jueves, 9 de octubre de 2014

Historias del Camino

Un mapa británico de 1190 sitúa Santiago como «final de la Historia»

Nuevas investigaciones relacionan el pórtico de la Gloria con el Apocalipsis

La catedral de Santiago, en el mapamundi de Sawley. El conocido como mapamundi de Sawley está fechado en 1190 y se cree que fue elaborado en la ciudad inglesa de Durham. Occidente está situado en la parte inferior del mapa, donde se encuentra Hispania y una monumental basílica, la más grande de Europa, identificada como «Galicia».
Para los romanos, Galicia era el fin del mundo conocido. En la Edad Media, una interpretación teológica la situaba en otro final, el de la Historia. Pensadores como Hugo de San Víctor afirmaban que el tiempo había comenzado en el este -donde se situaba el Paraíso- y que el discurrir de la humanidad se desplazaba hacia el oeste, donde se producirían los acontecimientos del final de los tiempos. Algunos mapamundis medievales reflejan esta concepción: el conocido como mapa de Sawley, fechado en 1190 en las islas británicas, coloca en el confín de Occidente a Hispania y, dentro de ella, otorga un lugar preeminente al dibujo de una catedral, con una clara identificación, Galicia.
Esta vinculación del templo compostelano con el Apocalipsis forma parte de las investigaciones que presentará mañana en una jornada divulgativa en el Paraninfo de la USC (18.15 horas, entrada libre) Francisco Prado-Vilar, coordinador del Programa Catedral de Santiago, promovido por las fundaciones Barrié y Catedral. Prado-Vilar también es el director científico del programa de becas Andrew W. Mellon, entidad norteamericana que aporta 396.000 dólares durante tres años para el desarrollo de investigaciones en torno a la basílica: mañana seis becados también expondrán sus proyectos, que abordan aspectos del pórtico de la Gloria desde la policromía o la iconografía, a cuestiones musicológicas o litúrgicas.
Precisamente, el pórtico ocupa un lugar central en las investigaciones del propio Prado-Vilar, de cuyas novedades dará cuenta mañana. Para este especialista, el libro del Apocalipsis contiene «claves fundamentales para entender aspectos hasta ahora desconocidos del pórtico», según avanza en un artículo científico. La vinculación de la obra maestra compostelana con el juicio final se fue perdiendo con las sucesivas modificaciones que culminaron con la fachada del Obradoiro en el siglo XVIII. Prado-Vilar se vale de elementos como las figuras de Enoc y Elías, testigos del Apocalipsis, que una vez formaron parte del pórtico para reconstruir su visión escatológica original.
Enoc y Elías, cuyas esculturas fueron retiradas del templo hace siglos para instalar una puerta, permanecieron en una de las homilías del Liber Sancti Iacobi, compuesta para la celebración de la traslación del Apóstol, así como en manuscritos iluminados o en mapas como el de Hereford. En el de Sawley, cuatro ángeles rodean el mundo con gestos de advertencia. Esta representación, contemporánea del pórtico, es especialmente valiosa porque coloca la catedral compostelana en el confín de los tiempos. El mapa tiene en su parte superior el Paraíso, con sus cuatro ríos, y trazando una línea vertical se pasa por hitos de la humanidad como la ciudad que fundó Caín, la torre de Babel, Jerusalén y Roma, para llegar, finalmente, a Santiago. Se entendía que como la civilización ya había alcanzado los límites de Occidente, el final estaba próximo. A quien seguía físicamente el mapa hasta llegar a Compostela, el pórtico le anunciaba que «el final de su camino también era el final de la Historia».



En sus investigaciones, Francisco Prado-Vilar, de la Universidad de Harvard, también dedica su atención al maestro Mateo, quien a través de la escultura de su figura en el pórtico y la inscripción en el dintel que recoge su nombre como director de las obras, se vincula con el sapiens architectus que invocaba San Pablo en una carta a los corintios: el arquitecto sabio que construye los cimientos del templo que luego cada cristiano construye en su alma.
Esta concepción también concurre en cómo se representa a sí mismo el maestro Mateo: la mano en el centro del pecho, donde se situaba simbólicamente el corazón, tiene una doble lectura. Una, el mencionado reflejo del templo que levanta un cristiano en su corazón; la otra se relaciona con las teorías medievales sobre el proceso creativo, ya que «se consideraba que el corazón era el órgano en el que operaba la phantasia, la facultad para generar imágenes mentales en respuesta a la enargeia (capacidad evocadora) de las descripciones de un texto».
«El retrato del maestro Mateo, por lo tanto, nos muestra al arquitecto como un creador intelectual que, gracias a su sabiduría, devoción y entendimiento profundo de las Sagradas Escrituras, consigue acceder a un modo de visión espiritual que luego se refleja en su obra», describe Prado-Vilar. Ese mirar «con los ojos del corazón» se relaciona a su vez con un modo de visión espiritual conectado con el Apocalipsis, clave en toda la concepción del pórtico de la Gloria: desde el «final de la Historia», Mateo mira hacia la eternidad.
Quizá no la eternidad, pero sí la posteridad, admira su creación. Para Prado-Vilar, el pórtico debe calificarse como «una propuesta visionaria de vanguardia, por diseño, ejecución y efectos».

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