Códice Calixtino:Los bienes eclesiásticos mal protegidos
Por C. de Paz
Santiago de Compostela.- El rocambolesco robo del Códice Calixtino en la Catedral compostelana viene a poner en solfa la protección de muchos bienes eclesiásticos y la vulnerabilidad de un patrimonio que, si bien en manos de la Iglesia, pertenece a todos.
Alguien ha escrito que la protección del Códice, una de las joyas medievales del patrimonio español, era una cuestión de "compadreo", en la que la llave corría de mano en mano según conveniencia. Y se ha sugerido que de las medidas de seguridad de la Catedral de Santiago debe ocuparse personal especializado.
A juicio de la Policía, si el robo no se produjo antes fue gracias a mas medidas de seguridad desplegadas durante el Año Santo Jacobeo 2010. Y además se alerta a los responsables del cabildo compostelano que hay que aprender la lección, porque quedan elementos valiosísimos en la catedral.
Desde el Patrimonio Nacional piden a la Iglesia que adopte un protocolo similar a los museos civiles. Pero claro, prevención y protección, suponen más dinero. Y lo cierto es que la crisis ha provocado recortes de hasta el 30 por ciento en el gasto de protección de los bienes artísticos, tanto por parte del Ministerio de Cultura como en los gobiernos regionales.
Pero la propiedad de ciertos bienes culturales, como es el caso del Códice, es exclusiva de la Iglesia, y otros entes carecen de competencias en ellos. Con tales carencias y limitaciones a nadie puede sorprender que el último informe del Fondo Mundial de Monumentos (WWF) mantenga a España como tercer país, tras EEUU y Perú, que menos cuida su patrimonio. Y ese informe alude al peligro de desaparición de algunos tramos del Camino de Santiago, como el de Santo Domingo de la Calzada, amenazado por la autopista, que han denunciado agriamente las Asociaciones altruistas jacobeas.
Al final, es todo una cuestión de dinero, y los especialistas dicen que el peligro para el patrimonio responde a la alianza de los recortes presupuestarios y el intrusismo en la contratación de obras de restauración, que hace que primen las ofertas más baratas, tanto en conservación como en restauración.
Un experto dice, que basta darse una vuelta por la geografía española para ver obras de restauración y conservación realizadas con presupuesto bajo y las que se realizan sin mirar el dinero. Hay iglesias, murallas, castillos e inmuebles de todo tipo donde las restauraciones realizadas, incluso por llamados técnicos de Bellas Artes, no son más que una mala chapuza. En cambio hay obras en otros lugares artísticos efectuados con primor por simples escuelas taller, que tienen el valor añadido de dar empleo a jóvenes y parados.
Un responsable de Patrimonio Nacional opina al amparo del anonimato que "el Estado debería establecer un protocolo para el arte de las iglesias como el que tienen los museos civiles, con seguridad, climatización y control, porque son bienes de la Iglesia, pero son patrimonio de todos nosotros". Cuenta cómo las iglesias son extremadamente vulnerables al robo de obras de arte.
De hecho, según los datos de la Guardia Civil, en 2009 este tipo de delitos creció un 40% con respecto a 2008 y en 2010 volvió a aumentar en un 22%. La Fiscalía Superior de Galicia ha dejado patente su preocupación por la protección del patrimonio cultural gallego y destaca que los robos cometidos en el último año se centran en inmuebles de carácter religioso como iglesias, monasterios o ermitas, y que dentro del arte sacro los bienes más cotizados por los expoliadores son las imágenes de la iconografía católica de distintas épocas y de gran valor cultural.
Los especialistas consultados están sorprendidos con las medidas de seguridad del Códice: una cámara de seguridad a la que tenía acceso cualquiera, sin un control diario del manuscrito, sin arcos de seguridad, sin cámaras bien dirigidas, ni un protocolo de entrada reglado por escrito, con la firma de un responsable. Una invitación aparente al robo.
Para el jefe de servicio de Manuscritos e Incunables de la Biblioteca Nacional, Julián Martín Abad, se tenían que haber tomado medidas de seguridad mucho más importantes. Coincide en que un libro como el Códice Calixtino debería haber tenido unas visitas muy limitadas, con una toma de control visual bien orientada. Recuerda que en las cámaras de la Biblioteca Nacional hubo puntos muertos que hicieron posible los robos de los diez mapas de Ptolomeo hace dos años.
"Los libros no están hechos para estar en un museo", explica Martín Abad, que defiende la conservación de los objetos en los lugares para los que fueron concebidos. Pero reclama protección. "El libro no es un objeto de exposición. Es un producto histórico. Hay que sacarlo de su lugar sólo cuando es necesario. Hay que ayudar a los lugares a que tengan ayudas para una conservación adecuada. Esa es la verdadera responsabilidad política", cuenta.
