lunes, 16 de febrero de 2015

Via de la Plata

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Un peregrino de Polonia llegó herido y buscó a tres feligreses para poder oficiar una misa

   José Almeida, hospitalero del albergue de Tábara en el Camino Sanabrés de la Ruta de la Plata, recuerda que detrás de cada uno de los 1.625 peregrinos que allí hicieron parada y fonda hay una historia digna de sacrificio y de contar. La historia más emotiva es la de un peregrino de Polonia que llego a Tábara herido y tuvo que quedarse una jornada por prescripción médica.
l segundo día que permaneció en el albergue fue compartiendo con otros peregrinos como entendía él su camino y cuando reunió a un grupo que tenían las mismas creencias católicas que él, solicitó permiso, que se le concedió, para hacer una misa en el albergue. Se trataba de un sacerdote y se improvisó una misa en el espacio donde se encuentran los pesebres para los peregrinos que vienen haciendo el Camino a caballo o en burro: "Creo que fue el lugar más idóneo para aquella celebración tan sencilla que fue acogida en el lugar más humilde del albergue", señala José Almeida. También ha habido momentos de alegría como la que compartió aquel peregrino que estaba "renaciendo" y que para él, aquel Camino era el que le iba a dar las fuerzas necesarias para enfrentarse a la nueva vida que tenía por delante.
Pero no han faltado esos momentos agrios como aquel que sabía que ese Camino era una de las últimas cosas que iba a hacer en su vida y a pesar de su juventud, era consciente que tenía los días contados y la cuenta atrás había comenzado para él.
Han sido 1.625 peregrinos y peregrinas que forman un número estadístico, pero el recuerdo que tengo de cada uno de ellos se aleja completamente de la estadística, porque ante todo eran personas, eran historias, eran sentimientos y una gran parte de ellos se han quedado para siempre en el albergue impregnando a las instalaciones y a quien se encuentra al cargo de ellas, de esa magia que solo se mantiene en el camino", sentencia el hospitalero José Almeida.

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