Detienen a un electricista como posible autor del robo del Códex Calixtinus
Compostela.- La Policía Nacional ha
detenido a un antiguo empleado de la
Catedral de Santiago que según fuentes próximas a la investigación podría ser
el autor material del robo del Códex Calixtinus, que faltó del templo
compostelano a principios de julio del año pasado. En la semana en que se
cumple el aniversario de la extraña desaparición los agentes policiales
practicaron ayer el primer arresto vinculado a este caso que instruye el
titular del juzgado número 3 de Santiago, José Antonio Vázquez Taín.
El detenido, cuyo nombre no había
trascendido a última hora de ayer, realizó labores de mantenimiento eléctrico
en la Catedral durante años hasta que fue despedido por la Iglesia, cuando esta
se prestó a regularizar la situación laboral de sus empleados. Posteriormente
la policía ha arrestado también a su esposa e hijo como presuntos cómplices del
principal sospechoso.
Esta semana, la Policía, que le
sigue los pasos desde hace meses, ha realizado registros en algunas de las
propiedades de esta familia situadas en Negreira (A Coruña) y O Grove
(Pontevedra). En ellas los agentes han encontrado monedas y vestigios
procedentes de la Catedral, así como una "elevadísima suma de
dinero".
Fuentes próximas a la investigación
que se ha valido de pinchazos telefónicos ordenados por el juez para averiguar
el paradero de este tesoro, cuyo valor económico ni siquiera los expertos en
arte internacional se atreven a calcular, apuntan a que desde que tuvieron
constancia de que el Códex no había salido de España ni estaba en manos de
traficantes de arte, todos los focos apuntaron a este ex operario del templo.
Según ha podido saber EL PAÍS, su
mala relación con el deán, José María Díaz, le señaló muy pronto como uno de
los principales sospechosos. La tesis que manejan tanto la policía como el
ministerio público parte de que la desaparición de esta joya de la literatura,
un libro de viajes que data del siglo XII y que durante ocho siglos había sido
custodiado en el santuario compostelano, obedece a una venganza personal.
Las pesquisas todavía no han
servido para dar con la preciada guía de viajes, la primera que detalla el
Camino de Santiago, y fuentes judiciales apuntan que el arrestado no se está
mostrando dispuesto a colaborar. Los investigadores creen incluso que puso
precio al códice, 40.000 euros, la cantidad que supuestamente le adeuda la
Catedral por los trabajos realizados.
Durante varios meses, la policía y
el juez siguieron los pasos del detenido y ahora, coincidiendo con el
aniversario de la desaparición, el juez Vázquez Taín ordenó practicar el
arresto.
En todo este tiempo, el deán ha
realizado enigmáticas declaraciones públicas en las que advertía que el objeto
estrella del templo no podía andar muy lejos. Tan pronto como trascendió la
desaparición, manifestó: "Si sospecho de alguien no lo digo, primero,
porque es pecado hacer juicios temerarios y, en este caso, si es un juicio
temerario interior para este fin puedo formularlo pero nunca manifestarlo. El
que se lo llevó, sabía de qué se trataba, de su incalculable valor y cómo
llegar a él".
Esas declaraciones causaron
perplejidad entre los investigadores y el propio juez, convencidos de que no
ayudaban en su labor de dar con el culpable. Ahora que todas las piezas
empiezan a cuadrar aquellas palabras cobran todo el sentido. Hace un mes y pese
a las advertencias de los investigadores, el máximo responsable de la Catedral
insistía a la prensa: “Lo único que se permite decir es que hay perspectivas
positivas, el problema en un caso de estos no es encontrar al ladrón sino
al objeto”.
Ayer, antes de que saltase la
noticia, el propio deán aseguró que tenía órdenes de sus superiores de no
pronunciarse sobre este asunto y añadió que tampoco era “lo más apropiado” por
su delicada salud. Tal locuacidad dejó perplejos a los investigadores y al
propio juez, convencidos de que las pistas que iba dando el deán no ayudaban en
su labor de dar con el culpable. Algunas fuentes próximas al caso ponen en tela
de juicio la colaboración de este y otros mandos eclesiásticos y citan las
evasivas que utilizaron algunos de ellos en los interrogatorios, más de 70, que
practicaron los agentes de la Brigada de Patrimonio del Cuerpo Nacional de
Policía.
El Códice Calixtino o Codex
Calixtinus, una joya del siglo XII que no estaba asegurada, desapareció
hace justo un año, el 5 de julio de 2011, de la caja fuerte del archivo de la
Catedral de Santiago en el que se custodiaba. La puerta, según confesó el deán
del templo días después, no fue forzada y las llaves estaban puestas. El ladrón
parecía querer dejar en evidencia el descuido en la protección de este tesoro
medieval. La ausencia de medidas de seguridad contundentes causó un gran
malestar en el Gobierno gallego, que en privado lamentó muchas veces la dejadez
de las autoridades eclesiásticas, una lectura que el juez Vázquez Taín le ha
hecho llegar también a sus colaboradores más próximos.
Los responsables del templo
compostelano admitieron ya en su día que el control de las llaves de la cámara
supuestamente acorazada donde se guardaba el Códice era laxo, aunque intentaron
defender que se controlaba el acceso de cualquier persona ajena al templo. Fue
precisamente un investigador el que echó en falta el libro y alertó al deán.
Los religiosos y trabajadores de la Catedral, ex compañeros del ahora detenido,
peinaron las estancias de la sede y finalmente optaron por denunciar el robo.
Compuesto por cinco libros y dos
apéndices, aunque encuadernado en un tomo único en 1964, el códice, que nació
con el objetivo de propagar la devoción por el apóstol Santiago, era una
especie de guía para los peregrinos que se dirigían a la ciudad, con consejos,
posibles alojamientos, descripciones de la ruta, de las obras de arte así como
de las costumbres locales de las gentes que vivían a lo largo del Camino.
También contiene ricas ilustraciones y 22 piezas polifónicas que se cuentan
entre las más antiguas de Europa. Mide 30 por 21 centímetros y consta de 225
folios de pergamino.
Su desaparición tuvo repercusión
mundial y propició que se activase una alerta internacional con la entrada en
escena de Interpol. Y aunque en un primer momento los investigadores apuntaron
a que se podría tratar de un robo planificado por especialistas en tráfico
internacional de obras de arte, pronto las pesquisas se centraron en la ciudad
de Santiago, donde ayer se produjo la detención del ex trabajador de la
Catedral.
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