miércoles, 4 de abril de 2012

Salud del Peregrino


Lesiones y problemas físicos más frecuentes en el Camino

M. González
Madrid.- Como vemos en muchos trabajos orientados al peregrino, tanto a pie como en bicicleta, durante su viaje está expuesto a diferentes patologías, siendo las más habituales de todas las ampollas, ya que algo más de la mitad de los caminantes (51%) las padece en algún momento. A éstas deben sumarse las llagas en los pies, que afectan a un 16,8% de los viajeros.
La tendinitis, consecuencia del diario y elevado esfuerzo físico, también es una molestia que ha padecido un elevado porcentaje de peregrinos, prácticamente un tercio de los mismos. 
Asimismo, es de destacar que dos de cada diez viajeros (19,5%) ha soportado migraña o dolor de cabeza durante la ruta. También, el resfriado (14,8%) y la insolación (13,6%) son problemas reseñables que afectan a la población estudiada, así como las caídas y golpes, y la depresión, sufridos por uno de cada diez peregrinos. 
El resto de lesiones y enfermedades, como los esguinces, problemas musculares, dolor de espalda, gastroenteritis, alergias, rozaduras, etc., presentan porcentajes inferiores al siete por ciento, lo que indica que son padecidos de forma más puntual y por un menor número de viajeros.
El análisis se hace más interesante cuando se estudian las diferencias significativas, desde el punto de vista estadístico, que se producen en función del medio utilizado para recorrer la ruta. Los datos permiten comprobar que las ampollas y las llagas en los pies, así como la tendinitis, las padecen más los senderistas, mientras que los cicloturistas se ven más afectados por insolaciones, resfriados y caídas y golpes.
Resulta lógica la diferencia en el caso de las ampollas, puesto que seis de cada diez de los viandantes las sufren durante el Camino, mientras que apenas afectan a los que van pedaleando hasta Santiago. 
Aunque son menos los que padecen llagas en los pies, los datos están en la línea de los anteriores: dos de cada diez de los caminantes y apenas un cinco por ciento de los que recorren la ruta sobre dos ruedas. Es alto el porcentaje entre los senderistas respecto a estas dolencias, dado el esfuerzo diario que soportan los pies; “pies de ciudad”, poco acostumbrados a andar durante tantas horas y kilómetros, con excesivo calor en verano y enfundados en un calzado poco habitual -principalmente botas de montaña- en la vida diaria. 
Un alto porcentaje de los que andan hacia Compostela padecen tendinitis (38,6%) en su recorrido, mientras que se ve afectado uno de cada cinco peregrinos en bicicleta. Como vemos, esta lesión, provocada por el sobreesfuerzo, la sufren sobre todo los caminantes, que son los que menos se preparan físicamente para este recorrido. Además, aquellos que se aventuran en bicicleta normalmente son aficionados habituales a esta práctica deportiva y están adaptados a este tipo de actividad sufriendo más otro tipo de problemas físicos. 
Por otro lado, la insolación y el resfriado afectan más a los ciclistas que a los caminantes, presentando diferencias significativas, así como las caídas y golpes, pues los que recorren el itinerario en este medio están más expuestos a sufrir enfriamientos y caídas durante los descensos por los terrenos sinuosos y pendientes por los que transcurre la senda jacobea. También influye en el padecimiento de estas dolencias el que los ciclistas alarguen más la etapa diaria, tanto en distancia como en tiempo que los senderistas. En este sentido, las diferencias se acentúan a favor de los que pedalean a partir de las seis horas de duración de la etapa, acabando la jornada a última hora de la tarde y ello conlleva más paradas y enfriamientos que los viandantes.
Resulta interesante realizar este análisis, puesto que, las diferencias que se hallan en función de la nacionalidad de los viajeros se presentan en relación con las ampollas y las llagas en los pies, problemas que, como hemos comprobado anteriormente, afectan sobre todo a los senderistas. La mayoría de los peregrinos que proceden de otros países del mundo y de los de Europa sufren ampollas en los pies durante el recorrido. De igual manera, también son estos dos colectivos los que más sufren las llagas. 
Se observa gran diferencia respecto a los españoles, que son los que menos padecen, tanto las ampollas como las llagas. La explicación a estas diferencias hemos de buscarla en el tiempo que dura su recorrido y, por ende, en el lugar de inicio del mismo. Los españoles tienden a iniciar su peregrinación en lugares más cercanos a Santiago, como Sarria, O’Cebreiro, Ponferrada, Astorga o León, mientras que los europeos y los del resto de países comienzan en lugares más alejados, como Saint Jean Pied de Port o Roncesvalles. Resulta lógico que aquéllos que inician más lejos y que están más tiempo peregrinando sufran más estas dolencias en los pies. 
El medio de locomoción utilizado para realizar una ruta por etapas, el Camino de Santiago en este caso, así como la distancia recorrida, son determinantes en relación con los problemas físicos sufridos a lo largo del itinerario, de tal manera que los que van andando padecen más lesiones y padecimientos que los que van en bicicleta. 
Las dolencias en los pies, como consecuencia del esfuerzo diario y de la utilización de calzado distinto al de la vida habitual, son las principales lesiones que sufren los caminantes. La mayoría de ellos padecen ampollas. 
La tendinitis, lesión provocada por el sobreesfuerzo diario y la falta de preparación física adecuada para el Camino, es un problema sufrido tanto por caminantes como por ciclistas. No obstante, afecta más a senderistas, pues los que van en bicicleta están habituados a este medio y entrenan más con motivo de la peregrinación. 
Las principales complicaciones que sufren los ciclistas son aquéllas derivadas de los golpes y las caídas, propios de la conducción de este medio de locomoción durante muchos kilómetros por el medio natural por el que transcurre el itinerario jacobeo.

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