Lugo.- El historiador Adolfo de Abel Vilela acaba de sacar a la luz un nuevo trabajo, el quinto en este año, que se presentará el próximo miércoles día 30 a las ocho de la tarde en el Círculo de las Artes. Se trata de la obra La ciudad de Lugo en los siglos XII al XV. Urbanismo y sociedad , publicado por la Fundación Pedro Barrié de la Maza en la prestigiosa serie Galicia Histórica del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento.
-Tres guías, una sobre Lugo, otra de la Catedral y una tercera del Coro de la Catedral, en gallego, español e inglés; un trabajo sobre «A fonte da Porta Miñá e o Pazo de Orbán» y ahora esta obra de setecientas páginas, ¿un año productivo para usted?
-Sí, pero ha sido una coincidencia. En realidad son trabajos que vienen de atrás, a los que les dediqué varios años.
-¿Cómo se le ocurrió meterse en el Lugo medieval?
-Fue de casualidad. En 1987 se hizo una publicación en homenaje a los profesores Manuel Lucas Álvarez y Ángel Rodríguez González con motivo de su jubilación, y uno de los artículos, de Santiago Jiménez, era la transcripción del Memorial de Aniversarios de la Catedral de Lugo , documentos en latín medieval de las mandas que algunos fieles hacían para que se acordasen de ellos en el día de su aniversario. Y allí había topónimos que había visto en la documentación moderna, y se me ocurrió hacer una reconstrucción, desde el punto de vista urbano, de la ciudad medieval.
-¿Cuántos años le ha dedicado al trabajo que presenta?
-Aunque lo terminé oficialmente en el verano de 2004, después tuve que continuar porque aparecieron importantes restos arqueológicos y nueva bibliografía que hubo que incluir. Así que unos veinte años.
-¿Ha merecido la pena?
-Creo que sí. Cuando leí mi tesis doctoral en Madrid, Virginia Tovar, catedrática de la Universidad Complutense, me dijo que citaba muy poca bibliografía sobre Lugo, y le contesté que aunque le pareciese raro, no la había, y lo poco que había lo estaba haciendo yo. Es verdad que en estos últimos años hubo algunas aportaciones. Ha sido muy importante el trabajo de transcripción de la malograda María José Portela Silva y de análisis del padre García Oro así como los trabajos de Carmen Manso Porto y Marta Pérez Martínez, entre otros.
-Y usted, ¿a qué cree que se debe esta penuria bibliográfica?
-A varios factores. En primer lugar para hacer estudios rigurosos de historia es indispensable un trabajo previo de archivo. Yo llevo más de treinta años recopilando documentación. Eso requiere vocación, tiempo, dedicación y un medio de vida. Y el tiempo es dinero. Si los investigadores cobrásemos la hora, por ejemplo a precio de fontanero, ¡qué menos!, los cientos de horas dedicadas a un trabajo como el que vamos a presentar, sería impagable.
-Su obra, ¿qué cree que aporta a la historiografía que existe sobre Lugo?
-Creo que múltiples cosas. En primer lugar se da una visión de conjunto de lo que fue la ciudad medieval, su urbanismo, su sociedad, su forma de vida. Algunas las tenemos ahí, pero no la vemos porque están camufladas. La ciudad romana también está oculta pero ahora empezamos a descubrirla, a conocerla y ponerla en valor.
-¿Algún ejemplo?
-Hay varios. Los documentos nos hablan de un hospital de Santa Catalina en el Porta de San Pedro, otro de San Bartolomé y una iglesia de Santiago en las Cortiñas de San Román, un hospital de Santa María en las inmediaciones de la Praza do Campo, una alberguería en el Pozo da Pinguela y un hospital de San Miguel en la Porta Miñá. Estos datos aislados no nos dicen nada. Son como las piezas de un puzle, que cuando encajan forman una figura. Si relacionamos esos datos tenemos el trazando del Camino Primitivo a su paso por la ciudad.
-Hasta ahora nos se nos ocurría que el Camino de Santiago pasase por Lugo?
