Por Luis Posse Vidal
Gonzalo Fernández de Córdoba, el ´Gran Capitán`, uno de los más destacados comandantes militares de la Edad Moderna, visitó Santiago de Compostela durante los primeros días de enero de 1510.
Lo hacía como peregrino, siendo su intención corresponder al Apóstol
por el amparo que le había dispensado en sus muchas batallas. En ellas
solía llevar bordada la Cruz de Santiago sobre su indumentaria.
Alonso III de Fonseca, arzobispo de Santiago, organizó un recibimiento por todo lo alto. Entre la comitiva preparada a tal efecto ocupaba un lugar destacado el conde Fernando de Andrade, señor feudal gallego que había compartido armas en Granada e Italia con el ´Gran Capitán`.
El conde había tenido especial relevancia en la batalla de Seminara, conviene recordar la importancia de las tropas gallegas y asturianas en las conquistas de Sicilia y Calabria.
Por su parte Alonso III de Fonseca había formado parte del séquito de Fernando el Católico durante su estancia en Italia, donde había coincidido con Gonzalo Fernández de Córdoba. Lo había hecho a su llegada a Génova en 1506, y más adelante en Nápoles, estando presente en el momento en el que el ´Gran Capitán` rendía sus famosas cuentas al rey.
Don Gonzalo, fiel devoto del Apóstol, había solicitado a Fernando el Católico que le nombrarse ´Maestre de la Orden de Santiago`, pretensión que no se llegaría a consumar y tal vez nunca estuviese entre las expectativas del rey. Sus relaciones nunca habían sido las más convenientes.
Gonzalo Fernández de Córdoba ofreció una lámpara de plata y leyó unas palabras ante el Altar Mayor de la Catedral de Santiago de Compostela, todavía se conserva el documento.
Agradecía al Apóstol su protección y solicitaba que se le diese sepultura , a él y a su familia, en la basílica compostelana:
«Yo Gonzalo Fernández de Córdoba, Duque de Sant Angelo e de Sesa e de Tierra nueva Condeestable de Ñapóles, aviendo consideración a los bienes e mercedes que yo he rescebido de Dios nuestro Señor o del gloriosísimo apóstol Señor Santiago el Mayor, tuvo por bien de me dar muchas vitorias e buenas venturas librando muchas veces mi persona de muy grandes peligros en las guerras e conquistas…»
Sus deseos finalmente no fueron realizados, el ´Gran Capitán` recibiría sepultura en el Monasterio de San Jerónimo de Granada. En 1515 María de Manrique, duquesa de Terranova y esposa de don Gonzalo, comunicaba por medio de una carta su fallecimiento.
El 4 de Abril de ese año se celebraban actos en su honor en la Catedral de Santiago de Compostela.
Alonso III de Fonseca, arzobispo de Santiago, organizó un recibimiento por todo lo alto. Entre la comitiva preparada a tal efecto ocupaba un lugar destacado el conde Fernando de Andrade, señor feudal gallego que había compartido armas en Granada e Italia con el ´Gran Capitán`.
El conde había tenido especial relevancia en la batalla de Seminara, conviene recordar la importancia de las tropas gallegas y asturianas en las conquistas de Sicilia y Calabria.
Por su parte Alonso III de Fonseca había formado parte del séquito de Fernando el Católico durante su estancia en Italia, donde había coincidido con Gonzalo Fernández de Córdoba. Lo había hecho a su llegada a Génova en 1506, y más adelante en Nápoles, estando presente en el momento en el que el ´Gran Capitán` rendía sus famosas cuentas al rey.
Don Gonzalo, fiel devoto del Apóstol, había solicitado a Fernando el Católico que le nombrarse ´Maestre de la Orden de Santiago`, pretensión que no se llegaría a consumar y tal vez nunca estuviese entre las expectativas del rey. Sus relaciones nunca habían sido las más convenientes.
Gonzalo Fernández de Córdoba ofreció una lámpara de plata y leyó unas palabras ante el Altar Mayor de la Catedral de Santiago de Compostela, todavía se conserva el documento.
Agradecía al Apóstol su protección y solicitaba que se le diese sepultura , a él y a su familia, en la basílica compostelana:
«Yo Gonzalo Fernández de Córdoba, Duque de Sant Angelo e de Sesa e de Tierra nueva Condeestable de Ñapóles, aviendo consideración a los bienes e mercedes que yo he rescebido de Dios nuestro Señor o del gloriosísimo apóstol Señor Santiago el Mayor, tuvo por bien de me dar muchas vitorias e buenas venturas librando muchas veces mi persona de muy grandes peligros en las guerras e conquistas…»
Sus deseos finalmente no fueron realizados, el ´Gran Capitán` recibiría sepultura en el Monasterio de San Jerónimo de Granada. En 1515 María de Manrique, duquesa de Terranova y esposa de don Gonzalo, comunicaba por medio de una carta su fallecimiento.
El 4 de Abril de ese año se celebraban actos en su honor en la Catedral de Santiago de Compostela.
Uno de los episodios más tensos entre el Gran Capitán y Fernando el Católico fue, sin duda, el de las famosas cuentas. En ellas don Gonzalo justificaba sus gastos, no sin cierta ironía, con puntos como los siguientes:
ResponderEliminar- 170.000 ducados en poner y renovar campanas destruidas con el uso continuo de repicar todos los dias por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.
Y para finalizar:
- 100.000.000 ducados por mi paciencia en escuchar que el rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino.