"...Tanto en tiempo de paz como en guerra, observan una gran disciplina y nunca falla la obediencia... Se visten con lo que les dan, y no buscan comida ni vestido por otros medios. Se abstienen de todo lo superfluo, y sólo se preocupan de lo imprescindible. Viven en común, llevan un tenor de vida siempre sobrio y alegre, sin poseer nada personal, esforzándose por mantener la unidad que crea el Espíritu, con el vínculo de la paz.
Cuando no van en marchas, lo cual es raro, ...se ocupan en reparar sus armas o coser sus ropas, arreglan los utensilios viejos, ordenan sus cosas y se dedican a lo que les mande su maestre inmediato o trabajan para el bien común.
No hay entre ellos favoritismos... Se anticipan unos a otros en señales de honor. Todos arriman el hombro a las cargas de los otros, cumpliendo así la ley de Cristo..."
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