Una decena de orensanas afectadas de procesos oncológicos culminaron la peregrinación
«Cansadas, pero felices; é un reto cumprido».
Así resumían ayer sus sensaciones, desde la compostelana praza do
Obradoiro, las diez mujeres ourensanas que el pasado 21 de septiembre
iniciaron en O Cebreiro los 154 kilómetros de la ruta del Camino
Francés. Una peregrinación que podría ser como otras muchas, si no fuese
por que sus protagonistas pueden presumir de haberse enfrentado con
coraje a una de las enfermedades más temibles: el cáncer.
Tras haber finalizado sus tratamientos -alguna hace
apenas tres meses- decidieron que nada iba a doblegar su espíritu ni sus
ganas de vivir, y se les ocurrió que nada mejor para simbolizar el
nuevo camino vital que emprendían que hacer ese otro camino emblemático.
Así que pidieron apoyo logístico a la Asociación contra el Cáncer de
Ourense -en cuyos talleres se conocieron este año- y se pusieron en
marcha con sus mochilas cedidas por La Voz.
«Son
mulleres absolutamente vitais; con un espírito incrible», resumía ayer
Agustín Pérez Meiriño, uno de los dos técnicos de la asociación
ourensana que les acompañaba, junto con tres voluntarios. «Eu só penso
en curar os pés, e elas xa andan matinando en repetilo o ano que ven»,
ejemplifica el coordinador de la actividad, que reseña que solo en la
etapa de Palas de Rei a Arzúa, la más dura, hubo alguna queja por el
esfuerzo. Por lo demás, solo tienen palabras de agradecimiento a los
municipios por los que pasaron y especialmente a los efectivos de
Protección Civil «que nos ían saír ó encontro por si necesitábamos algo,
e nos acompañaban», recuerdan.
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