Un emocionante Camino con las cenizas de su mujer
"Son muchos días, muchas horas...
Ha sido un soliloquio constante con ella, son sentimientos muy
potentes". Así define Ángel Medina sus sensaciones después de esparcir
las cenizas de su mujer, María del Carmen Morales, fallecida en
septiembre de 2013, a lo largo del Camino de Santiago. Pocas semanas
después de la muerte de su esposa, Ángel viajó a Saint Jean Pied de Port
para volver a recorrer los caminos que ya antes completara con María
del Carmen. "Sentía la necesidad de hacerlo, hemos estado 44 años
casados. Emprender este viaje, portando sus cenizas, ha sido muy
emocionante. Pensé que son lugares a los que le habría gustado volver",
afirma.
Ángel admite que haber extendido las cenizas de su
mujer a lo largo del Camino fue un "compromiso emocionado" que adquirió
consigo mismo tras la muerte de María del Carmen. "Le gustaba mucho el
Camino y Santiago. Solíamos venir con frecuencia. Aunque vivíamos en
Madrid, yo soy de Vigo y ella, de León, y nos gustaba mucho venir.
Nuestro primer Camino fue precisamente desde León, coincidiendo con el
primer año santo del nuevo milenio y del nuevo siglo, en 2004", afirma
Ángel antes de añadir que la parte más bonita de este viaje ha sido "el
hecho de poder jugar con ella, como cuando, por ejemplo, en
algunos de los lugares más emblemáticos del recorrido abría la palma de
la mano y dejaba volar las cenizas". Sobre la idea de esparcir los
restos de su mujer en el Camino, Ángel comenta que si "las cenizas
fueran semillas — como dicen sus nietos— los caminos estarían llenos de
gardenias y camelias", las flores favoritas de María del Carmen.
Afirma que durante el Camino vivió momentos duros,
tanto desde el punto de vista psicológico — "son muchas días solo, le
das muchas vueltas a la cabeza, el sentimiento de pena que te invade,
recuerdas los momentos que hemos pasado después de que le diagnosticaran
un cáncer de estómago, en los que buscas los mejores especialistas,
pero ves que el desenlace es cuestión de tiempo..."— como físico. En
este último apartado, Ángel recuerda cuando en pleno recorrido sufrió
una angina de pecho que "le obligó a tomarse un descanso en el trayecto
hasta Compostela", un paréntesis en el viaje que aprovechó, añade, para
viajar a otros dos lugares emblemáticos en la vida de ambos: Roma y
Jerusalén. "Quise volver para esparcir las semillas de María del Carmen
en estas dos ciudades históricas, extender sus restos en un lugar como
el valle de Josafat fue muy emocionante", señala Ángel, quien enumera
además un amplio abanico de lugares emblemáticos en el Camino en los que
esparció las cenizas de su mujer, "desde cualquier rincón de la Ruta
hasta El Santuario de A Virxe da Barca, en Muxía".
Después de completar este emocionado viaje hasta la ciudad del
Apóstol, Ángel señala que este homenaje a su esposa no finalizará hasta
que el próximo 16 de julio, coincidiendo con la festividad del Carmen,
realice, acompañado por sus nietos, un recorrido simbólico desde el
Monte do Gozo hasta la plaza del Obradoiro, que se prolongará
posteriormente hasta la Costa da Morte, con el propósito, dice, de
"lanzar sus cenizas a un nuevo mundo". Añade que ha vivido el viaje
como "lo ha sentido" y dice que esta experiencia mezcla "religión y
espiritualidad". Y concluye: "Si mis nietos quieren ver a su abuela no
tienen que ir al cementerio, tienen que ir al Camino de Santiago".
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