URGENTE ==>
SE NECESITA UN VOLUNTARIO PARA UN ALBERGUE DE PEREGRINOS EN HOSPITAL DE ORBIGO (SAN MIGUEL) A PARTIR DEL 1 DE SEPTIEMBRE POR 15 O MAS DIAS.
Los interesados que por favor entren en contacto: 679.941.123
viernes, 19 de agosto de 2011
Pensamientos Peregrinos
El último milagro del Apóstol
Por Juan Frisuelos y Acacio da Paz
¡Loado sea el Cielo! ¡Alabado sea Santiago, hermano de S. Juan e hijo del Zebedeo! ¡Bienaventurados todos cuantos, de un modo u otro, son testigos del prodigio!
Jacobo, pariente cercano del Señor, acaba de obrar uno más de sus sonoros hechos. Seguramente es el último.
No es esta vez el portento en Clavijo, repartiendo mandobles entre la morisma (es sabido que andar por ahí jugando al matamoros no es en estos tiempos políticamente correcto).
Tampoco se ha embarcado en una nave de piedra –riéndose del principio de Arquímedes- ni ha confiado el gobierno del barquichuelo a unos ángeles sin nada mejor que hacer.
No. Esta vez se trata de un acontecimiento asombroso en la mismísima Compostela.
Este hombre, como los grandes artistas, se supera a si mismo.
Santiago, Jacobo, Yago, Jacomo, James, Jacques o como diantres quieran ustedes denominarle, porque siempre se trata del mismo individuo, ha hecho (por eso es un milagro) lo que menos esperaban de él: demostrar que quienes dicen proteger su templo y las reliquias que guarda, no pasan de mirarse el ombligo y tocarse las narices.
O tocárselas al personal, que eso si que lo hacen de maravilla. Sobre todo a los sufridos y fatigados peregrinos que tienen mucho de masoquistas por aguantar mayores tribulaciones en su destino que durante todo el Camino.
Hace siglos que la iglesia compostelana –y no se salva ni el apuntador de lo que sigue- no hace otra cosa que buscar el lucro y esquilmar a los peregrinos como hacen muchos pícaros a lo largo de la Ruta de las Estrellas.
Esa es la verdad, le duela a quien le duela. Una verdad tenaz, puñetera y contumaz, por más que nieguen la evidencia, que en eso también son verdaderos profesionales desde hace una eternidad. Hace un año, en plenos fastos del último Año Santo, empleado para mercadear y ponerse las botas haciéndolas pasar canutas, obligando a guardar una kilométrica cola a millares de peregrinos y de turistas bajo la lluvia o el sol de justicia antes de penetrar por la Puerta del Perdón, no se les ocurrió nada mejor que prohibir las mochilas de los caminantes dentro de la Catedral compostelana.
¿Y qué es un peregrino sin zurrón o escarcela, sin bordón y sin esos aditamentos que le distinguen de los simples mochileros o caminantes?
Lo hicieron, decían, en aras de la seguridad, como si en cualquier momento, un peregrino felón fuese a meter el Arca Marmórea en el zurrón y fuese a llevarse al mismísimo Santiago, a Atanasio y Teodoro, para darle cualquier uso extraño. ¡Ay, coño, qué idea más torcida tienen del peregrino!
Acaso –sugerían-, los malos podrían vestirse de peregrinos para introducir una bomba en la Catedral y acabar el trabajo de destrucción que ni el mismísimo Almanzor se atrevió a completar. Gastaron muchos euros –muchas más pesetas, naturalmente- en contratar a forzudos seguratas con aspecto de gorilas (disculpen los simios de esa especie las odiosas comparaciones); emplearon muchos más en instalar un sistema de no menos odiosas taquillas y desvirtuaron uno de los aspectos que daban sabor a la peregrinación.
Era una más de las sistemáticas agresiones formales que propina un cabildo incapaz de distinguir a un peregrino de un turista –hoy vemos que peregrino es cualquiera o eso piensan ellos-, que niega una Compostela a un niño pequeño porque no puede comprobar que haya llegado a Santiago impulsado por la fe o a un paralítico porque a lo mejor alguien ha empujado su sillita de ruedas. ¡A esos extremos hemos llegado, señores!
Pero se olvidaron de la capacidad del Apóstol para obrar milagros y de esa manera descuidaron la vigilancia que deberían haber depositado en los valiosos documentos y no menos admirables joyas que guarda la Catedral de las miradas del común de los mortales. ¡No es nadie el Hijo del Trueno!
De modo particular, perdieron el ojo que nunca debieron apartar del más completo y valioso ejemplar del Codex Calixtinus.
Por ello, Bonaerges decidió dar un escarmiento a aquellos descuidados a quienes se había confiado un enorme tesoro. Pensó que era hora de tirar de las orejas a aquellos clérigos y legos que se preocupaban más de vaciar las escarcelas de los peregrinos que de tener a buen recaudo aquellos bienes de valor incalculable.
¡Menudo es el hijo del Zebedeo cuando se cabrea!
¡Y esta vez estaba ciertamente cabreado!
¡Ya era hora de hacerles ver que estaba hasta los mismísimos de que anduviesen tocándole los mismos a tantas gentes de buena fe que llegaban andando hasta su sepulcro desde los lugares más remotos de la tierra.
¿Qué seguridad era aquella –debió pensar Jacobo- que se deja arrebatar un tesoro sin reparar en varios días en la falta? ¿Pero en manos de quién o de quiénes estaban las cosas de su casa? ¿A quién había confiado el mismísimo descendiente de Pedro, su compañero de oficio, la custodia del lugar en que se suponía que reposan sus huesos?
Ahora su milagro ha puesto en solfa a todo el clero compostelano. Los peregrinos, los verdaderos seguidores del Apóstol y los auténticos administradores del Camino (y no esos que lo llenan de mierda o de agresiones), no salen de su asombro viendo que mientras a ellos les molestan en pro de una supuesta seguridad, hay una carencia total de ésta en la custodia de los objetos de valor.
Y lo que es más jocoso, esos mercaderes disfrazados de clérigo y toda la policía desplegada en Compostela no dejan de pedir a Santiago un nuevo milagro, permitiéndoles recuperar lo que por su desidia anda extraviado. ¡Ay, Señor Santiago, qué tropa! ¡Deus adjuvanos!
Por Juan Frisuelos y Acacio da Paz
¡Loado sea el Cielo! ¡Alabado sea Santiago, hermano de S. Juan e hijo del Zebedeo! ¡Bienaventurados todos cuantos, de un modo u otro, son testigos del prodigio!
Jacobo, pariente cercano del Señor, acaba de obrar uno más de sus sonoros hechos. Seguramente es el último.
No es esta vez el portento en Clavijo, repartiendo mandobles entre la morisma (es sabido que andar por ahí jugando al matamoros no es en estos tiempos políticamente correcto).
Tampoco se ha embarcado en una nave de piedra –riéndose del principio de Arquímedes- ni ha confiado el gobierno del barquichuelo a unos ángeles sin nada mejor que hacer.
No. Esta vez se trata de un acontecimiento asombroso en la mismísima Compostela.
Este hombre, como los grandes artistas, se supera a si mismo.
Santiago, Jacobo, Yago, Jacomo, James, Jacques o como diantres quieran ustedes denominarle, porque siempre se trata del mismo individuo, ha hecho (por eso es un milagro) lo que menos esperaban de él: demostrar que quienes dicen proteger su templo y las reliquias que guarda, no pasan de mirarse el ombligo y tocarse las narices.
O tocárselas al personal, que eso si que lo hacen de maravilla. Sobre todo a los sufridos y fatigados peregrinos que tienen mucho de masoquistas por aguantar mayores tribulaciones en su destino que durante todo el Camino.
Hace siglos que la iglesia compostelana –y no se salva ni el apuntador de lo que sigue- no hace otra cosa que buscar el lucro y esquilmar a los peregrinos como hacen muchos pícaros a lo largo de la Ruta de las Estrellas.
Esa es la verdad, le duela a quien le duela. Una verdad tenaz, puñetera y contumaz, por más que nieguen la evidencia, que en eso también son verdaderos profesionales desde hace una eternidad. Hace un año, en plenos fastos del último Año Santo, empleado para mercadear y ponerse las botas haciéndolas pasar canutas, obligando a guardar una kilométrica cola a millares de peregrinos y de turistas bajo la lluvia o el sol de justicia antes de penetrar por la Puerta del Perdón, no se les ocurrió nada mejor que prohibir las mochilas de los caminantes dentro de la Catedral compostelana.
¿Y qué es un peregrino sin zurrón o escarcela, sin bordón y sin esos aditamentos que le distinguen de los simples mochileros o caminantes?
Lo hicieron, decían, en aras de la seguridad, como si en cualquier momento, un peregrino felón fuese a meter el Arca Marmórea en el zurrón y fuese a llevarse al mismísimo Santiago, a Atanasio y Teodoro, para darle cualquier uso extraño. ¡Ay, coño, qué idea más torcida tienen del peregrino!
Acaso –sugerían-, los malos podrían vestirse de peregrinos para introducir una bomba en la Catedral y acabar el trabajo de destrucción que ni el mismísimo Almanzor se atrevió a completar. Gastaron muchos euros –muchas más pesetas, naturalmente- en contratar a forzudos seguratas con aspecto de gorilas (disculpen los simios de esa especie las odiosas comparaciones); emplearon muchos más en instalar un sistema de no menos odiosas taquillas y desvirtuaron uno de los aspectos que daban sabor a la peregrinación.
Era una más de las sistemáticas agresiones formales que propina un cabildo incapaz de distinguir a un peregrino de un turista –hoy vemos que peregrino es cualquiera o eso piensan ellos-, que niega una Compostela a un niño pequeño porque no puede comprobar que haya llegado a Santiago impulsado por la fe o a un paralítico porque a lo mejor alguien ha empujado su sillita de ruedas. ¡A esos extremos hemos llegado, señores!
Pero se olvidaron de la capacidad del Apóstol para obrar milagros y de esa manera descuidaron la vigilancia que deberían haber depositado en los valiosos documentos y no menos admirables joyas que guarda la Catedral de las miradas del común de los mortales. ¡No es nadie el Hijo del Trueno!
De modo particular, perdieron el ojo que nunca debieron apartar del más completo y valioso ejemplar del Codex Calixtinus.
Por ello, Bonaerges decidió dar un escarmiento a aquellos descuidados a quienes se había confiado un enorme tesoro. Pensó que era hora de tirar de las orejas a aquellos clérigos y legos que se preocupaban más de vaciar las escarcelas de los peregrinos que de tener a buen recaudo aquellos bienes de valor incalculable.
¡Menudo es el hijo del Zebedeo cuando se cabrea!
¡Y esta vez estaba ciertamente cabreado!
¡Ya era hora de hacerles ver que estaba hasta los mismísimos de que anduviesen tocándole los mismos a tantas gentes de buena fe que llegaban andando hasta su sepulcro desde los lugares más remotos de la tierra.
¿Qué seguridad era aquella –debió pensar Jacobo- que se deja arrebatar un tesoro sin reparar en varios días en la falta? ¿Pero en manos de quién o de quiénes estaban las cosas de su casa? ¿A quién había confiado el mismísimo descendiente de Pedro, su compañero de oficio, la custodia del lugar en que se suponía que reposan sus huesos?
Ahora su milagro ha puesto en solfa a todo el clero compostelano. Los peregrinos, los verdaderos seguidores del Apóstol y los auténticos administradores del Camino (y no esos que lo llenan de mierda o de agresiones), no salen de su asombro viendo que mientras a ellos les molestan en pro de una supuesta seguridad, hay una carencia total de ésta en la custodia de los objetos de valor.
Y lo que es más jocoso, esos mercaderes disfrazados de clérigo y toda la policía desplegada en Compostela no dejan de pedir a Santiago un nuevo milagro, permitiéndoles recuperar lo que por su desidia anda extraviado. ¡Ay, Señor Santiago, qué tropa! ¡Deus adjuvanos!
Curiosidades del Camino
Bienaventuranzas del peregrino
1. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino te abre los ojos a lo que no se ve.
2. Bienaventurado eres, peregrino, si lo que más te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros.
3. Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres.
4. Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el camino comienza cuando se acaba.
5. Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe donde colgar tantas emociones.
6. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro vale mas que cien hacia adelante sin mirar a tu lado.
7. Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
8. Bienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu camino una vida y de tu vida un camino, en busca de quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
9. Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar la imagen de tu corazón.
10. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino tiene mucho de silencio; y el silencio, de oración; y la oración, de encuentro con el Padre que te espera.
1. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino te abre los ojos a lo que no se ve.
2. Bienaventurado eres, peregrino, si lo que más te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros.
3. Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres.
4. Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el camino comienza cuando se acaba.
5. Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe donde colgar tantas emociones.
6. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro vale mas que cien hacia adelante sin mirar a tu lado.
7. Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
8. Bienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu camino una vida y de tu vida un camino, en busca de quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
9. Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar la imagen de tu corazón.
10. Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino tiene mucho de silencio; y el silencio, de oración; y la oración, de encuentro con el Padre que te espera.
viernes, 5 de agosto de 2011
Campus Stellae
Un mes sin el Codex Calixtinus
Finisterre.- Hace un mes desapareció de la Catedral de Santiago de Compostela el Codex Calixtinus sin que se haya sabido nada nuevo sobre ese valioso libro históricos. La investigación abierta continúa y "va bien", según los responsables de la búsqueda de esa joya del patrimonio cultural de Galicia.
Para encontrar el Beato de Liébana sustraído en 1996 por cuatro encapuchados a plena luz del día del Museo Diocesano de La Seu d´Urgell (Lérida) hubo que esperar cuatro meses. Para que el Codex Calixtinus regrese a su estancia del Archivo de la catedral de Santiago tal vez tenga que pasar más tiempo, incluso una década –como admiten fuentes de la investigación– o, más aún, puede formar parte de ese 70% de piezas del patrimonio histórico que no se vuelve a recuperar.
