jueves, 30 de diciembre de 2010

Pensamientos Peregrinos

“Encontrarnos con la Luz del Mundo, con Jesús Nuestra Navidad”

Miguel Fernández
Una sabia frase dice: “Cuando el filósofo señala la Luna, el tonto se fija en el dedo”. Esta máxima también interpela acerca de cómo estamos viviendo el Misterio de la Navidad o Natividad del Señor. La Navidad es un poderoso centro que irradia luz, no sólo por las luces y sus decorados que adornan nuestras casas y ciudades, sino porque es posible vivirlo como luz en nuestro interior que luego reflejar en nuestro entorno. Las luces navideñas que adornan y engalanan el ambiente solo apuntan a algo más grande y específicamente a “Alguien”, ellas son el “dedo” que señala lo esencial, ubicándonos en dirección de Jesús, el Mayor e inmejorable regalo que Dios Padre dado a los hombres.
Así vivieron los Sabios de Oriente o Reyes Magos ese “natural y luminoso alumbrado también público, que iluminó su sendero hacia el encuentro con El Camino, la Verdad y la Vida” y que con seguridad ni París, Medellín o Bogotá con sus despilfarrados millones en alumbrado lograrán ofrecernos con un sentido y significancia tan real y vital para el ser humano.
Los Sabios se dejaron guiar por una estrella, por su brillo, pero no se quedaron en ella, trascendieron su contemplación hasta encontrar a Jesús, la razón; “toda luz noble que evite distraernos se detiene en Él”.
Jesús es lo definitivo, la razón por las que emprendimos nuestras búsquedas o nuestros éxodos humanos, y Navidad no es más que la ganga anualmente ofrecida donde Él quiere ser encontrado por quienes viajamos de lejos interiormente en nuestra lejanía de Dios como los Magos o quienes están tan cerca con su espíritu de pobres como los nobles y humildes pastores. Para quienes nos sentimos lejanos o cercanos puede haber navidad.
Nuestras decoraciones señalan hacia una verdad histórica no filtrada por wikileaks porque es un secreto a voces que vergonzosamente tratamos de enmudecer, a veces parece ser un grito de Dios que nos atormenta, una buena noticia desoída pero siempre novedosa para el sabio y necesitado, es un cable del Corazón mismo del Padre Misericordioso para el corazón humano necesitado de verdad: "Tanto amó Dios a nuestro mundo que nos envió a su Hijo amado para nuestra salvación" (Jn 4, 16).
Los cristianos y ciudadanos somos muy desdichados e ignorantes cuando nos quedamos embobados en luces exteriores, cuando nos preocupamos excesivamente por un árbol bien iluminado, cuando nuestras celebraciones y parrandas ignoran la verdad histórica e intima celebrada, Sí, definitivamente comeremos de lo que cae de la mesa, el sobrado, si en este tiempo no nos iluminara algo más que nuestras estrellas fugaces, continuaremos siendo ignorantes y tercos si volvemos a ser incapaces de experimentar hondamente el sentido de tantas luces y celebración.
(Eclesalia Informativo).

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