El misterioso espectro nocturno que visita A Quintana dos Mortos
Santiago.- Es uno de los misterios mejor guardados de la plaza de A Quintana, la sombra tenebrosa que durante las noches visita la esquina más próxima a Platerías, junto a la Puerta Real, y permanece allí hasta el amanecer protegida por las verjas.
Hay quien dice que es un monje, mientras otros sostienen que se trata de un peregrino que aprovecha la sombra del pilote que protege el cable del pararrayos para ocultarse de las miradas inoportunas y continuar con su triste y prolongado sino.
El caso es que su presencia suele pasar desapercibida porque se produce cuando la Basílica compostelana ya ha cerrado sus puertas y la afluencia de visitantes se limita a las terrazas de los establecimientos de hostelería de las proximidades.
La plaza de A Quintana, es decir, de la redundancia, puesto que quintana no es otra cosa que plaza, se divide en dos niveles que a lo largo de la historia han recibido dos nombres. La Quintana de Vivos, que es el nivel más alto, y la de Mortos, el más bajo y amplio.
Éste último fue durante siglos cementerio público, de ahí su nombre, y un cementerio con enterramientos de no demasiada calidad. En su documentado estudio sobre el urbanismo compostelano en la época barroca, el profesor Andrés Rosende recoge algunas descripciones sobre el estado de estas tumbas que dan bastante más miedo que el espectro arriba reflejado.
Por poner una última nota también con su punto tétrico, en la publicación del Consorcio antes citada también se recuerda que en A Quintana "también tenían lugar los actos inquisitoriales relacionados con los actos de fe". Es decir, que también podría tratarse de un quemado.
Hay quien dice que es un monje, mientras otros sostienen que se trata de un peregrino que aprovecha la sombra del pilote que protege el cable del pararrayos para ocultarse de las miradas inoportunas y continuar con su triste y prolongado sino.
El caso es que su presencia suele pasar desapercibida porque se produce cuando la Basílica compostelana ya ha cerrado sus puertas y la afluencia de visitantes se limita a las terrazas de los establecimientos de hostelería de las proximidades.
La plaza de A Quintana, es decir, de la redundancia, puesto que quintana no es otra cosa que plaza, se divide en dos niveles que a lo largo de la historia han recibido dos nombres. La Quintana de Vivos, que es el nivel más alto, y la de Mortos, el más bajo y amplio.
Éste último fue durante siglos cementerio público, de ahí su nombre, y un cementerio con enterramientos de no demasiada calidad. En su documentado estudio sobre el urbanismo compostelano en la época barroca, el profesor Andrés Rosende recoge algunas descripciones sobre el estado de estas tumbas que dan bastante más miedo que el espectro arriba reflejado.
Por poner una última nota también con su punto tétrico, en la publicación del Consorcio antes citada también se recuerda que en A Quintana "también tenían lugar los actos inquisitoriales relacionados con los actos de fe". Es decir, que también podría tratarse de un quemado.
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