De momento, el reloj avanza y no se ha producido ningún "milagro", como vaticinaban algunos. De hecho, pasado mañana se cumplirá ya un mes desde que uno de los dos colaboradores del deán compostelano José María Díaz en el Archivo del templo del Apóstol le comunicó la desaparición del manuscrito.Ese mismo día, el pasado 5 de julio, la policía acudió por la noche al lugar de los hechos para realizar las primeras pesquisas, aunque lo tuvieron difícil desde el principio porque los responsables del Archivo no pudieron especificar desde qué día faltaba la obra. Y este mes, aunque buena parte de las fuerzas de seguridad se coja sus vacaciones como cualquier otro empleado, no se producirá ningún parón en las investigaciones.Fuentes policiales confirman que el equipo que hasta ahora se está haciendo cargo de las indagaciones, compuesto por doce personas, tres de ellas venidas ex profeso desde Madrid, desde la Brigada de Patrimonio, no disminuirá sus efectivos durante este mes. Los funcionarios que tomen vacaciones serán reemplazados por otros. En ese sentido, el delegado del Gobierno, Miguel Cortizo, insistió desde el primer momento en que se recurriría a las fuerzas de seguridad que "hiciesen falta" para recuperar el volumen del siglo XII.No obstante, poco trasciende de la labor que realizan estos agentes. El delegado del Gobierno apeló a la necesidad de que las pesquisas se mantuvieran en secreto para no alertar al culpable o culpables del robo y desde la policía no quieren adelantar ningún avance hasta que la noticia que puedan ofrecer sean la del rescate del libro.
Lo que sí se sabe, a pesar de que desde el ámbito policial se insiste en que no se descarta ninguna hipótesis, es que algunas se prefieren a otras. Así, por ejemplo, la policía, tal vez inspirada por las palabras que pronunció el deán durante la rueda de prensa en la que dio cuenta de la sustracción del manuscrito –"quien se llevó el códice sabía de qué se trataba, sabía de su valor incalculable y sabía cómo llegar a él"–, ha insistido mucho, a lo largo de este primer mes, en el entorno más cercano. No obstante, desde la Iglesia compostelana consideran que las supuestas rencillas de autoridades eclesiásticas, que sostendrían el móvil de venganza, carecen de fundamento.Una de las hipótesis que se barajó al principio –apuntada por varios expertos– mencionaba el robo por encargo, pero el experto en robos de arte internacionales, Noah Charney, aseguró que se trata de casos excepcionales –aunque tampoco quiso eliminarla del abanico de posibilidades– y que sería más probable, incluso, que el manuscrito hubiese sido sustraído para lograr el abono de un rescate.Por todo ello no es de extrañar que, además de proceder al visionado de las alrededor de 400 horas de grabación que recogieron las cámaras situadas en el claustro de la catedral –que no en la propia cámara de seguridad–, iniciasen su investigación tomando declaraciones a todos los trabajadores del templo, hasta un total de 70, y que luego las pesquisas se ampliaran a los círculos "más próximos" de todo el personal, desde familiares a amigos.
"Nadie quedó sin entrevistar", destacaron fuentes próximas a la investigación.Por si acaso, no obstante, la Interpol fue alertada. Eso sí, el Códex ya no figura en la lista de "robos recientes" de la web –que incluyen imágenes para su identificación y obtención de posibles pistas– de la organización.
El alcalde de Santiago, Gerardo Conde Roa, ha señalado que "se albergan todas las esperanzas de que aparezca cuanto antes", al tiempo que ha reafirmado "el apoyo absoluto a la labor de la Policía".
El regidor compostelano ha afirmado que tiene constancia de que "la investigación va bien", y ha instado a la "tranquilidad", ya que "la resolución de este tipo de casos suele alargarse", dado la complejidad del proceso. Fue el medievalista de la Catedral, uno de los dos archiveros que tienen acceso a la caja fuerte, quien se percató el martes 5 de julio a la hora de cerrar de la ausencia del Códice Calixtino, donde lo había visto por última vez el jueves o el viernes de la semana anterior.
Una vez que fue descubierta su desaparición, el archivero llamó por teléfono al deán de la Catedral, que se personó en el archivo y realizó, junto al experto, una búsqueda detallada del documento. Una vez que tuvieron constancia plena de que no podía estar en ningún sitio, avisaron a la Policía sobre las 22.00 horas de ese martes. La Policía tomó imágenes y datos de la caja fuerte y el archivo el mismo día de la denuncia, durante unas dos horas, y también al día siguiente, en el que declararon las personas relacionadas con el archivo. En días posteriores, procedió a analizar las imágenes de las cámaras de seguridad para esclarecer lo sucedido.
Para encontrar el Beato de Liébana sustraído en 1996 por cuatro encapuchados a plena luz del día del Museo Diocesano de La Seu d´Urgell (Lérida) hubo que esperar cuatro meses. Para que el Codex Calixtinus regrese a su estancia del Archivo de la catedral de Santiago tal vez tenga que pasar más tiempo, incluso una década –como admiten fuentes de la investigación– o, más aún, puede formar parte de ese 70% de piezas del patrimonio histórico que no se vuelve a recuperar.
De momento, el reloj avanza y no se ha producido ningún "milagro", como vaticinaban algunos. De hecho, pasado mañana se cumplirá ya un mes desde que uno de los dos colaboradores del deán compostelano José María Díaz en el Archivo del templo del Apóstol le comunicó la desaparición del manuscrito.Ese mismo día, el pasado 5 de julio, la policía acudió por la noche al lugar de los hechos para realizar las primeras pesquisas, aunque lo tuvieron difícil desde el principio porque los responsables del Archivo no pudieron especificar desde qué día faltaba la obra. Y este mes, aunque buena parte de las fuerzas de seguridad se coja sus vacaciones como cualquier otro empleado, no se producirá ningún parón en las investigaciones.Fuentes policiales confirman que el equipo que hasta ahora se está haciendo cargo de las indagaciones, compuesto por doce personas, tres de ellas venidas ex profeso desde Madrid, desde la Brigada de Patrimonio, no disminuirá sus efectivos durante este mes. Los funcionarios que tomen vacaciones serán reemplazados por otros. En ese sentido, el delegado del Gobierno, Miguel Cortizo, insistió desde el primer momento en que se recurriría a las fuerzas de seguridad que "hiciesen falta" para recuperar el volumen del siglo XII.No obstante, poco trasciende de la labor que realizan estos agentes. El delegado del Gobierno apeló a la necesidad de que las pesquisas se mantuvieran en secreto para no alertar al culpable o culpables del robo y desde la policía no quieren adelantar ningún avance hasta que la noticia que puedan ofrecer sean la del rescate del libro.
