lunes, 10 de febrero de 2014

Campus Stellae

Daniel Lorenzo, director de la Fundación, muestra los desperfectos

Bajo la cornisa de la Catedral compostelana ha prosperado un jardín silvestre lozano y robusto. La capa de musgo y un herbazal que ya alcanza la categoría de autóctono han aupado 20 centímetros unas piedras que pesan toneladas. La semana pasada, en la esquina que mira a Fonseca, se sustituyó una gárgola de 300 kilos, rota por el brío de las plantas.
También hubo que reparar cuatro pináculos, más o menos del mismo peso, que fueron los que, a principios de verano dieron la voz de alarma. Un arquitecto municipal que pasaba a diario por allí se dio cuenta de que uno de estos remates “cimbreaba”, a riesgo de desplomarse sobre la gente de la calle. Pero mientras se tapa esta brecha, a la basílica compostelana se le abren a diario nuevas vías de agua. No es algo nuevo, aunque estos días la prensa haya retratado por primera vez los cubos en el suelo recogiendo las goteras. Hace al menos cinco años que esta escena se repite.
Ahora, las goteras están en la capilla del Cristo de Burgos. Antes, en la del Pilar, hasta que en Navidad se decidió ponerle chubasquero: una lona azul, que se ve desde la ciudad y desentona con todo. Aunque esto no evita que las gotas, con una cadencia de segundos, caigan desde las ventanas redondas que hay un poco más abajo. En el suelo se ha formado un gran charco, y un cartel amarillo avisa a los visitantes del riesgo de resbalones.
También ha llovido este invierno justo encima de la trompetería del órgano. Y el claustro medieval (que se conserva oculto bajo los cimientos del renacentista que recorrió Manolo, el electricista, para llegar al Códice) está inundado y uno solo puede internarse en él con botas de pescador.
“Esta casa ha colapsado”, asegura que avisó ya en 2011, sin que “nadie” le hiciese “caso”, Daniel Lorenzo, párroco de Bugallido (Ames), que ascendió a canónigo fabriquero (responsable de las obras y el mantenimiento) y después a director de la Fundación Catedral. Esta institución es la que promueve desde dentro un plan a una década para conservar y restaurar la mole consagrada hace 800 años.
La catedral, el más universal de los monumentos de Galicia, es un viejo galeón a la deriva, un anciano achacoso que sufre en sus huesos la lluvia y el frío y no soporta los cambios de temperatura. Los frescos de la Capilla de San Pedro estaban cubiertos de cal, y se destaparon y restauraron en 1999. La humedad, que en zonas de la catedral desprende un olor penetrante a moho y a podrido, ya ha vuelto a comerse las pinturas. Apenas se distinguen las caras ennegrecidas de los santos. Las figuras aparecen cubiertas de un hongo aterciopelado. Más que frescos, parecen tapices.
Muy cerca, en torno al Sepulcro y en El Pilar, el agua ha corroído los mármoles, jaspes de varios colores traídos de canteras cercanas a Lisboa. Ya durante el siglo XX, se optó por la solución más barata para disimular los trozos caídos: yeso y pintura imitando el dibujo del mármol.
En la Capilla Mayor, las pinturas en lapislázuli y oro aún eran visibles hace 30 años. Ahora la bóveda es negra. En su momento, se pintó con colores al óleo, y ahora, todos los años, al llegar la primavera “nieva”, describe el fabriquero. Son los “jabones” que se han formado durante el invierno con el agua de la lluvia y el aceite. Estas escamas caen al altar, y llevan adheridos los pigmentos que se van perdiendo.
A lo largo y ancho de los brazos del crucero, en el techo el año pasado se instaló una red para evitar peligros a las miles de personas que llegan a entrar cada día. Se precipitan desde el cielo láminas de mortero que alcanzan, según el responsable, “el tamaño de un folio”. Alguno de los cascotes cayó en plena ceremonia. Ahora la malla, imperceptible, retiene el vuelo de los meteoros. Todo es consecuencia de lo mismo: la humedad y la falta de ventilación de un edificio que no respira, y que además está envuelto en un relicario barroco que filtra por todas partes. Los encuentros arquitectónicos entre las partes de factura románica y las que vinieron después, con todo su adorno, no siempre fueron bien resueltos y son canales para el agua. Aunque la mayoría de ellas no sean visibles porque están sobre las cubiertas, varias lonas transpirables sirven de gabardina en puntos críticos durante el invierno más duro en mucho tiempo. Y así será, en adelante, mientras no se arreglen los tejados y no se retire la capa de hormigón que, desde los años cuarenta, se fue echando sobre la seo hasta ahogarla.
Buena parte de las desgracias del templo son consecuencia de estas intervenciones, parches sucesivos aplicados durante más de cuatro décadas, hasta que se cayó en la cuenta de que el cemento era culpable del deterioro galopante. La Iglesia dice que no tiene dinero para atajar este problema, pero hoy las obras se consideran urgentes. Pueden pasar años porque hacen falta cuatro millones. Las algas, los líquenes y toda la vegetación que coloniza el edificio produce nitratos; el cemento, sales; y esta suma ha reventado y pulverizado el granito, abriendo además nuevos cauces para el agua, que penetra siguiendo estos cursos por las cubiertas y empapa elementos únicos, como el Pórtico. Toda esa humedad que entra no sale ni se seca, por falta de ventilación. Gran parte de las ventanas fueron cegadas o se sustituyeron en el siglo XX por otras que no son practicables. Aún vive el herrero de Madrid al que se le encargaron los ventanales de bronce de la fachada del Obradoiro. Ahora se planea cambiarlos por otros que se puedan abrir. Esto, con cargo a un dinero que intenta recaudar desde el año pasado la Fundación a través de una campaña de micromecenazgo. La restauración de las torres, que ya ha comenzado y debe terminarse antes de 2015, costará dos millones que van a pagar el Consorcio de Santiago y la catedral.
El cuerpo central, sin embargo, no tiene garantizada la obra. Está presupuestada en 1,7 millones, y de momento, a través del crowdfunding, se han cosechado poco más de 181.600 euros. Desde la semana en que salieron decenas de noticias sobre las goteras, los donativos solo sumaron unos cien euros. En esto, la Iglesia no está teniendo suerte: Lorenzo lo atribuye a la crisis, pero es probable que también pese sobre el templo, como la propia plancha de cemento, el escándalo del Códice y esos fajos procedentes del cepillo que salían sin control, día tras día, en algún bolsillo sin que nadie lo denunciase.

