jueves, 16 de diciembre de 2010

Editorial

¿Y qué esperan que hagamos?

Este sábado, en Compostela, la Asociación Galega dos Amigos do Camiño de Santiago (AGACS), va a poner en marcha una iniciativa que promete derramar ríos de tinta en relación con las rutas jacobeas: pedir a la UNESCO la inclusión del Camino Francés en la lista del Patrimonio de la Humanidad en Peligro por las diferentes e irresponsables agresiones que sufre el trazado histórico en las regiones por las que atraviesa.
Pocos días más tarde, en Extremadura, se presentará un libro sobre la agresión que para la Ruta de la Plata entraña la construcción de una refinería en pleno trazado histórico.
Ambas iniciativas cuentan con el respaldo de muchas asociaciones jacobeas y movimientos o entidades de distinta naturaleza. También de personas privadas que se interesan por preservar uno de los más importantes legados recibidos por España desde comienzos de la Edad Media: los Caminos que llevan a Santiago (los políticos deberían aprender de otros países europeos).
Lamentablemente, siguen existiendo en el mundo jacobeo nacional muchos “vendepatrias” y “lameculos”, más preocupados por las ayudas y subvenciones que reciben de los poderes públicos de distinta índole y catadura que del compromiso que dicen tener estatutariamente con el Camino. ¡Si D. Elías Valiña levantara la cabeza!
Esa gente no son otra cosa que cómplices de los desmanes de unos políticos y unas políticas que se han convertido en tercer problema para los ciudadanos –como revelan las encuestas- y prometen escalar puestos si siguen actuando como hoy lo hacen.
Ya pagarán el oportuno peaje, que no lo duden. Es sabido aquello de que a todo cerdo le llega su San Martín, un santo por cierto muy vinculado al Camino.
Porque, en relación con el Camino, pasadas las declaraciones de “orgullo patrio” y las promesas de conservar esas sendas medievales como siempre fueron, que los políticos formularon cuando la UNESCO otorgó la condición de Patrimonio de la Humanidad al Camino Francés, y cuando el Consejo de Europa declaró Primer Itinerario Cultural Europeo a las diferentes rutas de peregrinación a Compostela, las realidades son de desidia, abandono y agresión toleradas, cuando no fomentadas desde las esferas de poder. La codicia está casi siempre detrás de esas actitudes deplorables.
La queja de la AGACS menciona unas pocas –pantano de Yesa, golf de Cirueña, autopista Logroño-Burgos, generadores eólicos de Triacastela, polígonos industriales en distintos puntos…- pero también recuerda que son muchas más en las diferentes rutas jacobeas.
¿O no son agresiones los basureros legales e ilegales que jalonan algunas rutas de peregrinación, pongamos por caso en la provincia de Toledo? ¿O las obras de autopistas en torno a la Ciudad Imperial que alteran el trazado del Camino y afean lo que en principio era hermoso y atraía a los peregrinos?
¿Qué decir de la interrupción de caminos con vallas y alambres de espino, como sucede en la Ruta de la Lana, concretamente en Villaescusa de Palositos, Guadalajara?
¿No lo son, por ejemplo, refinerías como la de Extremadura y otras tantas lindezas que se les han ocurrido a los políticos españoles por si mismos o con la inestimable ayuda de empresarios y propietarios sin alma?
¿Y qué esperan que hagamos los que sabemos el auténtico significado y el valor del Camino de Santiago? ¿Quedarnos sentados viéndoles hacer de las suyas? ¿Callar y ser cómplices como sucede con directivos federativos que pretenden ser guardianes de las “esencias” del mundo peregrino y son el hazmerreír de todos? ¿Mirar a otra parte para no ver las agresiones, atropellos y destrucciones?
¿Qué es lo que pretenden?
Los verdaderos amantes y guardianes del Camino son quienes lo transitan con respeto y quienes les brindan hospitalidad generosa y abnegada en los albergues y refugios, desde Roncesvalles, Cádiz o Cartagena a Fisterra. Ellos son, y no otros que se escudan en pomposos títulos y dudosa experiencia, los que saben que el valor del Camino no es el precio -¡ay cuando se confunde valor y precio!- o el beneficio que esperan obtener de él. Y a ellos deben respaldar las asociaciones jacobeas.
Y son precisamente esos peregrinos y hospitaleros quienes levantan ahora su voz, en apoyo de la AGACS, para que terminen las destrucciones, las alteraciones y las agresiones a uno de los legados históricos, culturales y espirituales de más valor que un país (en este caso el nuestro) ha podido recibir.
La lucha, ya lo saben nuestros amigos de la AGACS, no va a ser fácil ni corta. Las presiones, en cambio, van a ser muchas. Algunas ya han comenzado, por ejemplo desde la aparente ignorancia jacobea de la consejería de cultura riojana.
Ellos tienen el poder, pero no la fuerza de la razón. Y además, en el horizonte, tienen citas con las urnas en las que deberán demostrar, entre otras muchas cosas, qué han hecho con el Camino.
Hoy toca estar al lado de la AGACS y mañana será al lado de otros movimientos jacobeos que defienden aquello que prometieron proteger en sus estatutos: El Camino. ¡Todos con la AGACS el día 18!

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