Lo que sí se sabe, a pesar de que desde el ámbito policial se insiste en que no se descarta ninguna hipótesis, es que algunas se prefieren a otras. Así, por ejemplo, la policía, tal vez inspirada por las palabras que pronunció el deán durante la rueda de prensa en la que dio cuenta de la sustracción del manuscrito –"quien se llevó el códice sabía de qué se trataba, sabía de su valor incalculable y sabía cómo llegar a él"–, ha insistido mucho, a lo largo de este primer mes, en el entorno más cercano. No obstante, desde la Iglesia compostelana consideran que las supuestas rencillas de autoridades eclesiásticas, que sostendrían el móvil de venganza, carecen de fundamento.Una de las hipótesis que se barajó al principio –apuntada por varios expertos– mencionaba el robo por encargo, pero el experto en robos de arte internacionales, Noah Charney, aseguró que se trata de casos excepcionales –aunque tampoco quiso eliminarla del abanico de posibilidades– y que sería más probable, incluso, que el manuscrito hubiese sido sustraído para lograr el abono de un rescate.Por todo ello no es de extrañar que, además de proceder al visionado de las alrededor de 400 horas de grabación que recogieron las cámaras situadas en el claustro de la catedral –que no en la propia cámara de seguridad–, iniciasen su investigación tomando declaraciones a todos los trabajadores del templo, hasta un total de 70, y que luego las pesquisas se ampliaran a los círculos "más próximos" de todo el personal, desde familiares a amigos.
"Nadie quedó sin entrevistar", destacaron fuentes próximas a la investigación.Por si acaso, no obstante, la Interpol fue alertada. Eso sí, el Códex ya no figura en la lista de "robos recientes" de la web –que incluyen imágenes para su identificación y obtención de posibles pistas– de la organización.
El alcalde de Santiago, Gerardo Conde Roa, ha señalado que "se albergan todas las esperanzas de que aparezca cuanto antes", al tiempo que ha reafirmado "el apoyo absoluto a la labor de la Policía".
El regidor compostelano ha afirmado que tiene constancia de que "la investigación va bien", y ha instado a la "tranquilidad", ya que "la resolución de este tipo de casos suele alargarse", dado la complejidad del proceso. Fue el medievalista de la Catedral, uno de los dos archiveros que tienen acceso a la caja fuerte, quien se percató el martes 5 de julio a la hora de cerrar de la ausencia del Códice Calixtino, donde lo había visto por última vez el jueves o el viernes de la semana anterior.
Una vez que fue descubierta su desaparición, el archivero llamó por teléfono al deán de la Catedral, que se personó en el archivo y realizó, junto al experto, una búsqueda detallada del documento. Una vez que tuvieron constancia plena de que no podía estar en ningún sitio, avisaron a la Policía sobre las 22.00 horas de ese martes. La Policía tomó imágenes y datos de la caja fuerte y el archivo el mismo día de la denuncia, durante unas dos horas, y también al día siguiente, en el que declararon las personas relacionadas con el archivo. En días posteriores, procedió a analizar las imágenes de las cámaras de seguridad para esclarecer lo sucedido.
miércoles, 3 de agosto de 2011
Camino del Norte por la Costa
Los peregrinos se hacinan en Ribadeo al entrar en Galicia por la costa
Ribadeo (La Voz de Galicia).- Es mediodía y en el albergue de Ribadeo dormitan un par de peregrinos. Las otras diez literas, prendas, sacos de dormir o mochilas indican que ya están ocupadas. En el vestíbulo, de unos veinte metros cuadrados, se extienden tres esterillas. No hay nadie. Afuera una pareja monta una tienda de campaña. Una joven coreana, Kin Su Yeon, no pierde la sonrisa mientras tiende la ropa recién lavada.
A su espalda, por el puente de los Santos que une Galicia y Asturias sobre el Eo, se ve avanzar a otro caminante. Le quedan 190 kilómetros hasta Compostela y no hará noche en Ribadeo, a no ser que pague el alojamiento en un hostal o pensión. La alternativa que le ofrecerá el Concello es que siga caminando otros 7 kilómetros, hasta Vilela, a una antigua escuela donde si tiene suerte hallará una cama libre. Son las miserias de las otras rutas de peregrinos, eclipsadas por el Camino Francés, pero en las que año tras año el número de caminantes sigue creciendo.
Ribadeo no es una plaza más; es la entrada del Camino del Norte en Galicia. Muchos eligen la villa para iniciar su peregrinación. Por eso el anterior Gobierno de la Xunta firmó un convenio con el Obispado para restaurar un viejo colegio de monjas como albergue con unas 60 plazas. El proyecto se redactó, pero ha sido una víctima más de los recortes. De momento, en Ribadeo solo doce peregrinos encuentran cama.
Con el pabellón municipal en obras, el Concello no ofrece garantías a los grupos numerosos: «Dentro da precariedade de medios, estase facendo o que podemos. O que pasa é que ás veces chegan grupos sen chamar e como non temos onde poñelos quéixanse. Outros piden que lles fagamos prezo. ¿E se dormen no solo que facemos? ¿Cobrámoslles os cinco euros?», se justifican desde el Ayuntamiento.
Con motivo del año jacobeo, en el 2010 se habilitó como albergue provisional la vieja escuela de Vilela, un núcleo con un puñado de casas. De momento, el Concello lo sigue gestionando.
En la planta superior hay 34 literas y en la puerta una nota advirtiendo a los caminantes de que el grupo municipal de intervención rápida acudirá entre las 19.30 y las 20.00 horas para sellar las credenciales y cobrar. No hay, ni mucho menos, un control estricto: «Non nos podemos permitir ter a unha persoa permanentemente dedicada ao albergue», explica el edil de Economía, Vicente Castro.
Hasta el año pasado la llave de la escuela estaba en un restaurante próximo, A Pena. Ya no es así: «Por discrepancias co funcionamento», comenta críptico Pedro Díaz, el dueño del local. Él es, no obstante, el principal interesado en que funcione bien: «O outro día vendín cincuenta almorzos», sentencia.
En la improvisada terraza de A Pena descansan tres jóvenes malagueñas. Su objetivo es llegar al día siguiente a Lourenzá, a unos 20 kilómetros. Renqueando se les une un catalán. Lleva los pies vendados y se queja de la señalización, tosca e insuficiente. Por si fuera poco, al entrar en Galicia la vieira de los mojones se gira. «¡No hay quien se aclare!», se lamenta.
Ya circulan leyendas urbanas acerca del albergue. Sobre 15 scouts con cuatro adultos que llegaron a Vilela al mediodía y, tras pasar varias horas esperando, al final les dejaron entrar sin pagar. O cómo de noche ocho peregrinos polacos fueron levantados de sus literas y obligados a dormir en colchonetas para alojar a un equipo de fútbol.
Frente al albergue se apilan unas veinte bicicletas. Al ver el gesto intrigado del periodista, alguien aclara: «Son de chavalas que llegaron ayer. Parece que se van a quedar dos días a dormir... ¡Como nadie protesta!».
Ribadeo (La Voz de Galicia).- Es mediodía y en el albergue de Ribadeo dormitan un par de peregrinos. Las otras diez literas, prendas, sacos de dormir o mochilas indican que ya están ocupadas. En el vestíbulo, de unos veinte metros cuadrados, se extienden tres esterillas. No hay nadie. Afuera una pareja monta una tienda de campaña. Una joven coreana, Kin Su Yeon, no pierde la sonrisa mientras tiende la ropa recién lavada.
