lunes, 1 de septiembre de 2014

Reflexiones Peregrinas

El Camino de Santiago puede morir de éxito por la masificación turística

El breve recorrido de Angela Merkel y Mariano Rajoy por el Camino de Santiago ha suscitado esta descripción de cómo es esa experiencia: “Hay peregrinos que avanzan renqueantes con un bordón, completando concienzudamente su marcha durante un mes de contemplación. Y están los otros, que lucen frescos mientras caminan unos kilómetros o que pagan a un tour operador para que les lleve sus mochilas, y que con toda probabilidad estarán abrazados a su móvil o su guía de viaje”.
Así co­mienza Raphael Minder, co­rres­ponsal de The New York Times en España, una cró­nica que se pu­blica este lunes en la pá­gina 4 del pe­rió­dico bajo el tí­tulo “Elevar el alma, y tam­bién la eco­nomía es­pa­ño­la”. Como otros an­tes, el texto sub­raya con toda in­ten­cio­na­lidad el con­traste entre los ver­da­deros pe­re­grinos que buscan una in­tros­pec­ción es­pi­ri­tual o cum­plen una pro­mesa y los que van de va­ca­ciones a una ex­cur­sión de­por­tiva y de aven­tura.
Rajoy y Merkel cierran para los días 24 y 25 su encuentro estival ...Pero ambas clases de pe­re­gri­nos, los que llevan sayal y es­cla­vina y los que van con prendas li­ge­ras, se topan estos días con esto: “Todos deben na­vegar por el cre­ciente des­pliegue de tiendas de sou­ve­nirs que venden lla­veros de Jesús y ca­mi­setas y con­chas de vieira pin­ta­das”. Es el precio de la po­pu­la­ridad del Camino, dice Minder: “Lo que era una tra­vesía de obs­táculos en la época me­dieval se ha con­ver­tido en un boom de la mo­derna in­dus­tria tu­rís­tica es­pa­ño­la”.
Y le da una in­ter­pre­ta­ción ac­tua­li­zada a la cri­sis: “En un mo­mento en que otras partes de la eco­nomía si­guen su­friendo, la pe­re­gri­na­ción ha pa­sado a ser un gran ne­go­cio, tanto que ha es­ti­mu­lado no sólo las eco­no­mías lo­ca­les, sino tam­bién un de­bate sobre cómo equi­li­brar el tu­rismo de masas con la re­fle­xión es­pi­ri­tual”. La cró­nica cita a una de­vota fran­cesa que se queja de que al­gunos a su lado pa­recen ir “a un parque de atrac­cio­nes. Y una fuente de la Iglesia Católica in­forma del au­mento del 5,7% en la asis­tencia a misa el año pa­sado, ‘prueba de un re­brote de re­li­gio­si­dad, tal vez en coin­ci­dencia con las di­fi­cul­tades eco­nó­mi­cas”.
Desde luego, el in­gre­diente de la crisis está ahí. Unos han hecho el re­co­rrido porque tienen mucho tiempo libre al estar en paro. Otros han en­con­trado em­pleo por la pro­li­fe­ra­ción de al­ber­gues, hos­tales y co­mer­cios. Por ejem­plo: “En la aldea de Faramello abrió en mayo un nuevo al­bergue de 40 ca­mas. ‘Este tu­rismo se ha con­ver­tido de verdad en la prin­cipal opor­tu­nidad para en­con­trar tra­ba­jo’, dice Concha, la re­cep­cio­nista, que no fa­ci­lita su ape­llido. Había es­tado des­em­pleada cinco años”.
Sea como fuere, el caso es que el Camino se ha dis­pa­rado. Los pe­re­grinos re­co­no­cidos como tales con su cer­ti­fi­cado por haber re­co­rrido un mí­nimo de cien ki­ló­me­tros fueron el año pa­sado 215.880. El an­te­rior fueron 192.488, aunque el ré­cord por ahora lo os­tenta el Año Jacobeo 2010, con 272.703 pe­re­gri­nos. Pero es que en 2005 no lle­garon a 100.000, y en 1997 apenas fueron 25.000 pe­re­gri­nos. Más atrás, en 1985 hubo sólo 690 pe­re­gri­nos, 423 en 1984 y úni­ca­mente trece en 1978. Una es­ca­lada con­si­de­ra­ble.
Con el au­mento de pe­re­gri­nos, mu­chas veces ins­pi­rados por ac­tores o gente fa­mosa que ha­cían parte del re­co­rrido, llegó la ini­cia­tiva pri­vada. Como cuenta Minder: “Cerca de Santiago, do­cenas de es­ta­ble­ci­mientos pri­vados han co­men­zado a com­petir con la red de al­ber­gues de ti­tu­la­ridad pú­blica, y al­gunos mu­ni­ci­pios han in­ten­tado que se pro­clamen más rutas ofi­ciales del Camino, en la con­fianza de que se be­ne­fi­ciarán de la bo­nanza tu­rís­ti­ca”.
¿Cómo afrontar tanto éxito? Por un lado, el NYT cuenta que al­gunos ya pre­fieren ir en in­vierno, para no verse dentro de una mul­ti­tud. Otros se quejan de que aunque sea una ex­pe­riencia inol­vi­da­ble, pre­fe­ri­rían que no se hu­biese co­mer­cia­li­zado todo tanto. Y de que ese todo sea tan caro. Y hay quienes hacen una seria ad­ver­ten­cia, como el es­critor chino Lijia Zhang: las au­to­ri­dades es­pa­ñolas “deben llegar a un equi­li­brio entre el desa­rrollo del tu­rismo y el man­te­ni­miento de la tra­di­ción del Camino. De otra forma, per­derá su alma, y dentro de no mucho tiempo tam­bién per­derá su atrac­ti­vo”.

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