domingo, 7 de abril de 2013

Campus Stellae

El orensano José Rodríguez Carballo, primer nombramiento del papa Francisco

El sumo pontífice ha elevado además al franciscano gallego a la categoría de arzobispo de la sede titular de Belcastro

El papa Francisco ha nombrado al ourensano José Rodríguez Carballo, actual ministro general de la Orden de los Frailes Menores Franciscanos (OFM), como nuevo secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, según informó este sábado la Santa Sede en un comunicado.
Francisco ha elevado además a Rodríguez Carballo, ministro general de los Franciscanos desde 2003 y presidente de la Unión de los Superiores Generales desde el pasado noviembre, a la categoría de arzobispo de la sede titular de Belcastro.
El religioso gallego (Lodoselo, 1953) se formó en seminarios de Zamora y A Coruña y es autor de algunos libros y artículos sobre vida consagrada y religiosa.
En 1973 se trasladó a Jerusalén, donde cursó estudios Teológicos y fue ordenado sacerdote cuatro años más tarde en la iglesia de San Salvador.
Licenciado en Teología Bíblica y en Sagrada Escritura, Rodríguez Carballo volvió después a España, donde en 1989 se convirtió en guardián y rector del Convento de San Francisco en Santiago de Compostela, siendo elegido tres años más tarde su ministro provincial y desempeñando de 1993 a 1997 el cargo de presidente de la Unión de Ministros Provinciales Franciscanos de Europa.
Miembro de las Congregaciones para la Evangelización de los Pueblos y para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el franciscano español ha participado en los Sínodos de Obispos de 2005, 2008, 2010 y 2012, así como en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Aparecida de 2007.
  
José Rodríguez Carballo: «Pienso que vamos a asistir a una nueva primavera en la Iglesia católica»

«Bergoglio fue cordial y fraterno, me parecía tener delante a un amigo», asegura

Conoció al cardenal Bergoglio en el 2004 y mantuvo con él una sincera amistad durante sus encuentros en sínodos de obispos. En ellos se forjó una admiración mutua que se traduce ahora en el nombramiento de José Rodríguez Carballo para la curia. En esta entrevista, realizada tras la misa de inicio del pontificado, el ourensano detalla cómo surgió esa amistad y avanza sin rodeos «una nueva primavera para la Iglesia católica». Explica además cómo desea el papa que ejerzan la autoridad los eclesiásticos que, como el franciscano gallego, la detentan: únicamente «a través del servicio» a los demás.
-¿Dónde coincidió usted con el papa Francisco y qué relación tuvo con él?
-Tuve varios encuentros con el cardenal Bergoglio más o menos prolongados. En el 2004 vino a visitarme a la curia general de los franciscanos para hablar de cuestiones de la Iglesia en Argentina en las que entraba la orden. Fue muy cordial y fraterno. Me parecía tener delante a un amigo, un hermano y un compañero de toda la vida. Luego participamos en dos sínodos de obispos y tuve la suerte de trabajar en el mismo grupo lingüístico que él. Los contactos eran casi diarios, sobre todo en el momento del descanso. Luego coincidimos en la quinta Asamblea General de los Obispos de Latinoamérica, en Aparecida. Sus intervenciones eran siempre claras y precisas. Fue el presidente de la comisión que redactó el documento final, el llamado Documento de Aparecida.
-El 19 de marzo se volvió a encontrar con él en la misa de inicio del pontificado.
-Sí, tuve esa dicha. Entre otras cosas, recordamos todos esos encuentros. Tiene una memoria feliz y es una persona encantadora.
-¿Qué puede aportar este papa que ha elegido como modelo a san Francisco?
-Un estilo propio caracterizado por la cercanía, la sencillez y la pobreza. Creo que el santo padre Francisco aportará a la Iglesia la frescura del Evangelio como la vivió san Francisco en el medievo. Es significativo que llegue a la cátedra de Pedro un papa al estilo de Juan XXIII, precisamente cuando se cumplen 50 años de la muerte del llamado papa bueno. Pienso que vamos a asistir a una nueva primavera en la Iglesia católica.
-El rastro de san Francisco parece claro en su discurso.
-Su homilía el día que inició su ministerio petrino fue una obra maestra. Habló de custodiar a Cristo en nuestras vidas para guardar y custodiar a los demás, especialmente los niños, los ancianos y los más frágiles. Se dirigió a los cristianos, pero también a quienes «ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social». A ellos y a todos los constituidos en autoridad nos recordó con fuerza que la autoridad y el poder se ejercen a través del servicio. En este sentido, la homilía recordó al san Francisco que escribió a los regidores de los pueblos.
-¿Y encaja bien ese modelo franciscano en un jesuita?
-Sí. No olvidemos que san Ignacio de Loyola pensó en la posibilidad de ser franciscano.

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