A su espalda, por el puente de los Santos que une Galicia y Asturias sobre el Eo, se ve avanzar a otro caminante. Le quedan 190 kilómetros hasta Compostela y no hará noche en Ribadeo, a no ser que pague el alojamiento en un hostal o pensión. La alternativa que le ofrecerá el Concello es que siga caminando otros 7 kilómetros, hasta Vilela, a una antigua escuela donde si tiene suerte hallará una cama libre. Son las miserias de las otras rutas de peregrinos, eclipsadas por el Camino Francés, pero en las que año tras año el número de caminantes sigue creciendo.
Ribadeo no es una plaza más; es la entrada del Camino del Norte en Galicia. Muchos eligen la villa para iniciar su peregrinación. Por eso el anterior Gobierno de la Xunta firmó un convenio con el Obispado para restaurar un viejo colegio de monjas como albergue con unas 60 plazas. El proyecto se redactó, pero ha sido una víctima más de los recortes. De momento, en Ribadeo solo doce peregrinos encuentran cama.
Con el pabellón municipal en obras, el Concello no ofrece garantías a los grupos numerosos: «Dentro da precariedade de medios, estase facendo o que podemos. O que pasa é que ás veces chegan grupos sen chamar e como non temos onde poñelos quéixanse. Outros piden que lles fagamos prezo. ¿E se dormen no solo que facemos? ¿Cobrámoslles os cinco euros?», se justifican desde el Ayuntamiento.
Con motivo del año jacobeo, en el 2010 se habilitó como albergue provisional la vieja escuela de Vilela, un núcleo con un puñado de casas. De momento, el Concello lo sigue gestionando.
En la planta superior hay 34 literas y en la puerta una nota advirtiendo a los caminantes de que el grupo municipal de intervención rápida acudirá entre las 19.30 y las 20.00 horas para sellar las credenciales y cobrar. No hay, ni mucho menos, un control estricto: «Non nos podemos permitir ter a unha persoa permanentemente dedicada ao albergue», explica el edil de Economía, Vicente Castro.
Hasta el año pasado la llave de la escuela estaba en un restaurante próximo, A Pena. Ya no es así: «Por discrepancias co funcionamento», comenta críptico Pedro Díaz, el dueño del local. Él es, no obstante, el principal interesado en que funcione bien: «O outro día vendín cincuenta almorzos», sentencia.
En la improvisada terraza de A Pena descansan tres jóvenes malagueñas. Su objetivo es llegar al día siguiente a Lourenzá, a unos 20 kilómetros. Renqueando se les une un catalán. Lleva los pies vendados y se queja de la señalización, tosca e insuficiente. Por si fuera poco, al entrar en Galicia la vieira de los mojones se gira. «¡No hay quien se aclare!», se lamenta.
Ya circulan leyendas urbanas acerca del albergue. Sobre 15 scouts con cuatro adultos que llegaron a Vilela al mediodía y, tras pasar varias horas esperando, al final les dejaron entrar sin pagar. O cómo de noche ocho peregrinos polacos fueron levantados de sus literas y obligados a dormir en colchonetas para alojar a un equipo de fútbol.
Frente al albergue se apilan unas veinte bicicletas. Al ver el gesto intrigado del periodista, alguien aclara: «Son de chavalas que llegaron ayer. Parece que se van a quedar dos días a dormir... ¡Como nadie protesta!».
Camino Francés
La diversidad cultural y lingüística del Camino se exhibe en Puente la Reina
Puente la Reina.- La exposición sobre la diversidad cultural y lingüística del Camino de Santiago se exhibe desde hoy en Puente la Reina. La muestra se puede visitar en la Casa del Vínculo, situada en la calle Mayor, 105, hasta el próximo 31 de agosto.
La muestra consta de diversos paneles informativos, así como un juego interactivo, en los que se dan a conocer las diferentes lenguas y culturas que existen a lo largo del Camino de Santiago, según ha informado el Gobierno de Navarra en una nota.
En concreto, la exposición presta una especial atención a las lenguas regionales y/o minoritarias, como el gallego, el euskera, el aragonés, el occitano (lengua romance hablada en el sur de Francia, el valle de Arán y en un área de los Alpes piamonteses, en Italia), el bretón (noroeste de Francia), el frisio (algunas áreas de Holanda y noroeste de Alemania) y el niederdeutsch (norte de Alemania), aunque también se incluyen el castellano, el alemán, el francés y el inglés.
La muestra, de carácter itinerante, llega a Puente la Reina después de haberse exhibido en Pamplona y Roncesvalles. Posteriormente, se expondrá en Santiago de Compostela (del 5 de septiembre al 24 de octubre) y en la Universidad de Kiel, en Alemania (del 28 de octubre al 22 de diciembre).
La iniciativa está impulsada por seis entidades europeas encargadas del desarrollo de lenguas regionales: el Instituto Navarro del Vascuence, la Secretaría General de Política Lingüística de la Xunta de Galicia, la Oficina de la Lengua Bretona, la asociación Estudios de Filología Aragonesa, la Universidad Christian-Albrechts de Kiel (Alemania) y Euroccat (Eurocongreso 2000 de los países occitanos y catalanes). Además, está financiada en un 50 por ciento por la Agencia Ejecutiva en el Ámbito Educativo, Audiovisual y Cultural (EACEA).
La muestra se enmarca dentro del proyecto europeo 'Camino de las culturas y las lenguas', que pretende destacar la aportación de las lenguas y culturas del Camino de Santiago al patrimonio europeo, con una especial atención a las regionales y/o minoritarias.
En el marco de esta iniciativa, se han creado las webs http://www.santiagolanguages.com/ y http://www.camino-eu.com/, sobre la historia cultural de las diferentes regiones europeas ligadas al Camino de Santiago.
Además, se ha editado un pequeño diccionario con expresiones útiles en cada uno de los idiomas anteriormente citados para los peregrinos que realizan el Camino de Santiago.
La muestra consta de diversos paneles informativos, así como un juego interactivo, en los que se dan a conocer las diferentes lenguas y culturas que existen a lo largo del Camino de Santiago, según ha informado el Gobierno de Navarra en una nota.
En concreto, la exposición presta una especial atención a las lenguas regionales y/o minoritarias, como el gallego, el euskera, el aragonés, el occitano (lengua romance hablada en el sur de Francia, el valle de Arán y en un área de los Alpes piamonteses, en Italia), el bretón (noroeste de Francia), el frisio (algunas áreas de Holanda y noroeste de Alemania) y el niederdeutsch (norte de Alemania), aunque también se incluyen el castellano, el alemán, el francés y el inglés.
La muestra, de carácter itinerante, llega a Puente la Reina después de haberse exhibido en Pamplona y Roncesvalles. Posteriormente, se expondrá en Santiago de Compostela (del 5 de septiembre al 24 de octubre) y en la Universidad de Kiel, en Alemania (del 28 de octubre al 22 de diciembre).
La iniciativa está impulsada por seis entidades europeas encargadas del desarrollo de lenguas regionales: el Instituto Navarro del Vascuence, la Secretaría General de Política Lingüística de la Xunta de Galicia, la Oficina de la Lengua Bretona, la asociación Estudios de Filología Aragonesa, la Universidad Christian-Albrechts de Kiel (Alemania) y Euroccat (Eurocongreso 2000 de los países occitanos y catalanes). Además, está financiada en un 50 por ciento por la Agencia Ejecutiva en el Ámbito Educativo, Audiovisual y Cultural (EACEA).