Visita con fauna incluida

El plan director para ejecutar todas las obras que devolverían el esplendor perdido a la catedral está cifrado en 30 millones. De estos, cuatro serían para sustituir “de la punta al rabo”, en palabras de Lorenzo, el hormigón que la iglesia no asimila por materiales acordes con las técnicas del románico y el barroco. El canónigo no se cansa de defender que lo que recaudan en el cepillo solo da para el día a día: “Mantener la catedral abierta y pagar la seguridad nos cuesta dos millones al año”, asegura. Pero mientras cuenta esto, atravesando el claustro renacentista, muestra unas piedras sueltas en el suelo, sobre las tumbas encharcadas que llenan el corredor. Son problemas nuevos que van surgiendo: fragmentos del friso y de los nervios de las bóvedas, tratados por error con ceras hace años. Nuevamente, la piedra no transpira y se está deshaciendo. En el otro ángulo, paredes y suelo están ciscados de excrementos de pájaro. Es una colonia numerosa y valiosa de aviones roqueros, que en Santiago han elegido vivir en la catedral. Un grupo de ornitólogos acaba de pedir al fabriquero que no los eche. Y está decidido. Incluirá los avistamientos al atardecer en las visitas guiadas.

Las persistentes lluvias que en los últimos tiempos han caído sobre Santiago de Compostela han puesto de manifiesto los problemas estructurales de la catedral, que ha empezado a "chorrear" agua en partes importantes del edificio.
El director de la Fundación Catedral de Santiago, Daniel Lorenzo, ha asegurado que no por ser algo que ya se conocía el problema es menos grave."Era algo que ya se conocía; las fragilidades del inmueble se hacen más notables cada día que pasa, y con agua y viento todavía se hacen más evidentes", ha afirmado.
En estos momentos en algunas partes del templo catedralicio, zonas algunas muy destacadas desde el punto de vista histórico, son visibles los cubos colocados debajo de las goteras para evitar que el suelo se encharque. También desde el exterior del templo se puede ver una lona azul que cubre parte de la cubierta sobre la capilla del Pilar. Daniel Lorenzo ha comentado que los técnicos que actualmente trabajan en la torre norte de la catedral explican que cuando se abren las juntas entre los sillares "brota agua". "Está todo encharcado", ha indicado Lorenzo.
Una de las partes importantes del templo por donde están entrando importantes cantidades de agua estos días es el cimborrio, "pero en las capillas también tenemos ese problema". Pero también la capilla del Cristo de Burgos o la de la Comunión sufren estos días las persistentes y por momentos intensas lluvias que caen sobre Santiago, lo mismo que las terrazas del claustro y que según el director de la Fundación Catedral "está afectando a la propia estructura de la piedra".
Daniel Lorenzo ha explicado que todas las cubiertas del templo necesitarían 'una intervención muy potente', como se recoge ya en el plan director del inmueble. "Los encuentros de las distintas fases constructivas del templo y las propias cubiertas necesitarían una intervención integral. Este es un edificio muy complicado", ha concluido

 

 Un total de 6,7 millones de euros son los que necesita la Catedral de Santiago para acometer las obras de emergencia que eviten que las filtraciones de agua y los problemas estructurales continúen dañando el templo de forma más inmediata. De este montante, 3 millones corresponden únicamente a actuaciones necesarias en las cubiertas para evitar que sigan produciéndose filtraciones de agua al interior de la basílica, mientras que los 3,7 restantes se destinan para las actuaciones sobre las torres y la fachada.
