Los peregrinos abulenses completan en Finisterre su Camino y sueltan una gran flecha amarilla
Finisterre.- La Asociación Amigos del Camino de Santiago en Ávila, ha completado esta Semana Santa su peregrinación, recorriendo el Camino desde Santiago a Finisterre y Muxia, y ha dado una vez más muestras de su creatividad y espíritu jacobeo, lanzando al cielo una flecha amarilla de dos metros en el “fin del mundo”.
Más de 60 peregrinos abulenses realizaron esa peregrinación aprovechando las vacaciones de Semana Santa y realizaron en el Cabo Finisterre los tradiciones rituales de purificación y renovación, quemando algunas de sus pertenencias como manda la tradición.
Además, presenciaron una de las inolvidables puestas de sol finisterranas y cumplieron el viejo ritual celta de la “ronda de los abrazos” como muestra de amistad al final del Camino.
Pero no cabe duda de que el momento más trascendente fue cuando procedieron a soltar globos amarillos de helio, entre ellos dos de los que colgaba una vistosa flecha amarilla de dos metros, como guía del Camino de las Estrellas.
También soltaron dos palomas blancas para simbolizar sus deseos de paz y solidaridad entre todos los peregrinos que a diario recorren las rutas jacobeas.
lunes, 25 de abril de 2011
domingo, 24 de abril de 2011
Campus Stellae
Buena afluencia a Santiago y a su Catedral centenaria esta Semana Santa
Santiago.- Ni la lluvia de esta semana ha conseguido disuadir a miles de turistas y centenares de peregrinos que han llegado estos días hasta Compostela, muchos de ellos atraídos por el 800 aniversario de la Catedral, que se conmemoraba el pasado Jueves Santo, aunque las celebraciones serán en mayo.
Hace ocho siglos, en en 1211, se consagró la Catedral de Santiago. El acta de esta ceremonia se conserva transcrita en el Tumbo B (libro de pergamino) que se guarda en la Biblioteca de la propia Basílica compostelana.
Por ese texto se sabe que ofició los actos el obispo de entonces, monseñor Pedro Muñiz, y que estuvieron presentes el rey de León, Alfonso IX, acompañado de su hijo Fernando, además de los obispos de las diócesis de Ourense, Lugo, Mondoñedo, Tui, Coria, Guarda, Évora, Lisboa y Lamego, quienes firmaron el acta.
No faltó, tampoco, la nobleza, que fue representada por los magnates más importantes del reino por aquel entonces, como eran Rodrigo Ordóñez, mayordono real o, Nuño Núñez de Lara, que tenía como misión socorrer al arzobispo de Santiago con su propio ejército en caso de necesidad.
La Catedral de esa época era románica y Santiago era una ciudad rodeada de una gran muralla de dos kilómetros de perímetro que le servía para protegerse de los invasores. Por sus siete puertas de entrada llegaban mercancías "desde los diversos caminos de la región", cita el Códice Calixtino, pese a su dudosa credibilidad.
Compostela no tenía aún su característica imagen barroca y el casco histórico apenas empezaba a nacer en tres direcciones: desde Porta do Camiño hasta la fachada Norte de la Catedral pasando por lo que hoy es Casas Reais, Cervantes y Azabachería. Desde la rúa das Fagueiras a la Rúa do Vilar. Y, en tercer lugar, "desde la Rúa de Mazarelos a las calles da Mámoa (Orfas), do Castro, dos Ferreiros (Calderería) y Preguntoiro para desembarcar en la Plaza do Campo (hoy denominada Plaza de Cervantes)", tal y como se describe en el libro Historia de la Ciudad de Santiago de Compostela, coordinado por Ermelindo Portela.
Pero, volviendo a la ceremonia de la consagración de la Catedral de hace 800 años, dicen los documentos de la época que todos los invitados dieron tres vueltas al exterior del templo con cánticos y oraciones antes de acceder al interior. Tras este primer momento, la ceremonia siguió con solemnes procesiones por dentro del templo, donde se habían instalado doce cruces con versos latinos, que fueron ungidas y bendecidas por el obispo.
Estas cruces, que todavía se conservan, estaban rodeadas de símbolos como el sol, la luna y la primera y última letra del alfabeto griego (alfa y omega). Y es que según la historiadora María Pilar Ramos Vicent, "hubo algunos ritos extraños" en esta ceremonia.