La muestra se enmarca dentro del proyecto europeo 'Camino de las culturas y las lenguas', que pretende destacar la aportación de las lenguas y culturas del Camino de Santiago al patrimonio europeo, con una especial atención a las regionales y/o minoritarias.
En el marco de esta iniciativa, se han creado las webs http://www.santiagolanguages.com/ y http://www.camino-eu.com/, sobre la historia cultural de las diferentes regiones europeas ligadas al Camino de Santiago.
Además, se ha editado un pequeño diccionario con expresiones útiles en cada uno de los idiomas anteriormente citados para los peregrinos que realizan el Camino de Santiago.
martes, 2 de agosto de 2011
Testimonios Peregrinos
GALLAECIA RUTAS MÁGICAS: EL PINDO, OLIMPO CELTA
Por José de la Riera
(A todos mis amigos, y especialmente a Iria y Marc, que tienen pendiente un bautizo celta en A Moa, conmigo de oficiante, aunque Marc tiene miedo a las meigas, parece mentira)
Tienes el mar ante ti. Es el fin de tu Camino y probablemente te esté martilleando la pregunta que desde hace días temías hacerte: ¿se acabó todo? Puede que, con el océano infinito estallando a tus pies, sientas una extraña inquietud, una llamada, una presencia.
Entonces volverás la vista hacia el sur y lo verás, está allí, presidiéndolo
todo. Es el Pindo, conocido por todos los autores gallegos y no gallegos como el Olimpo Celta.
Impresionante, sombrío, avasallador. La subida al Pindo es una de las experiencias que marcan para toda la vida. ¿Belleza? Para nada, la palabra, si es que hay alguna, es "sobrecogimiento" y también, si es posible, "silencio”, "inmensidad" o tal vez "congoja". La subida al Pindo es cualquier cosa menos una "excursión" o una "marcha".
Es uno de los pocos espacios sagrados que quedan en Europa y se nota en
todo, el Pindo es una amenaza, un aullido que llega desde tiempos arcanos, una advertencia, una invitación... avisado quedas. Porque, entre otras advertencia, en las crestas de Penafiel - una de las cresterías del Pindo, hay una amenazadora inscripción, mandada grabar por el Cabildo de Santiago y cuya traducción
exacta es: "Reyes, obispos y presbíteros alejen a todos de este lugar maldito y
castillo, bajo pena de excomunión". (Según todos los autores, grabada en el
siglo XI).
¿Cabildo compostelano? ¿Monte Pindo? ¿Finisterrae? ¿Excomuniones y anatemas? Música conocida, fox trot, fru-frús de sotanas intentando poner puertas al campo, bisbiseos de sacristía, a un canónigo le viene un soponcio... con toda seguridad de aquellos barros vinieron los lodos actuales y la explicación a la feroz oposición que la catedral de Santiago ha manifestado siempre a la peregrinación al fin del mundo tachándola de mero paganismo. Pero... ¿qué pasaba en el Pindo?
Cultos litolátricos, indígenas poniendo (todavía en el siglo XIV) una vela a Dios
y cuarenta al diablo, "aturuxos" y "alalás" entre las peñas, los antiguos cultos celtas perviviendo a tiro de ballesta del Promontorio Nerio, el cabo Fisterra.
El Pindo es un cataclismo, un sueño inquieto que dejaría a Lovecraft convertido en un personaje melifluo de Tintín: petroglifos por doquier, grandes piedras (¿talladas?) representando amenazadores monstruos primigenios, colosos impávidos acechando en forma de granito, calzadas ciclópeas hacia la cima, valles encantados, silencio atronador e, inquietante, el mar océano, abajo, envolviendo al caminante en un clima irreal, en cada esquina una leyenda, un rito arcano, una señal, un recuerdo...todo el Finisterrae está plagado de los recuerdos del culto ancestral a las piedras (litolatría, ¡ah del presente, Muxía!) pero la montaña sagrada de Galicia, el Pindo, es una "reserva" comanche donde esos restos se perciben, se sienten, a cada metro, a cada paso, en cada revuelta del camino. Y, al peregrino, la inscripción y las ruinas del castillo de Penafiel probablemente le traerán recuerdos del arzobispo Don Suero Gómez de Toledo. Don Suero fue asesinado en Compostela por los parientes de Alonso Suárez de Deza, los Churruchaos, en venganza del asesinato de Alonso por orden de otro arzobispo, Berenguel de Landoire.
El castillo de Penafiel pertenecía a los arriscados Churruchaos, y fue mandado arrasar por la mitra compostelana, después de tocar a rebato tras la muerte de Don Suero. El patriarca de las letras gallegas, RamónOtero Pedrayo, escribió sobre el Pindo: "El seno determinado por el Finisterre y la punta de Nuestra Señora de los Remedios puede denominarse golfo o bahía de Finisterre, o quizá mejor del Pindo, por la grave y bella testa de este monte simbólico que, desde el centro de la curva y en imponente caída sobre la costa, preside y centra sus horizontes. Se le ha llamado uno de los Olimpos Célticos y forma uno de los parajes de mayor emoción de Galicia".
Fernando Alonso Romero, autor del magnífico "Leyendas del Finisterrae", asegura que la cumbre del Pindo está exactamente alineada con el Facho de Fisterra, la catedral de Santiago y... O Cebreiro.
Naturalmente hay más, mucho más. En el año 19 antes de Cristo el general romano Sextius decidió erigir tres grandes aras - las Aras Sextianas - en aquellos parajes del fin del mundo, como homenaje al emperador Augusto y conmemorando las victorias de las legiones en las recientes guerras del norte. Durante años y años multitud de investigadores han buscado las Aras Sextianas. Plinio las sitúa en las proximidades del Promontorium Celticum(cabo Fisterra). En la cumbre del Penafiel, presidiendo el inmenso mar que se bate a sus pies, el investigador Pedro Marfany ha encontrado restos de una gran ara de sacrificios. Para él no hay duda ("Galicia Incógnita"), en el Pindo se encuentra al menos una de las tres famosas "Aras Sextianas". Los habitantes del Finisterrae seguían subiendo al Pindo, a las Aras, a los colosos tallados en las rocas. De ahí las excomuniones, de ahí los anatemas.
Pero al caminante que logre subir a la cumbre mas alta del Pindo, la mole
mesetaria de A Moa, le espera un premio: la vista más deslumbrante de Galicia, una de las visiones más avasalladoras de Europa: con el mar rugiendo setecientos metros más abajo, tendrá ante sí una aparición despampanante, Galicia a los cuatro vientos, pudiendo llegar a percibir, al sur, las Islas Cíes y el lejano Portugal, con el cabo Fisterra a sus pies, convertido en un diminuto roquedo.
Todo ello, a tiro de ballesta del final de tu Camino. ¿Hay quién se arriesgue? Pues toma mi mano, subimos al Pindo.
Accesos: Desde Fisterra (o desde Muxía) no tienes más que acceder a Cée y desde allí tomar la carretera de la costa (dirección Muros y Noia). La aldea de O Pindo se encuentra a diez kilómetros de Cée. Dos kilómetros antes, en Ézaro, y si la central hidráulica lo permite, verás el único río de Europa que desemboca en cascada en el mar, el Xallas. El Pindo es en realidad un conjunto de alturas, entre las que destacan (muy próximas) Penafiel y, sobre todo Pena Moa o simplemente A Moa, que será tu destino.