En las últimas semanas, a raíz de los temporales que afectan a Galicia, se ha hecho evidente la situación que vive la Catedral, que registra filtraciones de agua y goteras, algo que afecta tanto a su estructura, dañándola, como a su interior. Además de daños en las pinturas, desconchones y goteras, la situación climatológica de los últimos días ha obligado a colocar una lona azul sobre la basílica del Pilar, para evitar que se filtre agua sobre la exposición de belenes que acoge.
Según informan fuentes de la Catedral, las actuaciones de emergencia que habría que hacer en las cubiertas de la basílica para evitar estas filtraciones costarían unos tres millones de euros, unos fondos de los que no se disponen. Esta cantidad se sumaría además a los 1,7 millones de euros que el templo trata de recaudar a través de su Plan de Mecenazgo para completar el presupuesto de restauración de la fachada, que costará íntegro 3,7 millones de euros.
Son varias las zonas de las cubiertas de la Catedral que necesitan una intervención para frenar la entrada de agua y el deterioro. Sin embargo, desde la Catedral precisan que no se han iniciado los trámites para obras adicionales dado que no hay "suficientes fondos" para hacerles frente. La administración de la basílica incluyó en su Plan Director un listado de aquellas intervenciones necesarias de conservación, a mayores de las de la fachada, con el objetivo de poder afrontarlas cuando económicamente sea posible.
Por el momento, y de cara a este invierno, se están llevando a cabo actuaciones paliativas de las consecuencias de la lluvia, "cubriendo con plásticos" muebles, techos y otras piezas. Las obras, de poder iniciarse, conllevarían un largo periodo de obtención de permisos y ejecución. A través de su Plan de Mecenazgo, en el que pueden participar empresas y ciudadanos, la Catedral trabaja también para conseguir los 1,7 millones que son necesarios para realizar de forma íntegra las obras de la fachada. Las actuaciones, que ya han comenzado en la torre norte, tienen comprometidos 2 millones por parte de las administraciones de los 3,7 que son necesarios. Sin embargo, desde la Catedral reconocen que los resultados de este Plan de Mecenazgo no están siendo del todo positivos, ya que la crisis está llevando a recaudar a un ritmo "más lento" del esperado, aunque confían en que la población se sensibilice con la situación del templo. De hecho, la cantidad aportada como donación en este ámbito no alcanza los 200.000 euros.
Este martes, los efectivos de la empresa Renovatio han iniciado los trabajos de colocación de una gárgola en la fachada occidental del claustro de la Catedral. La pieza, de 150 centímetros y 280 kilos de peso, ha sido realizada por talleres de cantería de Padrón y sustituye a otra que se encontraba totalmente deteriorada. Esta obra suponía una de las consideradas "urgentes" por la administración de la basílica por su estado de deterioro. Sin embargo, fue el hecho de que existiese "riesgo de caída de elementos" a la vía pública lo que hizo, finalmente, que se fijase como imprescindible la intervención. La empresa adjudicataria inició el procedimiento de permisos hace casi un año y, durante los últimos tres meses ha estado interviniendo en esta área. Entre otras cosas, se comprobó que los canalones de plomo filtraban humedad al Museo de la Catedral, así como que la gárgola estaba totalmente deteriorada y el pináculo se había caído. Los elementos fueron hechos como réplicas a los ya existentes de forma artesanal, y se reparará totalmente el área en unos días.

