sábado, 28 de abril de 2012

Personajes del Camino


 
El peregrino de la esclerosis en Camino de nuevo a Compostela


Por Juan Frisuelos            
            Talavera de la Reina.- Humilde y discretamente, como en él es habitual, José María Arroyo, más conocido como el Peregrino de la Esclerosis Múltiple, porque en su caminar reclama que se investigue con más ahínco el remedio para ese mal, se dirige nuevamente hacia Compostela, después de emprender su marcha el viernes 27 de abril desde la Basílica del Prado de Talavera de la Reina.
            Si se cumplen sus planes, Arroyo llegará ante la tumba del Apóstol en 14 días, el próximo 9 de mayo. En esta ocasión, tras cruzar la cuerda de Gredos y encaminarse hacia Salamanca, enlazará allí con la Vía de la Playa y después continuará por el Camino Sanabrés hasta Santiago.
            Pero lejos de quedarse en la capital gallega, Arroyo emprenderá el retorno hacia Talavera, en este caso siguiendo en sentido inverso el Camino Portugués de la Costa, pero en dirección al Santuario de Fátima, a donde planea llegar el 15 de mayo, festividad de San Isidro, uno de los patronos de Talavera. Desde Fátima seguirá caminando hacia la ciudad templaria de Tomar en dirección a Valencia de Alcántara, primero, y de Cáceres, más tarde.
            José María Arroyo tiene previsto pernoctar el 25 de mayo en su hogar, en Alberche, pero su periplo no concluirá hasta un día después, cuando escuchará misa de 11.00 en la talaverana Basílica del Prado, de cuya Virgen es muy devoto.
            El peregrino, que ya había recorrido la ruta hasta Compostela para pedir que sanase su esposa, afectada entonces de cáncer, comenzó sus peregrinaciones en 2003 en demanda de que se investigue más sobre la esclerosis múltiple, enfermedad que padece su hija, y que afecta a otras 40.000 personas como mínimo en España.
            El peregrino de la esclerosis, enfermedad crónica que ataca al sistema nervioso central (el cerebro y la espina dorsal), recorre impresionantes etapas, de 60 o 70 kilómetros, y hasta la fecha lleva andados una decena de Caminos, en una ocasión saliendo de Roma para llegar a Compostela.
            Hombre animoso como pocos, José María Arroyo ha declarado que no se deja vencer por el camino, pero sí está un poco desesperanzado con el poco interés que encuentra en los políticos a la hora de poner más medios para combatir esta enfermedad. “No me duelen los pasos que doy, pero de eso sí me canso de que no se tomen medidas, los políticos no se preocupan”, y reclama de los medios de comunicación que presten más atención a la enfermedad invalidante, y menos a su persona.
            «No cojo dinero de nadie, yo no me lucro con la enfermedad. Yo solo quiero que se investigue», no se cansa de repetir José María Arroyo, que tampoco comparte el proceder de las diversas asociaciones de Esclerosis Múltiple que hay en el país, va por libre y con el único propósito de hacer pública su denuncia. «Voy solo», y rectifica, «con Dios que no es poco. Yo era creyente pero poco practicante». Su compañía en el Camino es la Virgen del Prado.
            Trabajador jubilado de Iberdrola, Arroyo lleva como único equipaje unas botas, pantalones, un chaleco, un sobrero y una mochila con mudas en la que reza Esclerosis múltiple más investigación. Con ese empeño, además de acudir a pie cada año hasta Compostela ha recorrido los principales santuarios europeos del cristianismo: Lourdes, Santiago y Fátima.
            El peregrino confía que para el 2015 se cumplan las previsiones de los científicos de encontrar algún avance para frenar la enfermedad. «Yo no pido para mí nada. No quiero. Juego a la lotería y nunca he pedido que me toque, siempre pido para los demás para que se puedan curar. Solo pido que se investigue», insiste.
            También dice que «espero que algún día me escuchen»,mientras ha perdido la cuenta de todos los kilómetros que ha recorrido con su particular lucha. Lo que sí ha podido ha sido experimentar la hospitalidad de muchas personas que se ha encontrado a su paso después de tantos años peregrinando. «Hay gente muy buena», y de ese modo ha hecho muy buenos amigos sentencia. Pero también reconoce que el Camino a veces no es fácil. «A veces hay gente que te desprecia y que te quiere echar a patadas cuando te ve llegar demacrado por el cansancio», señala.
«Voy a continuar hasta que Dios me deje, El es quien manda», dice.

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