El especialista no teme su desaparición, lo que le preocupa realmente es su destrucción parcial: el troceado de las iniciales, por ejemplo. Ha contenido su asombro, porque está acostumbrado a la alarma. Revisa la historia de los libros y comprueba cómo han sufrido todo tipo de vejaciones y situaciones dramáticas. Pero lo que realmente le preocupa es "el terror de la mutilación".
Expertos policiales dedicados a la investigación de delitos contra el confirman la gravedad en este sentido: "El ladrón, probablemente, es una persona que no sabrá qué hacer con él y terminará arrancando las hojas para vendérselas a coleccionistas que las quieran enmarcar".
Rápidamente suaviza la imagen del fanático encerrado en su castillo, palacio o buhardilla extasiado con la posesión del libro miniado. "No hay ningún coleccionista que quiera admirar por la noche él solo la pieza. Los coleccionistas necesitan enseñar sus piezas más valiosas a otros coleccionistas y el Códice Calixtino está marcado. Este no es un robo por encargo: en mis 20 años en este cuerpo, sólo he visto un caso de robo por encargo", dice un experto policial.
Sin embargo, si saliera a subasta algo imposible su precio podría alcanzar los cien millones de euros, según el experto Manuel Moleiro, editor de réplicas y facsímiles de códices antiguos. Julián Martín Abad replica: "¿Qué precio le pondrías a una parte de nuestro pasado? Es imposible saberlo".
El editor especializado en bibliología Julio Ollero es tajante: "Si no pueden conservar un bien patrimonial, que se desprendan de ello. No se puede exponer el Patrimonio a las inclemencias o al público". Aclara que no se puede tener el arte en estas condiciones. En eso coincide con Pilar Rábade, medievalista especializada en Historia de la Iglesia y profesora de la Universidad Complutense de Madrid, pero pide al Estado atención para que "la Iglesia garantice su protección. "Este robo es un auténtico desastre, porque es una pieza irreemplazable", explica.
Las piezas creadas para la liturgia y convertidas en arte con el paso de los siglos ya no pueden seguir en las Iglesias y Eduard Carbonell, ex director del Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC), cree que hay que tener mucho dinero para conservar un patrimonio tan vasto. "Soy partidario de que estén protegidas en su lugar de origen. Hoy nadie arrancaría los mármoles para llevárselos al British Museum. Además, la Iglesia no querrá desprenderse de ese patrimonio porque representa dinero y ahora se paga por entrar en la catedral".
Las condiciones en las que parece haberse perpetrado el robo del Códice Calixtino de la catedral de Santiago envuelven el suceso de cierto halo de misterio a la altura de un guión cinematográfico. El deán de la catedral de Santiago y Archivero Mayor, José María Díaz, asegura que las cerraduras y puertas de la estancia donde se hallaba el Códice Calixtino no presentan signos de violencia ni de haber sido forzadas, y afirma que sólo él y otras dos personas tienen acceso a esa sala, que alberga documentos de gran valor propiedad de la catedral compostelana.
Fue el medievalista de la Catedral, uno de los dos archiveros que tienen acceso a la caja fuerte, quien se percató el martes a la hora de cerrar de la ausencia del Códice Calixtino, donde lo había visto por última vez el jueves o el viernes de la semana pasada.
Una vez que fue descubierta su desaparición, el archivero llamó por teléfono al deán de la Catedral, que se personó en el archivo y realizó junto al experto una búsqueda detallada del documento. Una vez que tuvieron constancia plena de que no podía estar en ningún sitio, avisaron a la Policía. Ésta ha tomado imágenes y datos de la caja fuerte y el archivo el mismo día de la denuncia, durante unas dos horas, y también al día siguiente, en el que se tomó declaración a las personas relacionadas con el archivo, entre ellas el Deán.
La catedral de Santiago de Compostela no es la primera vez que sufre un ataque contra su patrimonio histórico-artístico, aunque evidentemente no de la importancia que supone el robo del Códice Calixtino de su Archivo.A principios del siglo pasado, concretamente en mayo de 1906, unos ladrones aprovecharon la noche para entrar por una ventana, a la que serraron los barrotes, para esconderse en el interior del templo y sin testigos, proceder al robo de varios objetos religiosos. Los bandidos entraron en la conocida como Capilla de las Reliquias y en ella se apoderaron de la célebre y valiosa Cruz de Alfonso III, así como de una imagen de Santiago Apóstol del siglo XV y un crucifijo de plata y piedras, de ese mismo siglo. Pese a que las autoridades de la época anunciaron una recompensa de cinco mil pesetas de aquel entonces sobre cualquier pista que llevara a los autores, nunca más supo de los objetos robado y menos de la Cruz de Alfonso III.Este precedente no ha desanimado a los investigadores del robo del Códice Calixtino, aunque temen que el tardío descubrimiento del robo pudo haber facilitado que la joya bibliográfica esté muy lejos y en otro país.
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