produjo el glorioso renacimiento de las peregrinaciones jacobeas, en los años ochenta del pasado siglo, la participación de la catedral de Santiago fue nula, no se enteraron de nada, todo se les fue en arquear el entrecejo cuando vieron entrar en Compostela, cubiertos de polvo y flores, a los nuevos peregrinos de un Camino renacido, para rápidamente instaurar burocracias, hacer pucheros y ponerle puertas al Campo mientras los peregrinos les llevaban noticias de los amaneceres de Estella, de los atardeceres junto a la Cruz de Ferro, del lecho de paja en la humilde palloza de O Cebreiro y de extrañas señales de reconocimiento en formas de flechas amarillas. Se les vimo encima, ni lo esperaban ni mucho menos esperaban a los peregrinos de un Camino renacido. Todo su empeño se fue en blindar la meta, ignorando en absoluto el Camino y, mucho más aún, ignorando también que por él se estaba acercando a Santiago lo mejor de la nueva Europa. Además de amargarle la vida al gran Elías Valiña instauraron un recibimiento gélido, inquisitorial y burocrático a los peregrinos de ese Camino renacido. El peregrino, y con él el Camino, se mueve por mitos, parece vivir en un periodo liminal, sumergido en una burbuja y ajeno a casi todo, durante un viaje donde ritos y símbolos cobran una importancia fundamental. Ritos, mitos y símbolos del pasado que han hecho suyos (como la bendición del peregrinos en Roncesvalles, lo de poner sus manos en el árbol de Jesé antes de que secuestraran el Pórtico de la Gloria, o arrojar su piedra en la Cruz de Ferro) e incluso ritos del presente, nacidos con el propio renacimiento actual de las peregrinaciones, como la intensa línea de monjois creados en diversos puntos del Camino, las ceremonias de purificación de las ropas por el fuego y los baños rituales en el Finisterre, e incluso asistir a las queimadas evocadoras del bueno de Jesús Jato en Villafranca. El carácter flexible de todo lo ritual que preside el Camino permite no sólo que viejos elementos sean completados con nuevos contenidos sino que otros elementos innovadores puedan ser incluidos sin ningún problema. La peregrinación se va convirtiendo así en una vía de escape, un viaje a Ítaca pasando por Esparta, donde cada persona puede poner entre interrogantes su propia vida confundido e igualado entre otros semejantes que viven parecidas preocupaciones acompañados de su propia sombra, a veces la única compañía de sol a sol. Todo invita a sumirse en un estado de reflexión imposible en las duras condiciones de vida y trabajo en las grandes ciudades, en un mundo dominado por las prisas y el estrés, hasta el punto de que para muchos la peregrinación supone una auténtica catarsis. El Camino proporciona algo muy difícil de conseguir en nuestros días, el distanciamiento, distanciamiento de la familia, de las propias responsabilidades, de la propia vida cotidiana y de la sociedad a la que se pertenece. El ecumenismo del Camino, su multiculturalidad, la convivencia diaria y en condiciones extraordinarias con gentes de los más diversos países, razas, creencias e idiomas, en unas condiciones de paz, serenidad y reflexión, produce además un alimento cotidiano y un cúmulo de experiencias imposible de conseguir ya en otros sitios. El individuo, catalogado, clasificado y alienado por la sociedad que le ha tocado vivir, vuelve a reconocerse como persona, reconoce y tal vez se reconforta en una espiritualidad que sólo era ya una luz mortecina, recupera su albedrío, se reconcentra, piensa en ese viejo amigo que tal vez dejó en la infancia ya lejana, es decir, vuelve a reencontrarse consigo mismo tras una larga travesía. De ahí lo difícil que se le hace al peregrino salir de la burbuja una vez terminado el Camino, y de ahí el enorme predicamento del Camino en si como itinerario sagrado que defienden sus mejores valedores, es decir, los propios peregrinos. Efectivamente, peregrino viaja en una burbuja de difícil acceso, donde todo es posible, pero burbuja al fin y al cabo, sólo accesible para sus conmilitones, el peregrino jamás canta su canción salvo al que con él va, raramente se abre fuera del momento mágico que está viviendo, fuera de su Camino. Y esto es algo fácil de percibir para cualquiera que, desde fuera, se acerque a un peregrino en Camino. El rastro en los libros de peregrinos hace resaltar, poderosamente, la función simbólica del propio itinerario. Y, caminando con ellos, está “el espíritu de Santiago”, algo indefinible que poco tiene que ver con reliquia alguna en una tumba y si con una serie de valores asumidos por todos: espiritualidad no restrictiva y en sentido amplio, solidaridad, humildad ante la naturaleza y el espacio sagrado (“el Camino”) que se está pisando, búsqueda, aventura y libertad en un gran Camino para andar. Esos valores conforman “el espíritu de Santiago” y son los que producen el auténtico “milagro del Camino” y que hacen que en el mismo se encuentren perfectamente a gusto un budista, un católico, un agnóstico o un seguidor del gran Manitú... “la puerta se abre a todos”. Y la propia Compostela, por lo mismo, nada tienen que ver con Fátima, Lourdes, Roma o el frío ataúd de piedra en que quieren convertir la catedral de Santiago Ese espíritu de Santiago, ese “Santiago” querido por todos es el que están intentando secuestrar estos personajes, despojándolo de todo contacto real con sus peregrinos. Posiblemente la catedral de las grandes peregrinaciones quede un frío contenedor para guiris con pamelona y guías turísticos, en ello va todo el empeño de esa gavilla, los peregrinos son bultos sospechosos, ahora les quitan mochila y bordón, pronto intentarán despojarles del alma. Pero algún día el Santiago de los peregrinos soltará las amarras y el contenedor de piedra donde le mantienen secuestrado y la emprenderá a bordonazos en el lomo con todos estos ignorantes “des-almados”. Ese día repicarán todas las campanas desde Roncesvalles al Obradoiro. 
QUITEN SUS MANOS DE GARDUÑA DEL ESPÍRITU DE SANTIGO.
 (Foto Manuel G. Vicente)