Para subir al Pindo tienes diversas opciones. Una arranca justo detrás de la iglesia de la aldea de Pindo, en dirección sur. También se puede optar por subir desde Caldebarcos. Mi recomendación es que lo hagas desde Quilmas, es la más corta; Quilmas es una pequeña aldea a dos kilómetros del pueblo de O Pindo, en la misma carretera de la costa. Toma el acceso del cementerio, déjalo a un lado y continúa por la pista. De todas formas todos éstos accesos confluyen en las Lamas del Pindo, justo al pie de los grandes farallones que conforman la Moa. A partir de aquí sigue la señalización.
Ten en cuenta algunos consejos: la subida es de dificultad media, te llevará aproximadamente un par de horas. Y una hora y media la bajada. Con niebla ni lo intentes, y mucho menos solo. Lleva agua.
Hay multitud de manantiales pero no es fácil dar con ellos. Si te sientes perdido, vuelve atrás y busca las señales. No te internes por rutas que no controles, oriéntate siempre por el mar que tienes abajo, verás siempre al sur (si estás en la cara adecuada de la montaña) el gran arenal de Carnota.
La montaña: Escasísima vegetación, enorme caos de piedra con grandes moles, granitos tipo "Traba", de mica biotita y con feldespato rosado. Como consecuencia probable de la luz solar, todo el monte suele tomar un aspecto que va del violeta al púrpura.
Algo de lo que te vas a encontrar, en tu ruta o en el conjunto del monte: Al sur del pueblo del Pindo, a 270 metros de altura, restos del castillo de San Xurxo, construido por el obispo Sisnando.
Murallas ciclópeas que circundan y aíslan la parte superior del monte. Xigante do Chan da Mina, monumental conjunto de forma antropomorfa.
Remontando la ladera oeste, en un declive, aparece el llamado "Valle encantado", con extrañas formaciones, entre ellas el Coloso del Valle Encantado, en medio de un paisaje dantesco y solitario. En el canchal del Pedregal, en un campo de abundantes pastos conocido como "Campo Boutireiro" un pequeño desvío te acercará a la impresionante crestería de "Os Aguillons" donde una enorme figura, en forma de centauro, preside las alturas.
En la cara sur se encuentra el llamado "Coloso del Pindo" otra impresionante figura antropomorfa.
A medida que te acercas a la cima, atravesarás tramos de antiquísima calzada con grandes losas, muy cubierta por la vegetación. Vete atento a todo el paraje conocido como El Pedregal, cara sur del monte, con vistas a la playa de Carnota. Delimitado por los arroyos Bravo y Valdebois, es un gran canchal granítico inmerso en un caos de pequeños valles delimitados por grandes "penedos", A Moa. La cima es una inverosímil meseta, de una sola losa granítica, azotada por todos los vientos, con el cabo Fisterra a sus pies y un horizonte a los cuatro puntos cardinales de Galicia. Muy cerca, el Monte Penafiel con sus Aras Sextianas y sus extrañas inscripciones y anatemas. Al Penafiel es mejor acceder con guía, sin conocer los pasos te internarás en un mar de abismos.
Esto es algo de lo que puedes alcanzar a ver en el Pindo. Pero lo mejor es que lo olvides, déjate llevar.
Además, no solamente en el monte encontrarás ecos de antiguos cultos. En la misma aldea de Pindo, en el lugar de Monte do Moucho, pequeño promontorio junto al mar unido al pueblo por un istmo, está la llamada Eira dos Mortos o Eira de Pedra. Aquí tenían y tienen lugar extraños ritos, llanamente: "quitar o aire de morto". Si quieres saber más (sobre esto y otras muchas cosas) pregunta en O Pindo. Lo dicho, déjate llevar, busca tu mismo al final del final de todos los Caminos de Europa.
(A todos mis amigos, y especialmente a Iria y Marc, que tienen pendiente un bautizo celta en A Moa, conmigo de oficiante, aunque Marc tiene miedo a las meigas, parece mentira)
Tienes el mar ante ti. Es el fin de tu Camino y probablemente te esté martilleando la pregunta que desde hace días temías hacerte: ¿se acabó todo? Puede que, con el océano infinito estallando a tus pies, sientas una extraña inquietud, una llamada, una presencia.
Entonces volverás la vista hacia el sur y lo verás, está allí, presidiéndolo
todo. Es el Pindo, conocido por todos los autores gallegos y no gallegos como el Olimpo Celta.
Impresionante, sombrío, avasallador. La subida al Pindo es una de las experiencias que marcan para toda la vida. ¿Belleza? Para nada, la palabra, si es que hay alguna, es "sobrecogimiento" y también, si es posible, "silencio”, "inmensidad" o tal vez "congoja". La subida al Pindo es cualquier cosa menos una "excursión" o una "marcha".
Es uno de los pocos espacios sagrados que quedan en Europa y se nota en
todo, el Pindo es una amenaza, un aullido que llega desde tiempos arcanos, una advertencia, una invitación... avisado quedas. Porque, entre otras advertencia, en las crestas de Penafiel - una de las cresterías del Pindo, hay una amenazadora inscripción, mandada grabar por el Cabildo de Santiago y cuya traducción
exacta es: "Reyes, obispos y presbíteros alejen a todos de este lugar maldito y
castillo, bajo pena de excomunión". (Según todos los autores, grabada en el
siglo XI).
¿Cabildo compostelano? ¿Monte Pindo? ¿Finisterrae? ¿Excomuniones y anatemas? Música conocida, fox trot, fru-frús de sotanas intentando poner puertas al campo, bisbiseos de sacristía, a un canónigo le viene un soponcio... con toda seguridad de aquellos barros vinieron los lodos actuales y la explicación a la feroz oposición que la catedral de Santiago ha manifestado siempre a la peregrinación al fin del mundo tachándola de mero paganismo. Pero... ¿qué pasaba en el Pindo?
Cultos litolátricos, indígenas poniendo (todavía en el siglo XIV) una vela a Dios
y cuarenta al diablo, "aturuxos" y "alalás" entre las peñas, los antiguos cultos celtas perviviendo a tiro de ballesta del Promontorio Nerio, el cabo Fisterra.
El Pindo es un cataclismo, un sueño inquieto que dejaría a Lovecraft convertido en un personaje melifluo de Tintín: petroglifos por doquier, grandes piedras (¿talladas?) representando amenazadores monstruos primigenios, colosos impávidos acechando en forma de granito, calzadas ciclópeas hacia la cima, valles encantados, silencio atronador e, inquietante, el mar océano, abajo, envolviendo al caminante en un clima irreal, en cada esquina una leyenda, un rito arcano, una señal, un recuerdo...todo el Finisterrae está plagado de los recuerdos del culto ancestral a las piedras (litolatría, ¡ah del presente, Muxía!) pero la montaña sagrada de Galicia, el Pindo, es una "reserva" comanche donde esos restos se perciben, se sienten, a cada metro, a cada paso, en cada revuelta del camino. Y, al peregrino, la inscripción y las ruinas del castillo de Penafiel probablemente le traerán recuerdos del arzobispo Don Suero Gómez de Toledo. Don Suero fue asesinado en Compostela por los parientes de Alonso Suárez de Deza, los Churruchaos, en venganza del asesinato de Alonso por orden de otro arzobispo, Berenguel de Landoire.
