Antonio y Don Pepe peregrinan de nuevo a Compostela
Toledo.- Componen una
curiosa y amable imagen en su peregrinaje hacia Compostela. Se trata de un
peregrino muy especial, Antonio Cañizares, arquitecto cordobés jubilado, que
recorre el Camino de Santiago acompañado por un burro que responde al nombre de
Don Pepe.
El arquitecto y su asno, de
seis años de edad, recorren en estos días las tierras de Castilla-La Mancha,
donde por ahora han gozado de buenas acogidas de las distintas poblaciones.
Esta es la tercera vez que
Cañizares peregrina hasta Compostela acompañado por Don Pepe y espera llegar a
su meta a mediados de julio, puesto que su caminar es pausado y sin prisas.
En su recorrido aprovechan
las cañadas y antiguos caminos y su propósito es alcanzar la Vía de la Plata y
por ahí continuar hasta la Tumba del Apóstol.
El peregrino aseguró al
llegar a Villacañas que la etapa entre Madridejos y Villacañas fue larga pero
muy agradable, y que Don Pepe disfrutó de la frescura de las hierbas que pueden
encontrase en las laderas de los caminos manchegos en esta época del año. Un
alimento que el burro, de seis años de edad, prefiere al pienso y la avena que
come habitualmente.
Esta es la tercera vez que
este peregrino cordobés viaja a Santiago acompañado de Don Pepe.
En 2009, al terminar su
segunda peregrinación, Antonio Cañizares confesó, que, al igual que Sócrates,
había llegado a la conclusión durante el recorrido de las muchas cosas que no
necesita.
Simpático, el arquitecto
cordobés manifestó en Compostela que "a Dios gracias Don Pepe no
habla" porque, si no, habrían tenido "sus más y sus menos a lo largo
del viaje", cuando el pollino logró acompañarlo sano y salvo a Santiago y
por el Camino despertar sonrisas -y muchas ganas de sacar la cámara-.
Si a Cañizares le encantó
el viaje, Don Pepe también tuvo sus momentos de gloria y disfrutó, sobre todo,
de un cambio de dieta. "Yo insistía en darle pienso y avena, pero él
prefería las hierbas del campo", comenta Cañizares sonriente. En estos
días se ha dado ya algún que otro atracón de hierbas toledanas.
Don Pepe, explica este simpático andaluz, no tuvo ocasión de disfrutar de las galletas que los niños solían darle en la escuela granja de la que proviene, por lo que intentó compensarlo mordisqueando las chaquetas de los peregrinos que se ponían a su alcance para acariciarlo.
Don Pepe, explica este simpático andaluz, no tuvo ocasión de disfrutar de las galletas que los niños solían darle en la escuela granja de la que proviene, por lo que intentó compensarlo mordisqueando las chaquetas de los peregrinos que se ponían a su alcance para acariciarlo.
En el Obradoiro, ante la
fachada de la catedral de Santiago, Don Pepe recibió de los viandantes todo
tipo de halagos y una oportunidad, no desaprovechada, para ejercer su
preferencia por las chaquetas flojas.
Pero en aquella ocasión no
todo fueron luces en el Camino. Además del ataque de un par de perros que
mantuvieron a Don Pepe dos días en el veterinario, Cañizares lamentó que, si ya
es complicado obtener albergue para una persona, cuánto más para un cuadrúpedo
como el que le servía de compañía y vehículo.
"Tuvimos muchísimos
problemas de alojamiento", asegura. "Lo solucionamos como pudimos, a
veces se quedaba bajo un árbol, atado, o recurrimos a establos privados",
añade el peregrino.
Al margen de ese pequeño detalle, este visitante fugaz defendió que la ruta jacobea "no tiene que arreglarse nada porque, aunque tiene mucho que arreglar, entonces no sería un sacrificio". "Si haces el Camino y tienes de todo, no sería lo mismo", argumenta.
Este andaluz que emprendió el Camino de Santiago en burro porque "siempre" le han "caído bien estos bichos" y para intentar rememorar los tiempos en que los montaba de pequeño, considera que gracias a esta experiencia "tomas conciencia de que todo pasa y de que el propio Camino es una etapa más en tu vida". Antes de seguir hacia Fisterra para finalizar su periplo, el peculiar peregrino admitió que su satisfacción fue incrementándose conforme se acercaba a Galicia en proporción a la "amabilidad" de las gentes que lo atendieron.
También aprovechó para disfrutar de la gastronomía gallega, que conoce bien, porque pensaba tenerla bien merecida "después de tantos menús de peregrino con pasta y pollo". "Los pobres pollos tienen que estar temblando", bromeó.
Al margen de ese pequeño detalle, este visitante fugaz defendió que la ruta jacobea "no tiene que arreglarse nada porque, aunque tiene mucho que arreglar, entonces no sería un sacrificio". "Si haces el Camino y tienes de todo, no sería lo mismo", argumenta.
Este andaluz que emprendió el Camino de Santiago en burro porque "siempre" le han "caído bien estos bichos" y para intentar rememorar los tiempos en que los montaba de pequeño, considera que gracias a esta experiencia "tomas conciencia de que todo pasa y de que el propio Camino es una etapa más en tu vida". Antes de seguir hacia Fisterra para finalizar su periplo, el peculiar peregrino admitió que su satisfacción fue incrementándose conforme se acercaba a Galicia en proporción a la "amabilidad" de las gentes que lo atendieron.
También aprovechó para disfrutar de la gastronomía gallega, que conoce bien, porque pensaba tenerla bien merecida "después de tantos menús de peregrino con pasta y pollo". "Los pobres pollos tienen que estar temblando", bromeó.
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