Avisos para Caminantes


viernes, 1 de noviembre de 2013

Retratos Peregrinos

Reflexiones peregrinas

Noticias del Camino



Ésta es la nueva credencial del Arzobispado de Santiago. En ella está impreso el donativo o precio de 1,50 € por ella. Trae 48 casillas para los sellos e indica que hay que sellar al menos 2 veces al día, con lo que os valdrá para 24 días de Camino. Quizá no la han diseñado demasiado bien poque se queda corta para la mayor parte de las rutas.

Todos los Caminhos llevan a Santiago

Recodos del Camino



Atardecer en el santurario da Virxe da Barca, en Muxía

Avisos para Caminantes


Salud del Peregrino


10 maneiras de evitar bolhas e pés doloridos

Muitos não dão aos pés a importância que eles merecem. Em primeiro lugar, não somos nada sem nossos pés. Sem eles não tem caminhada, não tem mochilada, não tem visual.
bolha nos pés, pesadelo de qualquer viajante Uma das coisas mais importantes para uma caminhada tranquila e prazeiroza é fazer com que seus pés estejam bem, proporcionando um excelente passeio.
Eu tenho pés muito sensíveis e as bolhas me perseguem sempre que faço uma caminhada mais longa. Já tive que percorrer longas distâncias com bolhas incômodas e doloridas que me atormentaram durante e após a caminhada. Depois de muito pesquisar, resolvi dividir esse conhecimento com vocês. Afinal, pés saudáveis não encontram limites!
Algumas dicas para você aproveitar melhor sua viagem/caminhada e retornar dela com os pés saudáveis:

