domingo, 5 de octubre de 2014

Historias del Camino

El Grial de Valencia: bula o bola

La ciudad del Turia quiere dar autenticidad a su cáliz con un Año Jubilar, pero «es incuestionable que la Copa de Cristo que se veneraba en Jerusalén es la de León», afirma la historiadora Margarita Torres.

  • El cáliz de Doña Urraca fue trasladado a una sala de la torre del gallo cuando se descubrió que se trata del Santo Grial. - ramiro
    El cáliz de Doña Urraca fue trasladado a una sala de la torre del gallo cuando se descubrió que se trata del Santo Grial. - ramiro


Monseñor Carlos Osoro ha dejado el mejor regalo de despedida a Valencia, la ciudad que tanto dinero de los contribuyentes gastó en recibir a Juan Pablo II. El sucesor de Rouco Varela ha conseguido que el Vaticano conceda un Año Jubilar a su antigua archidiócesis.
El ‘regalo’ es una misa votiva con indulgencias, comparable al jubileo que se concede a los peregrinos que llegan a la Puerta del Perdón en Villafranca del Bierzo. Sin embargo, en la ciudad del Turia quieren utilizarlo como un reconocimiento a su cáliz, en detrimento del Santo Grial leonés.
Se da la circunstancia de que la concesión del Año Jubilar es uno de los últimos documentos firmados por el cardenal valenciano Antonio Cañizares como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos antes de dejar este cargo del Vaticano para sustituir a Osorio. Es decir, un ‘arreglo’ entre el arzobispo que se va y el que llega a Valencia.
Además, la ‘bula’ dictada por la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede no dice en ningún caso que la Copa de Cristo esté en Valencia. «No puede haber dos», sentencia la historiadora leonesa Margarita Torres, que descubrió que el cáliz de Doña Urraca es el que se veneraba en Jerusalén por los primeros cristianos y viajó en el año 1054 a León como regalo del emir de Denia al rey Fernando I.
El cáliz de Valencia se sustenta en la tradición oral. El de San Isidoro, en cambio, está respaldado por documentos escritos. En concreto, dos pergaminos localizados en la Biblioteca de El Cairo que describen el viaje del cáliz de Jerusalén a El Cairo, de la ciudad egipcia a Denia y de ahí a León. «Es incuestionable que el Santo Grial es el de San Isidoro», insiste Torres, como quedó demostrado con argumentos científicos, «que nadie ha podido refutar», en su ensayo Los reyes del Grial.
La fe mueve dinero
La ‘guerra’ no ha hecho más que empezar. Mientras el cáliz de Valencia ha contado con el apoyo de la curia local, el Obispado de León no tiene pensado defenderlo ni tampoco iniciar trámite alguno ante el Vaticano, según confirmaron ayer. El abad de San Isidoro, Francisco Rodríguez Llamazares, tampoco quiere entrar en la polémica. Valencia lleva mucho tiempo intentando que su cáliz sea declarado Patrimonio de la Humanidad, para que el título de la Unesco aporte veracidad a la pieza. En León, todas las instituciones (Junta, Ayuntamiento y Diputación) se han mantenido al margen, desechando la posibilidad de convocar un congreso científico en torno al cáliz de Doña Urraca, que incluso se han ofrecido a financiar los hosteleros de la ciudad, quienes, por otra parte, han visto en el Santo Grial un auténtico filón. Son los únicos que hasta la fecha se han movilizado. En el reciente congreso de la Sociedad Mundial de Estudios Artúricos, celebrado en Hungría, los expertos sí hablaron del Grial leonés.
La Copa de Cristo atrae turistas, como prueba que las visitas a San Isidoro han crecido un 30% desde que se descubrió que lleva en la colegiata mil años. Y eso que el Museo —cuya reforma está pendiente de los dos millones que prometió Caja Madrid (hoy Bankia)— impide oleadas masivas de visitantes. El Santo Grial es una cuestión de fe, pero, sobre todo, de dinero. En Valencia, la Cofradía del Santo Cáliz ha acogido «con inmensa alegría» el Año Jubilar, porque auguran «un gran aumento de peregrinos».

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