«Antes creían que el Camino amenazaba la virtud femenina», según un estudio
El equipo de investigación del Instituto de
Estudios Gallegos Padre Sarmiento dirigido por Antón M. Pazos realizó un
análisis de la historia social de las mujeres en la Galicia medieval,
centrándose fundamentalmente en la presencia y el papel de las mujeres
en las peregrinaciones y haciendo especial hincapié en las del Camino de
Santiago. La investigación se recoge en la publicación Women and
Pilgrimage in Medieval Galicia, coordinada por Carlos Andrés González
Paz, y viene a ser el cuarto volumen de la serie publicada por la
editorial británica Ashgate, Compostela International Studies in
Pilgrimage History and Culture.
El estudio, según destaca Carlos González Paz, rompe
con «los estereotipos historiográficos y literarios» que contribuyeron a
crear «el mito de que las mujeres medievales estaban encerradas en sus
hogares». El análisis de la documentación y de testimonios viene a
confirmar que «las mujeres medievales peregrinaron, solas o en compañía,
a los grandes centros cristianos» de Jerusalén, Roma y Santiago.
Frente a la creencia generalizada de que las «mujeres
medievales estaban encerradas en sus casas», los investigadores del
Padre Sarmiento sostienen que, independientemente de los estratos
sociales, realizaron peregrinaciones. Y diferencian entre la situación
vivida hasta el siglo V, con mujeres como Egeria, Eustoquia, Fabiola,
Flavia y Melania, y posteriormente hasta el XV.
En
este sentido, González Paz apunta que en la Alta Edad Media la
«movilidad femenina, que trascendía la esfera doméstica, inquietó
seriamente a determinados sectores eclesiásticos», por lo que «surgieron
un conjunto de diatribas, de autoría masculina, cuyo objetivo inicial
fue criticar las peregrinaciones femeninas». Se extendió, en ese
momento, la creencia de que el Camino «amenazaba la virtud de las
mujeres» y que, por ello, «no debían peregrinar solas» para evitar caer
en las tentaciones del Camino.
«Modelos de conducta»
Sin embargo, esta regla tenía una excepción: las
«mujeres extraordinarias, modelos de conducta, cuya perfección religiosa
serviría de inmunización contra las múltiples tentaciones asociadas a
las peregrinaciones», explica Carlos Andrés González Paz. Entre las
«mujeres extraordinarias» destacan Isabel de Aragón o Brígida de Suecia,
que eran consideradas como «ejemplos para las restantes mujeres de su
misma condición».
Frente a estas «virtuosas» peregrinas, la
documentación analizada por el equipo de Antón Pazos indica que la
mayoría de las mujeres «naturalmente inclinadas al pecado debido a su
fragilidad necesitarían de la constante salvaguardia masculina».
González Paz apunta que, pese a los impedimentos ideológicos,
doctrinales y sociales, las fuentes documentales «evidencian la
presencia femenina en las rutas y centros de peregrinación».
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