jueves, 11 de septiembre de 2014

Camino de Muxía

Gente de cualquier edad llega a Muxía a pie, en bici o a caballo en vísperas de la peregrinación de la Barca

Alguien puede tener en la cabeza que la novena de A Barca es algo así como una cita para abuelas beatas en la que llevar cirios y oír misa, pero la semana previa a la celebración de la romería de A Barca trasciende ampliamente ese cliché y, lejos de perder aceptación, va en aumento cada año.
Rubén Martínez y Sebastián Bermúdez llegaron ayer de Xaviña. Hay personas con profundas motivaciones religiosas que aprovechan estas jornadas en las que todavía se puede andar con cierta normalidad por Muxía, para asistir a los oficios en un lugar especialmente simbólico, que en esta ocasión luce además una importante restauración que, entre otras cosas, le ha devuelto su suelo original. Sin embargo, otras muchas hacen el recorrido simplemente por deporte y las más por no perder una tradición hondamente arraigada en los municipios limítrofes y en otros de prácticamente toda la provincia.
Cuando llega septiembre toca ir andando a A Barca y se hace porque así ha sido siempre, sin buscar muchas más explicaciones.
La forma más tradicional y también la más seguida continúan siendo las caminatas, hay quien llega a caballo, pero cada vez gana más terreno la bicicleta, bastante más adaptada para distancias que en muchos casos superan los 50 kilómetros y se hacen prácticamente del tirón.
En este último grupo están dos jóvenes de Camariñas, Rubén Martínez y Sebastián Bermúdez, que ayer cubrieron los algo más de 20 kilómetros que separan sus casas en Xaviña del santuario muxián. Como explica Rubén tampoco es que sean fanáticos de las dos ruedas, aunque sí salen a hacer alguna ruta de vez en cuando «sobre todo no verán». Acuden cada año a la romería del fin de semana, «eso nin se pregunta», pero también van en los días previos «máis que nada por costume, porque é algo de toda a vida, xa sexa a pé ou na bicicleta».
Por otra parte, lo advirtió el párroco Manuel Liñeiro el día después del incendio y ayer lo confirmó la arquitecta Carmen García, que dirige las obras de reconstrucción del santuario de Nosa Señora da Virxe da Barca de Muxía. Los gruesos muros de piedra, con una cámara interna, se llenaron de agua después de que el templo perdiese la cubierta en un incendio el día de Navidad, que sucesivos temporales azotasen la zona durante semanas y que la lluvia continuase hasta que empezaron las obras en junio. Ahora, toda esa humedad tiene que salir y no hay ningún medio técnico para retirarla de manera pronta porque rezumará por las paredes «durante dos, tres o incluso más años, no se puede saber de manera exacta», asegura la arquitecta, que lo ve como un problema con el que ya contaban. De ahí que el revoco empleado sea lo que se conoce como una «capa de sacrificio», ya que se sabe de antemano que pintar sobre ella resultaría inútil y que habrá que limpiarla en actuaciones sucesivas.
Al margen de esta cuestión, según detalló ayer García en una visita guiada por el templo, todos los trabajos avanzan según lo previsto y, «aunque a día de hoy todavía hay gente que pregunta si va a estar lista para la romería [se celebra este domingo]», las obras concluirán en el plazo fijado del mes de diciembre, tal como explica su directora. Toda vez que se han limpiado los paramentos y el interior de la bóveda, en unas dos semanas se retirará el andamio interior para que los restauradores, que trabajan ya en otras cuestiones complementarias, inicien la recuperación de los retablos laterales que se salvaron del incendio aunque con importantes daños.
El tejado tiene lista la armazón de vigas, el tablero, una lámina sintética impermeable y transpirable que lo cubre y los operarios ya clavaron los rastreles sobre los que va la teja de pizarra que empezará a colocarse estos días, con lo que a finales de septiembre debería estar completo y lucir como antes del fuego, porque ese es el objetivo principal de la obra, que se noten las menos diferencias posibles.
De media trabajan una veintena de personas en el templo, entre técnicos, operarios, restauradores y otros profesionales, y estos días más porque tienen que despejar el entorno para la celebración de las fiestas.

 

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