Hasta el punto de que, tiempo después, "al obispo de Santiago se le acusó de nigromántico y dado al estudio de la magia, tal y como nos refiere el canónigo santiagués López Ferreiro", explica Ramos Vicent. Además, en el libro Galicia Feudal, de Victoria Armesto, se habla de Muñiz como "el obispo brujo" y "con aficiones a la magia".
Fue, por lo que parece, una ceremonia muy peculiar en un Santiago muy diferente al de hoy. No se había construido todavía la torre de la Berenguela, no existía el palacio de Raxoi, ni el Hostal de los Reyes Católicos, ni el Rectorado de la Universidad, ni Bonaval.
Santiago era una pequeña villa rodeada de huertas. De hecho, ante la propia Catedral se abría un descampado donde se instalaron los canteros para trabajar en las obras del templo, que luego se convirtió e la Plaza del Obradoiro.
Esta consagración sirvió para inaugurar el Pórtico de la Gloria, que se concluía ese mismo año de 1211, aunque la lluvia, el frío y el paso del tiempo lo deterioraron tanto que en el siglo XVIII se optó por construir la fachada barroca que hoy contemplamos. Y, según López Ferreiro, fue también en este acto cuando se colocó la imagen sedente del Apóstol sobre el Altar Mayor del templo.
En el libro La Historia de Santiago de Compostela se lee, además, que en estos años "en las proximidades a la Catedral se fueron formando plazas (o quintanas en la terminología medieval) que daban acogida a las reuniones de la población con fines religiosos, mercantiles o políticos". La primera fue Cervantes, "pues era el lugar donde el pregonero hacía públicos los acuerdos municipales". Y por el Códice Calixtino se sabe también que en la Plaza del Paraíso se vendían conchas y símbolos de Santiago, además de todo tipo de calzado de cuero para los peregrinos.
El Arzobispado compostelano no ha celebrado ningún acto especial el día 21, por tratarse de Jueves Santo y los festejos se han aplazado al próximo 7 de mayo. Ese día, la basílica compostelana será escenario de una celebración religiosa solemne en recuerdo a la que tuvo lugar en 1211.
Pero muchos turistas no han querido aguardar a esas fechas y han aprovechado la Semana Santa para visitar el templo centenario. Los hoteles están satisfechos, cuando han tenido un 25 por ciento más de ocupación que en 2010, pero han rebasado los números de 2009. La crisis no ha disuadido a los visitantes y la hostelería santiaguesa espera que se mantenga la afluencia unos días más y ayude a paliar los efectos de un pésimo trimestre que se atribuye a la crisis.
La Oficina del Peregrino, donde se acreditan los peregrinos para recibir su Credencial es uno de los indicadores más fiables para medir el grado de afluencia a la ciudad. Su coordinador, Eduardo Pérez, precisa que en Semana Santa de 2010, en pleno Xacobeo, recibieron 12.209 visitantes. Este año confían en sumar unos 6.000, mientras que en 2009 fueron 4.700»
Santiago.- Ni la lluvia de esta semana ha conseguido disuadir a miles de turistas y centenares de peregrinos que han llegado estos días hasta Compostela, muchos de ellos atraídos por el 800 aniversario de la Catedral, que se conmemoraba el pasado Jueves Santo, aunque las celebraciones serán en mayo.
Hace ocho siglos, en en 1211, se consagró la Catedral de Santiago. El acta de esta ceremonia se conserva transcrita en el Tumbo B (libro de pergamino) que se guarda en la Biblioteca de la propia Basílica compostelana.
Por ese texto se sabe que ofició los actos el obispo de entonces, monseñor Pedro Muñiz, y que estuvieron presentes el rey de León, Alfonso IX, acompañado de su hijo Fernando, además de los obispos de las diócesis de Ourense, Lugo, Mondoñedo, Tui, Coria, Guarda, Évora, Lisboa y Lamego, quienes firmaron el acta.
No faltó, tampoco, la nobleza, que fue representada por los magnates más importantes del reino por aquel entonces, como eran Rodrigo Ordóñez, mayordono real o, Nuño Núñez de Lara, que tenía como misión socorrer al arzobispo de Santiago con su propio ejército en caso de necesidad.
La Catedral de esa época era románica y Santiago era una ciudad rodeada de una gran muralla de dos kilómetros de perímetro que le servía para protegerse de los invasores. Por sus siete puertas de entrada llegaban mercancías "desde los diversos caminos de la región", cita el Códice Calixtino, pese a su dudosa credibilidad.
