Santiago hasta los topes
Santiago.- La capital compostelana se convirtió este domingo, una vez más, en una ciudad imposible y abarrotada hasta los topes. La alta afluencia de peregrinos y visitantes hizo que la capital gallega registrase zonas completamente congestionadas y muchísimas protestas causadas por las largas y desorganizadas colas de acceso a la Catedral.
Las nuevas medidas que se esperaba que ayudasen a descongestionar los accesos a la Catedral, incluida la restricción de mochilas a los peregrinos, han demostrado ser un cuello de botella que provoca muchísimos sinsabores a los esforzados caminantes que alcanzan Santiago después de largas jornadas de esfuerzo.
“Nadie en Compostela piensa en nosotros, los peregrinos, que somos la sal del Camino”, se quejaba agriamente un grupo de peregrinos alemanes en el Obradoiro, mientras aguardaban para entrar en la Catedral, y otro grupo de australianos asentían a las palabras de los germanos.
Porque la situación y las largas colas son una estampa que se repite cada fin de semana, y que en esta ocasión se ha visto empeorada por las altas temperaturas registradas durante el domingo, cuando se pasó de 30 grados.
El entorno de la basílica jacobea, especialmente las plazas de Platerías y La Quintana, eran los puntos más abarrotados, con colas que se convirtieron en masas humanas intentando entrar en la Catedral, y grupos organizados de peregrinos, que aprovecharon su estancia en la ciudad para asistir a la misa y posteriormente hacerse una foto de familia para el recuerdo.
Fue el caso de los miembros de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, que ayer realizaron el último tramo del Camino desde el Monte do Gozo, para posteriormente escuchar la misa en la Catedral, antes de la ceremonia de investidura de nuevos caballeros, en San Martín Pinario.
Por otra parte, el obispo de Tui-Vigo y administrador apostólico de Orense, monseñor Luis Quinteiro, también estuvo ayer en Compostela para presidir una misa en la Catedral, con motivo de la peregrinación de la Diócesis orensana.
Varios cientos de personas llegaron en autobuses desde varias parroquias y pueblos de Orense para darse cita en la celebración del oficio religioso.
También y a pesar del sobreesfuerzo de correr más de mil kilómetros en cinco días, los boinas verdes no dudaron en formar ya a las siete de la mañana en el Monte do Gozo para bajar corriendo hasta el Obradoiro, meta de su peregrinación. Después, los 58 militares del Mando de Operaciones Especiales de Alicante asistieron a la Misa del Peregrino donde hicieron una invocación al Apóstol. "Pedimos por todos los soldados, para que el Santo nos dé fuerzas. Pero también por nosotros y nuestras familias, que son las grandes sacrificados, ya que estamos una media de 120 días al año de maniobras, y si hay una misión puede durar hasta siete meses ", explicó a este diario el capitán Alfonso Blas.
Las nuevas medidas que se esperaba que ayudasen a descongestionar los accesos a la Catedral, incluida la restricción de mochilas a los peregrinos, han demostrado ser un cuello de botella que provoca muchísimos sinsabores a los esforzados caminantes que alcanzan Santiago después de largas jornadas de esfuerzo.
“Nadie en Compostela piensa en nosotros, los peregrinos, que somos la sal del Camino”, se quejaba agriamente un grupo de peregrinos alemanes en el Obradoiro, mientras aguardaban para entrar en la Catedral, y otro grupo de australianos asentían a las palabras de los germanos.
Porque la situación y las largas colas son una estampa que se repite cada fin de semana, y que en esta ocasión se ha visto empeorada por las altas temperaturas registradas durante el domingo, cuando se pasó de 30 grados.
El entorno de la basílica jacobea, especialmente las plazas de Platerías y La Quintana, eran los puntos más abarrotados, con colas que se convirtieron en masas humanas intentando entrar en la Catedral, y grupos organizados de peregrinos, que aprovecharon su estancia en la ciudad para asistir a la misa y posteriormente hacerse una foto de familia para el recuerdo.
Fue el caso de los miembros de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, que ayer realizaron el último tramo del Camino desde el Monte do Gozo, para posteriormente escuchar la misa en la Catedral, antes de la ceremonia de investidura de nuevos caballeros, en San Martín Pinario.
Por otra parte, el obispo de Tui-Vigo y administrador apostólico de Orense, monseñor Luis Quinteiro, también estuvo ayer en Compostela para presidir una misa en la Catedral, con motivo de la peregrinación de la Diócesis orensana.
Varios cientos de personas llegaron en autobuses desde varias parroquias y pueblos de Orense para darse cita en la celebración del oficio religioso.
También y a pesar del sobreesfuerzo de correr más de mil kilómetros en cinco días, los boinas verdes no dudaron en formar ya a las siete de la mañana en el Monte do Gozo para bajar corriendo hasta el Obradoiro, meta de su peregrinación. Después, los 58 militares del Mando de Operaciones Especiales de Alicante asistieron a la Misa del Peregrino donde hicieron una invocación al Apóstol. "Pedimos por todos los soldados, para que el Santo nos dé fuerzas. Pero también por nosotros y nuestras familias, que son las grandes sacrificados, ya que estamos una media de 120 días al año de maniobras, y si hay una misión puede durar hasta siete meses ", explicó a este diario el capitán Alfonso Blas.
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