El castillo de Penafiel pertenecía a los arriscados Churruchaos, y fue mandado arrasar por la mitra compostelana, después de tocar a rebato tras la muerte de Don Suero. El patriarca de las letras gallegas, RamónOtero Pedrayo, escribió sobre el Pindo: "El seno determinado por el Finisterre y la punta de Nuestra Señora de los Remedios puede denominarse golfo o bahía de Finisterre, o quizá mejor del Pindo, por la grave y bella testa de este monte simbólico que, desde el centro de la curva y en imponente caída sobre la costa, preside y centra sus horizontes. Se le ha llamado uno de los Olimpos Célticos y forma uno de los parajes de mayor emoción de Galicia".
Fernando Alonso Romero, autor del magnífico "Leyendas del Finisterrae", asegura que la cumbre del Pindo está exactamente alineada con el Facho de Fisterra, la catedral de Santiago y... O Cebreiro.
Naturalmente hay más, mucho más. En el año 19 antes de Cristo el general romano Sextius decidió erigir tres grandes aras - las Aras Sextianas - en aquellos parajes del fin del mundo, como homenaje al emperador Augusto y conmemorando las victorias de las legiones en las recientes guerras del norte. Durante años y años multitud de investigadores han buscado las Aras Sextianas. Plinio las sitúa en las proximidades del Promontorium Celticum(cabo Fisterra). En la cumbre del Penafiel, presidiendo el inmenso mar que se bate a sus pies, el investigador Pedro Marfany ha encontrado restos de una gran ara de sacrificios. Para él no hay duda ("Galicia Incógnita"), en el Pindo se encuentra al menos una de las tres famosas "Aras Sextianas". Los habitantes del Finisterrae seguían subiendo al Pindo, a las Aras, a los colosos tallados en las rocas. De ahí las excomuniones, de ahí los anatemas.
Pero al caminante que logre subir a la cumbre mas alta del Pindo, la mole
mesetaria de A Moa, le espera un premio: la vista más deslumbrante de Galicia, una de las visiones más avasalladoras de Europa: con el mar rugiendo setecientos metros más abajo, tendrá ante sí una aparición despampanante, Galicia a los cuatro vientos, pudiendo llegar a percibir, al sur, las Islas Cíes y el lejano Portugal, con el cabo Fisterra a sus pies, convertido en un diminuto roquedo.
Todo ello, a tiro de ballesta del final de tu Camino. ¿Hay quién se arriesgue? Pues toma mi mano, subimos al Pindo.
Accesos: Desde Fisterra (o desde Muxía) no tienes más que acceder a Cée y desde allí tomar la carretera de la costa (dirección Muros y Noia). La aldea de O Pindo se encuentra a diez kilómetros de Cée. Dos kilómetros antes, en Ézaro, y si la central hidráulica lo permite, verás el único río de Europa que desemboca en cascada en el mar, el Xallas. El Pindo es en realidad un conjunto de alturas, entre las que destacan (muy próximas) Penafiel y, sobre todo Pena Moa o simplemente A Moa, que será tu destino.
Para subir al Pindo tienes diversas opciones. Una arranca justo detrás de la iglesia de la aldea de Pindo, en dirección sur. También se puede optar por subir desde Caldebarcos. Mi recomendación es que lo hagas desde Quilmas, es la más corta; Quilmas es una pequeña aldea a dos kilómetros del pueblo de O Pindo, en la misma carretera de la costa. Toma el acceso del cementerio, déjalo a un lado y continúa por la pista. De todas formas todos éstos accesos confluyen en las Lamas del Pindo, justo al pie de los grandes farallones que conforman la Moa. A partir de aquí sigue la señalización.
Ten en cuenta algunos consejos: la subida es de dificultad media, te llevará aproximadamente un par de horas. Y una hora y media la bajada. Con niebla ni lo intentes, y mucho menos solo. Lleva agua.
Hay multitud de manantiales pero no es fácil dar con ellos. Si te sientes perdido, vuelve atrás y busca las señales. No te internes por rutas que no controles, oriéntate siempre por el mar que tienes abajo, verás siempre al sur (si estás en la cara adecuada de la montaña) el gran arenal de Carnota.
La montaña: Escasísima vegetación, enorme caos de piedra con grandes moles, granitos tipo "Traba", de mica biotita y con feldespato rosado. Como consecuencia probable de la luz solar, todo el monte suele tomar un aspecto que va del violeta al púrpura.
Algo de lo que te vas a encontrar, en tu ruta o en el conjunto del monte: Al sur del pueblo del Pindo, a 270 metros de altura, restos del castillo de San Xurxo, construido por el obispo Sisnando.
Murallas ciclópeas que circundan y aíslan la parte superior del monte. Xigante do Chan da Mina, monumental conjunto de forma antropomorfa.
Remontando la ladera oeste, en un declive, aparece el llamado "Valle encantado", con extrañas formaciones, entre ellas el Coloso del Valle Encantado, en medio de un paisaje dantesco y solitario. En el canchal del Pedregal, en un campo de abundantes pastos conocido como "Campo Boutireiro" un pequeño desvío te acercará a la impresionante crestería de "Os Aguillons" donde una enorme figura, en forma de centauro, preside las alturas.
En la cara sur se encuentra el llamado "Coloso del Pindo" otra impresionante figura antropomorfa.
A medida que te acercas a la cima, atravesarás tramos de antiquísima calzada con grandes losas, muy cubierta por la vegetación. Vete atento a todo el paraje conocido como El Pedregal, cara sur del monte, con vistas a la playa de Carnota. Delimitado por los arroyos Bravo y Valdebois, es un gran canchal granítico inmerso en un caos de pequeños valles delimitados por grandes "penedos", A Moa. La cima es una inverosímil meseta, de una sola losa granítica, azotada por todos los vientos, con el cabo Fisterra a sus pies y un horizonte a los cuatro puntos cardinales de Galicia. Muy cerca, el Monte Penafiel con sus Aras Sextianas y sus extrañas inscripciones y anatemas. Al Penafiel es mejor acceder con guía, sin conocer los pasos te internarás en un mar de abismos.
Esto es algo de lo que puedes alcanzar a ver en el Pindo. Pero lo mejor es que lo olvides, déjate llevar.
Además, no solamente en el monte encontrarás ecos de antiguos cultos. En la misma aldea de Pindo, en el lugar de Monte do Moucho, pequeño promontorio junto al mar unido al pueblo por un istmo, está la llamada Eira dos Mortos o Eira de Pedra. Aquí tenían y tienen lugar extraños ritos, llanamente: "quitar o aire de morto". Si quieres saber más (sobre esto y otras muchas cosas) pregunta en O Pindo. Lo dicho, déjate llevar, busca tu mismo al final del final de todos los Caminos de Europa.
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