Compostela no tenía aún su característica imagen barroca y el casco histórico apenas empezaba a nacer en tres direcciones: desde Porta do Camiño hasta la fachada Norte de la Catedral pasando por lo que hoy es Casas Reais, Cervantes y Azabachería. Desde la rúa das Fagueiras a la Rúa do Vilar. Y, en tercer lugar, "desde la Rúa de Mazarelos a las calles da Mámoa (Orfas), do Castro, dos Ferreiros (Calderería) y Preguntoiro para desembarcar en la Plaza do Campo (hoy denominada Plaza de Cervantes)", tal y como se describe en el libro Historia de la Ciudad de Santiago de Compostela, coordinado por Ermelindo Portela.
Pero, volviendo a la ceremonia de la consagración de la Catedral de hace 800 años, dicen los documentos de la época que todos los invitados dieron tres vueltas al exterior del templo con cánticos y oraciones antes de acceder al interior. Tras este primer momento, la ceremonia siguió con solemnes procesiones por dentro del templo, donde se habían instalado doce cruces con versos latinos, que fueron ungidas y bendecidas por el obispo.
Estas cruces, que todavía se conservan, estaban rodeadas de símbolos como el sol, la luna y la primera y última letra del alfabeto griego (alfa y omega). Y es que según la historiadora María Pilar Ramos Vicent, "hubo algunos ritos extraños" en esta ceremonia.
Hasta el punto de que, tiempo después, "al obispo de Santiago se le acusó de nigromántico y dado al estudio de la magia, tal y como nos refiere el canónigo santiagués López Ferreiro", explica Ramos Vicent. Además, en el libro Galicia Feudal, de Victoria Armesto, se habla de Muñiz como "el obispo brujo" y "con aficiones a la magia".
Fue, por lo que parece, una ceremonia muy peculiar en un Santiago muy diferente al de hoy. No se había construido todavía la torre de la Berenguela, no existía el palacio de Raxoi, ni el Hostal de los Reyes Católicos, ni el Rectorado de la Universidad, ni Bonaval.
Santiago era una pequeña villa rodeada de huertas. De hecho, ante la propia Catedral se abría un descampado donde se instalaron los canteros para trabajar en las obras del templo, que luego se convirtió e la Plaza del Obradoiro.
Esta consagración sirvió para inaugurar el Pórtico de la Gloria, que se concluía ese mismo año de 1211, aunque la lluvia, el frío y el paso del tiempo lo deterioraron tanto que en el siglo XVIII se optó por construir la fachada barroca que hoy contemplamos. Y, según López Ferreiro, fue también en este acto cuando se colocó la imagen sedente del Apóstol sobre el Altar Mayor del templo.
En el libro La Historia de Santiago de Compostela se lee, además, que en estos años "en las proximidades a la Catedral se fueron formando plazas (o quintanas en la terminología medieval) que daban acogida a las reuniones de la población con fines religiosos, mercantiles o políticos". La primera fue Cervantes, "pues era el lugar donde el pregonero hacía públicos los acuerdos municipales". Y por el Códice Calixtino se sabe también que en la Plaza del Paraíso se vendían conchas y símbolos de Santiago, además de todo tipo de calzado de cuero para los peregrinos.
El Arzobispado compostelano no ha celebrado ningún acto especial el día 21, por tratarse de Jueves Santo y los festejos se han aplazado al próximo 7 de mayo. Ese día, la basílica compostelana será escenario de una celebración religiosa solemne en recuerdo a la que tuvo lugar en 1211.
Pero muchos turistas no han querido aguardar a esas fechas y han aprovechado la Semana Santa para visitar el templo centenario. Los hoteles están satisfechos, cuando han tenido un 25 por ciento más de ocupación que en 2010, pero han rebasado los números de 2009. La crisis no ha disuadido a los visitantes y la hostelería santiaguesa espera que se mantenga la afluencia unos días más y ayude a paliar los efectos de un pésimo trimestre que se atribuye a la crisis.
La Oficina del Peregrino, donde se acreditan los peregrinos para recibir su Credencial es uno de los indicadores más fiables para medir el grado de afluencia a la ciudad. Su coordinador, Eduardo Pérez, precisa que en Semana Santa de 2010, en pleno Xacobeo, recibieron 12.209 visitantes. Este año confían en sumar unos 6.000, mientras que en 2009 fueron 4.700»
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