miércoles, 25 de marzo de 2009

Leyendas del Camino

Historia de San Guillermo de Arnotegui

Entre brumas de historia y leyenda, sabemos que Felicia era hija de los duques de Aquitania. Un buen día -al final del primer milenio de la era cristiana- se fue en peregrinación hasta la tumba del Apóstol Santiago en Galicia. Allí, en Compostela, ganada por el fervor de los romeros, decidió continuar su vida en el silencio, escapando de la corte, de su alcurnia y riquezas, en humilde servicio a Dios.
En el viaje de regreso, a su paso por el tramo jacobeo navarro, decidió quedarse para siempre en Amocain, nucleo hoy despoblado, próximo a Aoiz, donde disimuló su condición, escondió su rango y vivió tranquila.
Cuando los que le acompañaban llegaron a Aquitania y refirieron lo sucedido, su hermano Guillermo, valentón y pendenciero fue a buscarla a su retiro.
Se encontraron. Guillermo le recordó el honor de su estirpe, los sueños que sobre ella habían trenzado sus padres, su concertado matrimonio. Felicia se negó a seguirle. Discutieron y el caballero, en un arrebato de ira, acabó con su vida.
Enseguida se sintió dominado por terribles remordimientos, que le impulsaron a peregrinar, también, hasta Compostela, en busca de absolución. La obtuvo, pero le fue impuesta como penitencia pasar el resto de su vida entregado a la oración, como ermitaño.
Así lo hizo, eligiendo la zona de Arnotegui, perteneciente a Obanos. Allí lloró su crimen y, al borde del Camino, consoló peregrinos, socorrió pobres y mereció la santidad.
Las reliquias de Santa Felicia se conservan en Labiano, dentro del templo de San Pablo. Según la leyenda, aunque murió en Amocain y allí fue enterrada, su sepultura floreció milagrosamente y un día su ataúd apareció en medio del campo. Se decidió entonces, como otras veces en la Edad Media, colocar los restos de la santa sobre una mula y sepultarlos en el lugar donde ésta se detuviese. El animal anduvo y anduvo, deteniéndose al fin, exhausto, a unos 19 kilómetros, en Labiano, en el lugar que hoy ocupa el santuario de Santa Felicia. Por su parte, las reliquias de San Guillermo se veneran en la ermita de Arnotegi –en el tramo aragonés del Camino, ya cerca de Obanos y Puente la Reina-, a poco mas de 25 kilómetros de donde descansan los restos de su hermana.

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