martes, 3 de marzo de 2015

Lo que debe saber el Peregrino

Entrenamiento Camino Santiago.

Joan Alcala Sanchís
Pues bien, al igual que me preguntan por la mochila, botas, etc, también me preguntan por el entrenamiento. Yo os dejare aquí un poco de información que ya existe en paginas del Camino de Santiago, ya que este tema al igual que la mochila, botas y demás es mas bien personal, ya que todos no somos iguales físicamente y mentalmente. Este ultimo os aseguro yo que es casi mas importante que el físico. Lo importante es caminar con uno mismo, por lo tanto es necesario llegar con un mínimo de estado físico y mental ya que son unas cuantas horas de Caminata diaria. Yo prefiero ir solo, pero en el caso de que andéis con mas gente es importante caminar cada uno a su ritmo, ir mas deprisa o mas despacio puede terminar por rompernos físicamente. Esos que entrenan en el ''GIM'' son los primeros en caer, garantizado. Pensar una cosa, el Caminante es como un ciclista en una gran prueba, no es un día, son muchos mas, por lo tanto lo que hicimos el día anterior ya esta hecho, hoy es otro día con sus mas km. y es necesario mesurar en lo posible las fuerzas físicas. En lo mental es el no tener prisa en llegar antes que otros, camina, disfruta, vive el Camino, no te dediques únicamente a Caminar. Salirse del Camino marcado como tal para visitar ''otras cosas'' no es ninguna locura, yo lo hago habitualmente y no os imagináis las sorpresas que podéis encontrar y ver.
  Aquí os dejo opiniones variadas, cada uno que lo haga a su manera, eso si, entrenar unos meses os ira bien tanto para el Camino como para la vida cotidiana.
  Ya lo dijo Rudyard Kipling: "Piensa que puedes y podrás, todo está en el estado mental". Primero hace falta voluntad y preparar nuestro cuerpo para el esfuerzo que nos requerirá el Camino. Si realizas deporte con regularidad es aconsejable, al menos un par de meses antes, hacer senderismo con el calzado y la mochila que vayas a llevar al Camino. Los que no practiquen deporte deberán comenzar tres meses antes un entrenamiento progresivo en duración e intensidad:
Conviene que realices una prueba de esfuerzo. El Camino de Santiago no es un paseo dominical a 5 o 6 km/hora.
Si puedes ir caminando al trabajo, hazlo, ya habrás comenzado tu preparación. Si prescindes del ascensor y te animas a subir las escaleras también habrás dado un paso de gigante.
  Los primeros quince días, cuatro veces por semana, realiza paseos sin mochila y por lugares llanos. Comienza con una hora y aumenta la duración de forma gradual hasta las dos horas o más. No te obsesiones por la velocidad, en el Camino no la vas a necesitar. Se trata de adquirir fondo y de fortalecer los músculos.
  Durante los siguientes quince días continúa con estos paseos pero varía el itinerario y aumenta algún día la duración. Escoge trazados que alternen llano con subidas y bajadas. Pasado el primer mes ya podrás caminar fácilmente tres horas por cualquier terreno. Antes de las caminatas no olvides hacer ejercicios de movilidad articular incidiendo en el cuello, los hombros, la cintura, las rodillas y los tobillos. A su vez realiza estiramientos suaves antes de cada salida y más profundos tras el esfuerzo. Relajan, aportan flexibilidad y son eficaces para evitar lesiones.
  El segundo mes realiza al menos tres paseos largos entre semana y aprovecha el fin de semana para hacer rutas de senderismo asequibles. Es muy conveniente hacerlas con el calzado y la mochila que vayas a llevar al Camino. Comienza con rutas de un par de horas y termina con recorridos de entre 3 y 4 horas.
  El tercer mes mantén la carga del anterior y atrévete las últimas dos semanas, sin forzar, a subir algunas montañas que tengan un desnivel de entre 500 y 800 metros. En estos 90 días habrás fortalecido tu corazón, tus músculos y tendones, y ya estarás a punto para disfrutar de la peregrinación.  Es importante hidratarse durante el ejercicio y también alimentarse en las excursiones de mayor duración.
  Hay que mantener una postura adecuada, caminar erguido mirando al frente o al camino principalmente.
  Llevar las manos libres para que el andar sea natural. Si la salida es larga, se puede ayudar de un bastón o, mejor aún, de dos. En terrenos inclinados reducen hasta un 20 o un 30% de sobrecarga a las piernas.
  El riesgo de accidente, en nuestro caso lesión, será del 100%. El refrán "camina como un viejo y llegarás como un joven" es el mejor consejo que puede recibir un peregrino profano. Durante las tres primeras jornadas no es recomendable recorrer más de 20 kilómetros al día. Desaparecidas las agujetas y las molestias iniciales se puede aumentar el número de kilómetros progresivamente hasta los 30 ó más por jornada, pero una buena media son 25 kilómetros.
En el Camino abundan los deportistas que se atreven con caminatas de 40 y 45 kilómetros diarios, aunque algunos de ellos son víctimas de las temidas tendinitis. Las más frecuentes son las del tendón peroneo y las del talón de Aquiles. Para prevenir posibles lesiones hay que realizar una sencilla tabla de estiramientos antes de andar y al finalizar el ejercicio, sobre todo estirar las piernas (ingles, cuádriceps y gemelos), la espalda, las lumbares y los hombros. El best seller de los estiramientos es la obra 'Estirándose', de Bob Anderson.
   El Camino de Santiago no se hace por imposición, es una elección libre y por ello el peregrino no debe creer que tiene privilegios. En los albergues y establecimientos de la ruta hay que comportarse con educación, sin avasallar a los propietarios y hospitaleros y sin urgencias. Los hospitaleros voluntarios son también peregrinos y, como su nombre indica, ayudan de forma desinteresada y preparan los desayunos, compran y hacen la cena, limpian las instalaciones, curan heridas, etc.
  Puesto que cada etapa se tarda en realizar una media de 6 horas, conviene que cada 60 ó 90 minutos nos tomemos un breve descanso para beber e ingerir algo sólido que contenga hidratos de carbono, lo que nos permitirá mantener mejor el ritmo de ejercicio, y sobre todo por dos razones fundamentales: evitar la pájara y la deshidratación.
Durante el ejercicio continuado, el agua es tan importante como los hidratos de carbono, sobre todo en días de mucho calor y humedad. Es un error relativamente generalizado no beber agua ni antes ni durante el ejercicio, así como esperar a tener sed o hambre para comenzar a beber agua y tomar alimentos.
Asimismo resulta fundamental la rehidratación una vez concluida la etapa, incluyendo agua e hidratos de carbono; y si la transpiración (sudor) ha sido importante será preciso, además de hidratar, reponer los electrolitos perdidos.


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