martes, 15 de mayo de 2012

Testimonios Peregrinos


El Camino de los hermanos Marx

Por Mario Clavell Blanch (Peregrino y Profesor de Instituto)
PONGAMOS a seiscientos peregrinos en Roncesvalles en la tarde del 28 de abril. Digamos que todos queremos dormir esa noche donde hay literas para quinientos. Imagine que un ciento lo hacemos en los barracones que montan junto a las obras. Confusos y excitados.
Después de la Misa el sacerdote nos da la bendición de Dios "que sacaste a nuestro Padre Abraham de la ciudad de Ur de los caldeos hacia la tierra prometida…". Los presentes saben poco del padre Abraham y nada de la tierra de Ur pero quinientos guiris y cien hispanos recibimos con unción las divinas palabras.
Piense en los seiscientos peregrinos rodando barro abajo desde el Pirineo hasta Pamplona. Mezclados en cien lenguas nos deseamos "¡buen camino!", única frase compartida y nos sonreímos a la puerta de albergues y fondas, todos con el cartel de completo. Hemos logrado, sin embargo, plaza en alguno de ellos cada día. Suba con nosotros a la habitación de treinta metros cuadrados en la que dormiremos dieciséis peregrinos en ocho literas. De la mochila salen toallas, camisetas, calcetines, pasta de dientes y jerseys, todos parecidos, sin lugar para extenderlos. Es la proporción del camarote de los hermanos Marx.
Pues estamos contentos.
Practico mi vocación jacobea. –Ultreia!, digo– do you know this word?, o algo así. No, no saben. Les cuento lo del Dum Pater Familias, lo del Codex (It’s lost, really?) y a cambio me enseñan a decirlo en inglés, Forward! De ahora en adelante grito Forward! pero nadie me entiende.
A la bendición de peregrinos en los pueblos asistimos finlandeses, un búlgaro, un coreano, dos colombianos, alemanes a mazo. Los buenos curas piden "y recen por nosotros al llegar a Santiago", prometido.

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