1) Cuidar bem dos seus pés nas vésperas é essencial
Não force seus pés com sapatos apertados e posições desconfortáveis no trabalho. Nas vésperas de sua caminhada, planeje bem para que seus pés estejam intactos e relaxados no dia da partida. Antes de sair de casa, certifique-se de que seus pés estejam limpos e bem acomodados na sua bota/tênis.
2) Invista numa bota/tênis confortável e de qualidade
Dependendo do terreno, é necessário que você utilize calçados de solado mais firme, para que seus pés não fiquem se entortando pelo caminho quando você pisar em pedras, raízes e buracos. Se isso acontecer, é provável que você se canse muito mais rápido e não aprecie o passeio como poderia. Os solados firmes evitam também as torções, dores nas costas e pernas.
3) Botas impermeáves, mas respiráveis
Mais uma observação importante na hora de comprar a sua bota é certificar-se de que ela “respira”. Você precisa fazer o dever de casa e se informar se os modelos disponíveis ou os que você deseja são realmente respiráveis. Para isso, conte com a experiência de aventureiros mais experientes que você. Pesquise em fóruns, blogs e sites de opinião sobre os modelos que estão na sua pauta. Se o calçado não deixar seus pés respirarem, você vai ganhar bolhas e muito desconforto. Afinal, a umidade precisa sair. Os modelos atuais comumente utilizam a tecnologia Gore Tex que não deixa a umidade entrar, mas a deixa sair.
4) Cuidado com o tamanho do calçado
Seu calçado deve estar confortável. Isso significa que ele não pode estar justo e nem largo demais. Quando for comprar seu calçado para caminhada, leve em consideração as descidas, ocasião onde os pés são forçados para a frente. Considere também que, com o esforço, nossos pés tendem a inchar um pouco, levando o que está apertado a ficar arrochado. Mas não caia no erro de comprar um número maior. Experimente o calçado e avalie. O ideal é que seus dedos não fiquem colados no bico do calçado, evitando que você ganhe de presente algumas unhas roxas, dedos doloridos e bolhas quando for fazer descidas.
5) Amarração
Parece coisa boba, mas a amarração faz uma diferença muito grande na hora de evitar bolhas. É importante que seu tornozelo fique bem firme na parte de trás do calçado, evitando que escorregue para frente entrando em atrito em diversas partes do seu pé. Existem diversas maneiras diferentes de amarrar seu calçado. Veja qual a melhor para o seu caso e faça-a bem firme.
6) Evite meias de algodão
As meias de algodão encharcam facilmente e seguram a umidade. Com as meias úmidas, a pele amolece e permite que a fricção cause bolhas. Então, meia de algodão para caminhadas, nem pensar!
Você não quer meias que tenham sequer 1% de algodão. Veja aqui nosso post sobre meias para evitar bolhas e pés cansados.
7) Abuse das meias de lã ou tecido sintético
São as melhores. Existe atualmente uma ampla variedade de meias para todos os gostos e bolsos. Minha sugestão são as de lã merino. Elas são confortáveis, absorvem rapidamente o suor e o expelem com mais facilidade do que o algodão e alguns outros tecidos. Geralmente são meias importadas e o custo x benefício delas é excelente. Sua durabilidade é maior e são projetadas especificamente para trazer conforto aos aventureiros caminhantes. Os fabricantes nacionais comumente colocam algodão na fórmula, o que já vimos que não é legal. Até mesmo no verão, essas meias são uma boa pedida. É só você verificar na hora da compra a grossura da meia. Costumam ser classificadas como light hiker, heavy trekker, duplas, triplas e por aí vai. O fabricante também costuma indicar o tipo de uso que mais cabe àquela meia. Pesquise bem, as opções são muitas.
8) Liners – quando usá-los
Os liners desempenham um papel de grande importância para o pessoal que faz caminhadas mais longas e com meias mais “pesadas”. Muitas vezes as meias mais grossas irritam, ou “lixam” os pés dos montanhistas pela sua constituição. Para resolver esse problema, existem os liners, que são meias bem finas e de material que permite a evaporação muito rápida. Evitam o contato da pele com meias mais ásperas e facilitam a transpiração, expelindo a umidade para a segunda meia. É comum você tirar a bota e verificar que seu liner está seco e sua meia, molhada.
9) Esparadrapos como prevenção
Se você possui pés muito sensíveis ou pontos de fricção já conhecidos nos seus pés, tente isolá-los com pedaços de esparadrapo. Mas cuidado para não deixar que o exparadrapo embole ou faça um recorte em cima de um ponto de fricção. Se não, seu pesadelo será muito pior. Se você já tiver uma bolha, não use esse método pois quando extrair o esparadrapo, a pele solta virá junto, abrindo uma ferida.
10) Pomadas e vaselina
Algumas pessoas fazem uso de pomadas ou vaselina para evitar os pontos de atrito. Eu particularmente não gosto, mas é uma opção se você quizer fazer o teste. Mas cuidado para não lambusar os pés, pois o resultado é desastroso. Seus pés ficarão sambando dentro do calçado, criando cada vez mais problemas. Passe um pouco somente nos locais de maior atrito. Esse métdodo é mais usado por pessoas que têm bolhas entre os dedos e em locais onde o esparadrapo não cola bem.
Se a bolha aparecer, calma!
Se mesmo com todas essas dicas, as bolhas apareceram e ameaçam transformar seu passeio em um pesadelo, calma. Vamos ver algumas coisas que você pode fazer para minimizar o problema:
- Não estoure a bolha de qualqer maneira. O ideal é que você tenha agulha fina esterilizada ou esterilize-a na hora, furando a bolha e costurando-a com uma linha, também fina, para que a pele não cole e se encha de fluido novamente.
- Jamais tire a pele solta. Você criará uma ferida extremamente dolorida e com maior risco de contaminação.
- As pomadas ajudam na cicatrização mas não curam de um minuto para outro. Então, em alguns casos, é melhor voltar antes da hora do que sofrer por dias a fio.
- Se voltar não for uma opção, coloque um pequeno pedaço de gaze exatamente em cima de onde a bolha se formou e isole tudo com um pedaço grande de esparadrapo. Certifique-se de que o esparadrapo não vai soltar no local de fricção e que não haja costuras e dobras nele. Isole uma área bem maior do que a área da bolha.
- Se a bolha estiver suja de lama ou algo semelhante, desinfete-a antes de fazer qualquer curativo e limpe seu calçado por dentro antes de voltar a caminhar.
 Seus pés precisam de descanso!
Lembre-se que durante a caminhada, especialmente as mais longas, você precisa parar algumas vezes para tomar fôlego, beber um pouco dágua e recuperar as energias. Seus pés também precisam. Nas suas paradas para descanso, tire o calçado, deixe os pés respirar e coloque suas pernas para cima. Ao invés de colocar a mochila como encosto para a cabeça, coloque-a como suporte para que suas pernas fiquem um pouco mais elevadas do que o resto do seu corpo, fazendo o sangue circular melhor pelo seu corpo, reestablecendo o equilíbrio e facilitando o descanso.
Com essas dicas, espero que você se livre definitivamente das bolhas e faça boas viagens!

Pensamientos peregrinos