“Sin buscarlo”. Incluso días antes de que se estrenase oficialmente, ayer, la campaña de mecenazgo de la Catedral de Santiago. Una empresa irlandesa y otra de capital inglés han sido las dos primeras que han confirmado su interés en poner dinero para la restauración de la fachada del Obradoiro. Mientras tanto, varias compañías gallegas entre las que sobreviven a la crisis se lo piensan. En concreto, seis esperan a sus próximos consejos de administración para decidirlo. Entre ellas, una gran cadena de supermercados, una conservera y una empresa de telecomunicaciones.
La inglesa, por su parte, es Alsa, una compañía de líneas de autobús que en tiempos fue española y que, según se explicó ayer tras una rueda de prensa de la Fundación Catedral, da servicio a numerosos caminantes a Compostela en sus viajes de regreso a casa. La irlandesa es Kerrygold, fabricante de las mantequillas Irish Dairy Board y de los quesos cheddar Pilgrim's Choice. Es precisamente en su propósito de promocionar esta segunda marca (cuyo nombre traducido significa “la elección del peregrino” y que ya se vende en algunos establecimientos de España) que el sello se puso en contacto con Francisco Domínguez, el nuevo administrador general (y seglar) de la Catedral. Todavía no se ha firmado el convenio pero se da por hecho. A cambio de poder utilizar estampas típicas del templo en su publicidad, la multinacional láctea aportará cada ejercicio una cuantía. Este año serán 6.000 euros.
Esa suma dará a la fabricante de mantequilla el título de “colaboradora” o incluso de “benefactora”. El “plan de mecenazgo” presentado ayer por Domínguez, un economista ligado durante años a Caixa Galicia, Televés o Pescanova, abre dos vías de financiación para las obras de restauración y el mantenimiento del templo: la cuestación popular mayormente vía Internet que hoy se da en llamar crowdfunding, y un Programa de Amigos, también con apoyo en la red.
Es en este último en el que se enmarcan las aportaciones duraderas en el tiempo de las empresas, aunque también de particulares, con cuatro categorías: “amigo” (donación anual de 60 a 600 euros), “colaborador” (desde esta cifra hasta 6.000), “benefactor” (hasta 15.000) y “protector” (cualquier cantidad superior). Todos estos grados suponen desgravaciones fiscales (del 25% o del 35%, según el caso) y diferentes ventajas como el uso publicitario de la imagen de la catedral o la “priorización como proveedor” de la basílica.
A finales de agosto comenzará la rehabilitación de las torres del Obradoiro con dos millones aportados por el Consorcio de Santiago, pero para atajar los males que impiden la restauración (por parte de la Barrié) del Pórtico de la Gloria hay que gastar otros 1,7 millones en la peineta del cuerpo central de la fachada. Hasta alcanzar la cifra, lo recaudado vía mecenazgo se destinará a esta última intervención. El objetivo llevarla a cabo en 2015.

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