"CUANDO ANDAS TE DA TIEMPO A PENSAR EN TODO, MUCHO TIEMPO"
Santander.- Eduardo Benajes es el ejemplo claro de que 'andando se hace camino'. Su nombre va ligado a largas caminatas, retos personales que le han llevado a recorrer varias veces el Camino de Santiago por Francia, de España a Roma y el año pasado una parte de la Vía Regia, la ruta de la sal que unía dos centros religiosos importantes en la Edad Media europea, Cracovia y Santiago de Compostela.
No pudo concluirla. Una lesión en un tobillo le obligó, ya cerca de casa, a abandonar. Y de reto personal ha pasado a obsesión. El martes 7 de abril partió hacia Polonia en avión y una vez allí le quedarán 3.000 kilómetros por delante, hasta llegar a Santo Toribio de Liébana, donde ha puesto su meta. Nacido en Santander, reside actualmente en Los Corrales de Buelna. Un nombre, un hombre unido a la pasión por caminar.
-¿El segundo intento como se afronta?
-De momento, con todo el ánimo del mundo. Un problema en un tobillo me impidió concluir la misma marcha el año pasado, me quedé en Irún, muy cerca de casa, de Cantabria, y ahora afronto el reto con más ganas si cabe.
-¿Será la misma ruta?
-Casi. Esta vez me llevará desde una población cercana a Cracovia, en Polonia, a Santo Toribio, cruzando además países como Alemania y Francia.
-Hasta ahora siempre ha ido acompañado...
-Esta vez también, caminaré con mi GPS, un aliado imprescindible dada la poca información que existe sobre esa ruta. Es muy complicado encontrar gente con la que te avengas en fechas y estrategia, así que me he lanzado solo a esta aventura. Aunque bien es cierto que aún me tengo que acostumbrar a un GPS que todavía no manejo al completo.
-Aventura que no es la primera ni la última, supongo...
-No es la primera pero quizás si la última larga, aunque el año que viene repetiré el Camino de Santiago aprovechando el Año Jubilar.
-¿Cuál es la parte más complicada?
-Lo más difícil es diseñar la ruta. Una ruta como la de la Sal, antigua, a la que hay que dar forma en la actualidad. Aunque parezca mentira no hay mucha información ni siquiera en Internet. Por eso me está ayudando un amigo alemán que conocí en la ruta del año pasado.
-¿Y cómo lo afronta?
-Serán unos 30 kilómetros diarios intentando que la ruta pase principalmente por albergues que he ido conociendo. Y poco más. Esfuerzo y concentración.
-¿Se aburre uno en estas rutas?
-Depende. Yo estoy escribiendo un libro sobre el camino y quiero hacerlo tranquilo, con calma..., el camino y el libro. Por lo demás, da mucho tiempo para pensar. En todo. Mucho tiempo.
-¿Y la estancia y las comidas?
-Los albergues están muy cuidados aunque son muy pequeños, pero bien es cierto que no hay demasiadas personas que hagan esa ruta. Generalmente tienen dos o tres literas como mucho. Lo de la comida, pues depende lo que pilles. Mucho bocadillo, eso sí.
-¿Cómo es la mochila de un caminante como usted?
-En esta ocasión pequeña. En la mochila llevo muy poco, lo justo, ropa de quita y pon. Lo que más abulta, la ropa de abrigo, la llevo puesta y cuando llegue el calor la tiraré para no llevar peso.
-¿Cual es el precio de la fama?
-No se puede calcular el precio, pero sale caro, muy caro. Pero tampoco se puede poner precio a una ilusión, y esta es la mía. También es cierto que parto con la colaboración de Mapfre y MaryVer, una tienda de alimentación corraliega.
-Y su familia...
-Acostumbrada. Mi familia me apoya desde la preocupación. A mi mujer la prometí que la anterior era la última larga, pero lo incumplí. Esta sí, ésta es la última caminata larga. Lo de Santiago del año próximo se puede considerar un trayecto medio.
-Comparte afición con Juan Pablo II...
-Pues sí, él fue uno de los propulsores de la ruta, que parte muy cerca de Cracovia. De hecho él mismo diseñó la nueva ruta recorriendo los 400 kilómetros de la travesía en Polonia.
-¿Todo preparado?
-Claro, parto el martes 7 de abril [esta entrevista se realizó días antes] y volveré sobre a finales de junio o principios de julio. Vuelo a Frankfurt y después a una ciudad con aeropuerto cercano al punto de arranque de la ruta. Mi ilusión es llegar para las fiestas de San Juan pero sería subir la media diaria a 40 kilómetros y no es cuestión.
-Y final en Santo Toribio...
-Sí. Llegar a Santiago ya sería demasiado, además quiero que tenga relevancia nuestro lugar de peregrinación más importante. Así debe ser. Santiago queda para el próximo año.
Con todo claro, que tenga suerte, que falta hará en un recorrido apenas transitado que le llevará por bosques interminables y pueblos donde el idioma será el principal escollo. Pero todo sea por cumplir un sueño, atravesar Europa. De todas formas, seguro que uno de los pocos alimentos que no le faltará, pero no podrá tomar, es la sal, la única roca que come el ser humano. La ruta que recreará tiene tintes tanto comerciales como religiosos. En todos los casos, necesitará mano izquierda para comerciar con lo poco que tiene y mucha fe para terminar con buen pie, ese pie que a veces se le ha resistido. Es su talón de Aquiles.
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