El cabildo estudia poner arcos de seguridad en la catedral de Santiago
Las medidas implantadas por la
catedral para profesionalizar la gestión de la basílica parecen haber
dado resultado. El ejercicio del 2015 ha arrojado superávit. Con el
panorama económico encauzado, toca de cara al futuro intensificar las
medidas de seguridad: la posibilidad de implantación de arcos de control
en el acceso, entre otras acciones, ha sido puesta sobre la mesa por
los responsables del templo.
Hasta ahora el resultado positivo de las cuentas
estaba reservado para los años santos, el último de los cuales fue el
2010. Pero los 185.000 euros registrados en el 2014 evidencian el cambio
de rumbo. Precisamente, la profesionalización y el control de las
actividades de la basílica han supuesto uno de los principales capítulos
de gasto. La seguridad y vigilancia del centro importaron en el pasado
ejercicio 406.000 euros, lo que significa cuatro veces más que lo
aportado en el año anterior.
Y, por lo que parece, ese incremento de los gastos de
vigilancia se van a acentuar de cara al futuro con la implantación de
nuevas medidas de seguridad, según puso ayer de manifiesto el director
de la Fundación Catedral, Daniel Lorenzo. Lo han sugerido las
autoridades, y no por capricho, según reconoce la propia Iglesia: «Hay
mucho terrorista suelto», sentencia Lorenzo. El yihadismo, una seria
amenaza en Occidente, tiene mucha culpa de este acrecentamiento de la
seguridad, que precisará la ayuda de las Administraciones.
El estrechamiento de la vigilancia es precisamente
una de las quejas más explicitadas por los visitantes de la basílica,
según indicó el deán Segundo Pérez, que reconoce, sin embargo, la
necesidad de adoptar las medidas que sean precisas. «Toda seguridad es
poca», resalta.
Ello concierne más que nada a la seguridad de las
personas, teniendo en cuenta que la catedral se halla a menudo
abarrotada de fieles. La seguridad del patrimonio y del dinero está ya
garantizada, según el administrador del templo, Francisco Domínguez, que
se muestra convencido de que otro caso Castiñeiras (el ladrón del
Códice) «es imposible».
Destino del dinero
Precisamente Domínguez es el artífice, o uno de los
artífices, de la mejoría de las cuentas de la catedral, al asumir la
gestión de la misma con criterios técnicos y medios adecuados. El
déficit de 170.000 euros de media anual, salvo en los años jacobeos,
venía siendo una constante que se esfumó en el 2014. Un año en el que
los ingresos ascendieron a 1.730.000 euros y los gastos a 1.545.000. Una
buena parte de los ingresos (algo más de un millón, el 60 %) proceden
de las aportaciones de los fieles, lo que significa que el caso
Castiñeiras está quedando atrás y la gente está convencida de que el
dinero de las colectas no se va a evaporar.
A propósito, al ser preguntado por los 2,4 millones
de euros robados por Castiñeiras que el Cabildo con seguridad va a
recuperar, Domínguez propuso destinarlos a la conservación de la
catedral. Días antes el deán había sugerido en este periódico destinarlo
a obras sociales. Y ayer se ratificó en ese destino frente a la
propuesta del administrador.
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