miércoles, 15 de julio de 2009

Testimonios peregrinos

«Hay tantos caminos de Santiago como peregrinos», dice Bieito Pérez, del Museo de las Peregrinaciones

S. Sebastián.- Ha peregrinado desde Galicia a San Sebastián, por tercer año consecutivo, aunque no lo ha hecho a pie. Bieito Pérez Outeiriño, director del Museo de las Peregrinaciones y de Santiago, ha aterrizado en el Palacio Miramar para dirigir -con José Suárez- un nuevo curso sobre los caminos que llevan a la tumba del apóstol y analizar los pueblos que atraviesan, sus paisajes y territorios.
Gallegos, vascos, madrileños, portugueses, alemanes, noruegos y polacos cuentan estos días de julio las historias del Camino. Bieito Pérez considera que el Camino de Santiago es una senda que nunca termina, porque incorpora cada día nuevos adeptos. Algo que asegura intuían al programar el primer curso en 2007, «porque veíamos un fenómeno potencial, ya que todo lo relacionado con lo jacobeo y con las peregrinaciones, en general, despierta la curiosidad de la gente y es que además se trata de un tema muy amplio que se puede observar desde múltiples perspectivas».
Este año son los caminos, los pueblos y los territorios, el tema central del curso, en un intento de hacer patente que es la peregrinación la que construye el Camino, el peregrino el que lo hace. «Queremos también observar cómo estas rutas son capaces de crear o de transformar las poblaciones que atraviesan y asimismo resaltar que el Camino no se puede ver nunca fuera de su contexto, los espacios, el ambiente por el que discurre».
El curso transmite también la preocupación por el cuidado del patrimonio natural -«no solo existe el cultural»- por el paisaje que forma parte del Camino. Los organizadores destacan que «no es únicamente una carretera, un sendero, sino que forma también parte del paisaje natural por el que se mueve». Un mapa de poblaciones Bieito Pérez explica que la existencia de los caminos de Santiago ha configurado un mapa poblacional que hubiera sido distinto sin su existencia.
«Hay muchos ejemplos de localidades que son lineales, que crecen a lo largo del Camino, al paso de los peregrinos. Todo esto supone la creación de vías de transporte, comerciales..., y eso origina el nacimiento de nuevas poblaciones». Indica que aunque Galicia es el fin del viaje, las rutas jacobeas no son de nadie, ya que son universales. «Se trata de un espacio público, en contraposición al espacio privado que suponen muchas de las tierras o de las casas de las localidades por las que discurre. Es un patrimonio inmaterial.
La espiritualidad vista desde las ópticas más distintas, desde el punto de vista religioso sí, pero también desde el civil y el laico. En Galicia está la meta, pero incluso ésta no es solo de los gallegos, es de todos». Recuerda que los trazados oficiales de las rutas jacobeas están muchas veces en entredicho y que hoy en día se siguen delimitando en un intento de buscar los senderos originales. «Es un fenómeno diacrónico, algo que está sucediendo. Queremos hacer una fotocopia de muchos siglos de vida de unos caminos, pero estos han cambiado.
Es difícil hacer un único trazado. Por eso digo que el peregrino debe emprender el viaje desde la puerta de su casa. Hay tantos caminos como peregrinos». Necesidad de recursos Aunque cree que el Camino goza de buena salud y dispone de un patrimonio muy rico y variado, es a la vez «un objeto muy vulnerable, sometido a la especulación urbanística, que exige muchos cuidados y a veces los recursos no son suficientes para realizar algunas intervenciones». Concluye que el peregrinaje, al ser una actitud en constante crecimiento, requiere de una atención de calidad. «En un Año Santo son 5 millones de visitantes los que llegan a Santiago, 2,5 millones en un año normal».

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