miércoles, 9 de julio de 2014

Historias de Peregrinos

Jose y Bruno son dos amigos que se han conocido en el Camino: “Cuatro años caminando y seguiremos haciéndolo”

Jose y Bruno se reencuentran cada año en la misma esquinita de la Quintana.  - FOTO: Hortensia Gesteira
+Jose y Bruno se reencuentran cada año en la misma esquinita de la Quintana. 

La historia de Jose y Bruno es la de dos caminantes que por vicisitudes de la vida caminan y caminan y siempre se vuelven a ver en el Obradoiro. "Uf, llevamos cuatro años andando y nos encontramos siempre en Santiago", reconocen al unísono.
Los motivos que llevaron a Jose, granadino de nacimiento, a partir fueron el repetir el Camino que ya antes hiciera su madre, la cual había partido de Roma y muerto en Portugal, así que la primera vez salió desde el país luso para no dejar ya el Camino, acompañado de su perro Peregrino, una mezcla de zorro de la selva boliviana y de dingo australiano. Por su parte, la razón que llevó al uruguayo Bruno a peregrinar desde Alemania fue el de una separación, y "vamos y venimos y siempre nos encontramos aquí", comentan los dos en esa esquina de la Quintana en la que se encuentran cada vez que vienen. Jose, el más hablador de los dos, dice que "el Camino se hace por muchas razones: unos por experimento, otros por promesa", pero "te encuentras a gente muy interesante e incluso poderosa que , tras la ruta, cambia sus pareceres con respecto a la vida y la existencia". Al llegar a Santiago, y tras estos cuatro años de andanzas, los dos afirman con una sonrisa en la boca que "vamos a seguir caminando mientras podamos". Para Jose ya son 48.000 quilómetros los recorridos por el mundo, pasando por Turquía, Roma o Jerusalén, pero confluyendo en el Apóstol. "Esa idea de que todos los caminos llevan a Roma ya está caduca, ahora dan en Santiago", bromea.
Bruno habla de que el Camino es uno solo y sirve para integrarse con la gente, "es algo cultural". Sobre ese conocimiento de personas maravillosas, Jose fue recogiendo diversas anécdotas a lo largo de estos años. En un comienzo portaba con él una cámara y un móvil pero un día decidió prender la hoguera para deshacerse de lo insustancial y centrarse en las personas que iba encontrando a su paso. A quien recuerda con más cariño este granadino es a una señora de 127 años, que vive en una cueva del ayuntamiento lucense de A Fonsagrada y a la que siempre visita cuando entra en Galicia. De hecho, hace tan sólo cuatro meses la anciana le regaló un colgante con un ‘Ojo de Dios’, una especie de amuleto sagrado para observar la vida desde otra óptica. Otra experiencia que le viene a la mente es la de una niña que encontró en un pueblo de Castilla y que le señaló la dirección de Santiago, además de obsequiarlo con un conejito porque "este animal veía por la noche y era para que no me perdiese". Cuatro años dan para mucho y Jose reconoce que adora a las señoras gallegas a las que ayuda siempre que viene a "ordeñar las vacas y diversas labores del campo".
Estos dos amigos hablan de la vida simple y de la inexistenciadel azar. "Nos encontramos a través del pensamiento, ya que lo que deseamos mucho se cumple", relataJose, que mira con amor hacia su perrito, gracias al cual ha conseguido seguir el trote. Después de pasar la semana en Santiago, la próxima parada de estos dos amigos será el Festival de Ortigueira y de ahí partirán de nuevo por el mundo para regresar a Compostela. Jose tiene ganas de hacer la Ruta de la Plata pasando por el valle del Jerte (Extremadura) y por ahí seguirá.
Los amigos reconocen que la experiencia los ha ayudado como personas y, tras señalar la Ruta de Covadonga como la más bonita, siguen recordando que "sin planearlo, siempre nos reencontramos aquí". Y hablan de Santiago como el punto de inicio de su amistad, y más en concreto, de esa esquina de la Quintana.

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