El cordobés Antonio Godoy, de 64 años, peregrinó cuatro veces a Santiago en 2010
Córdoba.- La primera vez se planteó el Camino como reto. Su hijo mayor propuso a Antonio Godoy hacer el Camino a sus 63 años y "me entró un subidón de este que te entra cuando tienes ganas de hacer algo", afirma.
Con esta partida comenzó una aventura que ha llevado a este cordobés a peregrinar cuatro veces en el último año, una en cada estación, aunque Antonio asegura que no lo había planeado para que sucediera de ese modo. Cada una de las etapas llevó a la siguiente y el deseo de superarse le condujo a andar el Camino en tantas ocasiones en un Año Jubilar.
En el primer viaje Antonio necesitó ayuda de su hijo en uno de los tramos. Al llegar a O Cebreiro la salud le restó fuerzas y su primogénito tuvo que portarle la mochila. A punto estuvo de llamar a un helicóptero para que le atendiese, pero el veterano se empeñó en continuar.
La casualidad también quiso que en su recorrido encontrasen un incendio y el hijo de Antonio, que es bombero, ayudó a los vecinos de la zona. "Mi hijo retiró bombonas de butano" y contribuyó a que los daños fuesen menores, por lo que al día siguiente la prensa local hablaba del bombero de Córdoba, recuerda.
A pesar de la propuesta de su hijo de dormir en hoteles, tras conocer a dos madrileños y un coreano que hacían el Camino "yo quería ver lo que era un albergue y me encantó". En los viajes posteriores los trabajadores del lugar le preguntaban si se había quedado a vivir en la zona.
La dificultad del primer peregrinaje motivó a este cordobés a plantearse realizar un segundo peregrinaje en solitario antes de cumplir los 64 años, en abril, porque "la primera experiencia fue más que maravillosa". Antonio precisa que "mi familia no quería dejarme ir en un primer momento, porque tengo mucho medicamento encima", pero ahora "está muy contenta".
Tras haber sufrido problemas serios de salud el peregrino asegura que "volver a sentirte persona es algo grande". Y tan bien se encontró que se propuso realizar un nuevo recorrido en verano para llegar a Finisterre, donde algunos apuntan que se encuentra el verdadero final del Camino. Una afección de la garganta le hizo volver a Córdoba cuando llegó a Santiago, pero "me propuse hacerlo por cuarta vez, en otoño. Con esto he visto los árboles de todos los colores", asegura emocionado.
Antonio no pudo cumplir su deseo de quemar las zapatillas y la ropa al llegar a Finisterre, lo prohibieron por seguridad, aunque añade que "no puedo explicar la satisfacción que tuve, estaba que no cabía en el cuerpo". Esta aventura es un paso más de la vida de este cordobés, que manifiesta que ha sido ebanista y batería de profesión, y ha acompañado a artistas como Ana Belén y Víctor Manuel, pero "eso fue hace mucho tiempo".
Con esta partida comenzó una aventura que ha llevado a este cordobés a peregrinar cuatro veces en el último año, una en cada estación, aunque Antonio asegura que no lo había planeado para que sucediera de ese modo. Cada una de las etapas llevó a la siguiente y el deseo de superarse le condujo a andar el Camino en tantas ocasiones en un Año Jubilar.
En el primer viaje Antonio necesitó ayuda de su hijo en uno de los tramos. Al llegar a O Cebreiro la salud le restó fuerzas y su primogénito tuvo que portarle la mochila. A punto estuvo de llamar a un helicóptero para que le atendiese, pero el veterano se empeñó en continuar.
La casualidad también quiso que en su recorrido encontrasen un incendio y el hijo de Antonio, que es bombero, ayudó a los vecinos de la zona. "Mi hijo retiró bombonas de butano" y contribuyó a que los daños fuesen menores, por lo que al día siguiente la prensa local hablaba del bombero de Córdoba, recuerda.
A pesar de la propuesta de su hijo de dormir en hoteles, tras conocer a dos madrileños y un coreano que hacían el Camino "yo quería ver lo que era un albergue y me encantó". En los viajes posteriores los trabajadores del lugar le preguntaban si se había quedado a vivir en la zona.
La dificultad del primer peregrinaje motivó a este cordobés a plantearse realizar un segundo peregrinaje en solitario antes de cumplir los 64 años, en abril, porque "la primera experiencia fue más que maravillosa". Antonio precisa que "mi familia no quería dejarme ir en un primer momento, porque tengo mucho medicamento encima", pero ahora "está muy contenta".
Tras haber sufrido problemas serios de salud el peregrino asegura que "volver a sentirte persona es algo grande". Y tan bien se encontró que se propuso realizar un nuevo recorrido en verano para llegar a Finisterre, donde algunos apuntan que se encuentra el verdadero final del Camino. Una afección de la garganta le hizo volver a Córdoba cuando llegó a Santiago, pero "me propuse hacerlo por cuarta vez, en otoño. Con esto he visto los árboles de todos los colores", asegura emocionado.
Antonio no pudo cumplir su deseo de quemar las zapatillas y la ropa al llegar a Finisterre, lo prohibieron por seguridad, aunque añade que "no puedo explicar la satisfacción que tuve, estaba que no cabía en el cuerpo". Esta aventura es un paso más de la vida de este cordobés, que manifiesta que ha sido ebanista y batería de profesión, y ha acompañado a artistas como Ana Belén y Víctor Manuel, pero "eso fue hace mucho tiempo".
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