Fallece Juan María Ferrer Figueras, pionero del Camino Jacobeo del Ebro
Su primer trabajo publicado sobre el Camino Jacobeo del Ebro corresponde a los primeros años de la década de 1980 ("Una ruta subsidiaria del Camino de Santiago en el bajo valle del Ebro: Tortosa - Caspe", en Cuadernos de estudios caspolinos, nº 8, 1983, Caspe).
Nacido en el año 1930 en Zaragoza, estaba licenciado en Derecho y era especialista en Heráldica e Historia, con especial dedicación a la época medieval.
Persona de gran talla humana e intelectual, a pesar de la edad y su mermada salud no ha dejado de participar en cuantos eventos jacobeos se organizaban en su región y siempre ha colaborado con cuantos particulares e instituciones culturales de la zona se lo han pedido, tanto referido a la peregrinación compostelana como en otros temas.
Precisamente por su reconocida valía social, estos últimos tiempos estaba siendo objeto de diferentes homenajes y reconocimientos por parte de sus conciudadanos, como el Premio SIPA en 2011, o, más recientemente en 2013, cuando fue nombrado ‘Amigo de Honor’ de la Asociación Rueda de Escatrón. ¡Qué el Apóstol le guíe a la casa del Padre!
Comentario de Carlos Mencos, de la Editorial Buen Camino
Me he enterado que este fin de semana ha fallecido Juan Mari Ferrer
Figueras. Todavía consternado, escribo estas palabras recordando a un
caballero digno de admirar, y admirado por mí. Rebuscó y sacó a la luz
todo tipo de hechos históricos y actividades culturales del Bajo Aragón y
la Tierra Alta. Y por lo que nos toca, fue un pionero del Camino
Jacobeo del Ebro. Hace un par de años escribí una columna en la revista
Peregrino señalando su huella. La traigo aquí en homenaje. ¡Buen Camino,
Juan Mari!
Juan Mari Ferrer, flanqueados por sus dos hijos (sentados). Foto: C. M. |
El valor de la experiencia
Aleccionado por
los consejos del experimentado, yo tenía toda la intención del mundo de ir a
visitarle en mi Camino cuando llegara aquella etapa. Sin embargo, él vivía unos
kilómetros más allá. Y recuerdo perfectamente el momento en que me encontré en el
cruce: de frente, el Camino; a mi derecha, el desvío dirección a su casa. Hacía
calor y mis piernas flaqueaban. Fue fácil autoconvencerme que no me desviara,
que total para qué, que otra vez sería. Pero me equivoqué.
Un año después,
me hallé de nuevo en el mismo punto de esta ruta, el Camino Jacobeo del Ebro.
Pero esta vez, iba al volante. Recordando el error cometido un año atrás, puse
el intermitente y me desvié sin dudarlo para llegar a Vilalba dels Arcs para
conocer a Juan María Ferrer.
En un pueblo
pequeño donde nada se me hubiera perdido, descubrí a una persona volcada con el
Camino, con la cultura, con la historia, con la familia…. Cada tema que saliera
en la conversación se convertía en un desafío apasionante que vencer. El brillo
de sus ojos contrastaba con su escasa movilidad y su visible parkinson, pero
ello no era barrera para soñar con, quién sabe, peregrinar un día hasta
Jerusalén. Alma Mater del Camino Jacobeo del Ebro, aunque su modestia no lo
reconociera jamás, había removido durante años Roma con Santiago, casi
literalmente, para que los peregrinos volvieran a hollar la antigua calzada.
Juan María
Ferrer es único, pero en las rutas jacobeas encontraremos a muchos de su
estilo. Personas que se han volcado en el Camino de Santiago, dedicando tiempo
y dinero a sacar de la nada una ruta que decían que pasaba por no sé dónde.
Convenciendo a las piedras y moviendo a los pueblos para apoyar una causa que
se dio por perdida hacía muchos años. Hombres y mujeres que recorrieron y aún
hoy patean miles de kilómetros para ver tal lugar, hablar con tal persona o
visitar por décima vez a tal político, a ver si esto va para adelante. Y no
están solos. Cuentan con el apoyo fundamental de sus esposas, esposos o hijos,
que ven, con una mezcla contradictoria de pesadumbre y orgullo, como su ser
querido saca adelante el proyecto por el que ha luchado a costa de robar horas
al sueño y a su familia.
Si te encuentras
con ellos, no tengas prisa. Salúdales y escúchales con respeto y admiración; son
más importantes incluso que las Catedrales del Camino, pues son ellos los que
han conseguido moverlas y, quién sabe, igual algún día eres tú el que mueves
montañas y sean otros los que te pongan de ejemplo y, pese a tu modestia, te
condecoren.
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