-Pues sí. Porque el Camino Francés copaba todo el protagonismo. Fue el que se promocionó. Pero en realidad el Primitivo fue el primero. Aquí a principios del siglo XII hubo una importante colonia de francos. Las huellas de los peregrinos estaban ahí, sin descubrir.
-Tres guías, una sobre Lugo, otra de la Catedral y una tercera del Coro de la Catedral, en gallego, español e inglés; un trabajo sobre «A fonte da Porta Miñá e o Pazo de Orbán» y ahora esta obra de setecientas páginas, ¿un año productivo para usted?
-Sí, pero ha sido una coincidencia. En realidad son trabajos que vienen de atrás, a los que les dediqué varios años.
-¿Cómo se le ocurrió meterse en el Lugo medieval?
-Fue de casualidad. En 1987 se hizo una publicación en homenaje a los profesores Manuel Lucas Álvarez y Ángel Rodríguez González con motivo de su jubilación, y uno de los artículos, de Santiago Jiménez, era la transcripción del Memorial de Aniversarios de la Catedral de Lugo , documentos en latín medieval de las mandas que algunos fieles hacían para que se acordasen de ellos en el día de su aniversario. Y allí había topónimos que había visto en la documentación moderna, y se me ocurrió hacer una reconstrucción, desde el punto de vista urbano, de la ciudad medieval.
-¿Cuántos años le ha dedicado al trabajo que presenta?
-Aunque lo terminé oficialmente en el verano de 2004, después tuve que continuar porque aparecieron importantes restos arqueológicos y nueva bibliografía que hubo que incluir. Así que unos veinte años.
-¿Ha merecido la pena?
-Creo que sí. Cuando leí mi tesis doctoral en Madrid, Virginia Tovar, catedrática de la Universidad Complutense, me dijo que citaba muy poca bibliografía sobre Lugo, y le contesté que aunque le pareciese raro, no la había, y lo poco que había lo estaba haciendo yo. Es verdad que en estos últimos años hubo algunas aportaciones. Ha sido muy importante el trabajo de transcripción de la malograda María José Portela Silva y de análisis del padre García Oro así como los trabajos de Carmen Manso Porto y Marta Pérez Martínez, entre otros.
-Y usted, ¿a qué cree que se debe esta penuria bibliográfica?
-A varios factores. En primer lugar para hacer estudios rigurosos de historia es indispensable un trabajo previo de archivo. Yo llevo más de treinta años recopilando documentación. Eso requiere vocación, tiempo, dedicación y un medio de vida. Y el tiempo es dinero. Si los investigadores cobrásemos la hora, por ejemplo a precio de fontanero, ¡qué menos!, los cientos de horas dedicadas a un trabajo como el que vamos a presentar, sería impagable.
-Su obra, ¿qué cree que aporta a la historiografía que existe sobre Lugo?
-Creo que múltiples cosas. En primer lugar se da una visión de conjunto de lo que fue la ciudad medieval, su urbanismo, su sociedad, su forma de vida. Algunas las tenemos ahí, pero no la vemos porque están camufladas. La ciudad romana también está oculta pero ahora empezamos a descubrirla, a conocerla y ponerla en valor.
-¿Algún ejemplo?
-Hay varios. Los documentos nos hablan de un hospital de Santa Catalina en el Porta de San Pedro, otro de San Bartolomé y una iglesia de Santiago en las Cortiñas de San Román, un hospital de Santa María en las inmediaciones de la Praza do Campo, una alberguería en el Pozo da Pinguela y un hospital de San Miguel en la Porta Miñá. Estos datos aislados no nos dicen nada. Son como las piezas de un puzle, que cuando encajan forman una figura. Si relacionamos esos datos tenemos el trazando del Camino Primitivo a su paso por la ciudad.
-Hasta ahora nos se nos ocurría que el Camino de Santiago pasase por Lugo?
-Pues sí. Porque el Camino Francés copaba todo el protagonismo. Fue el que se promocionó. Pero en realidad el Primitivo fue el primero. Aquí a principios del siglo XII hubo una importante colonia de francos. Las huellas de los peregrinos estaban ahí, sin descubrir.
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