Una boda en el Camino
Logroño.- Cruzaron sus miradas en Puente la Reina peregrinando hacia Santiago hace cuatro años y, hoy, aún continúan "caminando juntos". Sergio Romero, natural de Jerez pero afincado en Florida, y su actual mujer, la sueca Osa Remenyi, decidieron volver al entorno donde se conocieron para sellar su amor en matrimonio.
La historia se remonta a 2005, año en el que Romero, investigador y docente en la Universidad de Florida, decidió regresar a España para realizar el Camino de Santiago. "Ya lo completé una vez en 1990. Por eso, en esta ocasión, me había propuesto un reto: superar todos los kilómetros corriendo", explica el marido.
Sin embargo, nada más comenzar el trayecto, en el tramo de Somport a Jaca, sufrió un accidente. Se lesionó la rodilla, incidente que le impidió cumplir su objetivo inicial. "Tuve que resignarme y hacer el Camino andando. Nunca me he alegrado más", dice con una sonrisa. Mientras este peregrino de 38 años se encontraba en Huesca, la que aún no sabía que iba a ser su futura mujer salía de Roncesvalles. Era la primera vez que la sueca y residente en Nueva York Osa Remenyi se aventuraba en dirección a Compostela.
Ambos viajaron en solitario hasta que coincidieron en el albergue de Puente la Reina. "Ella estaba en la litera de abajo y yo en la de arriba. Nos presentó un peregrino francés y empezamos a hablar", recuerdan. Al día siguiente, Remenyi salió con paso acelerado y trató de adelantar a Romero por el camino. "Me piqué y apremié el paso. Finalmente, la alcancé y, siguiendo su ritmo, recorrimos juntos esa etapa", cuenta. La joven se quedó en el albergue de Los Arcos, mientras que Romero continuó hasta Viana.
Por la mañana, el investigador salió temprano, pero fue alcanzado por Remenyi a los pocos kilómetros. "Caminaba despacio por mi lesión y ella parecía que no se fatigaba", asegura. Así, se adentraron en La Rioja y pasaron su primera noche juntos en un hotel de Logroño. "Llegamos demasiado tarde al albergue y no nos dejaron entrar. Fue cosa de la necesidad", bromean. Desde ahí, continuaron juntos hasta Compostela.
Tras completar el viaje, ambos cogieron un autobús a Jerez para conocer a los padres de Romero. "Estuvimos unos días, pero pronto tuvimos que regresar a EEUU", explican. Una vez en Florida, el joven decidió arriesgarse. "Alquilé una furgoneta y recorrí los casi 2.000 km que separan Florida de Nueva York para pedirle que viviera conmigo", relata el jerezano. Desde entonces, residen en Florida.
La boda, que se celebró el pasado fin de semana en Logroño, tuvo una peculiaridad. Los testigos de la boda fueron dos policías forales. "Antes de encontrarnos en Puente la Reina, mi mujer fue asaltada. Dos policías forales, Santiago y Alfonso, la llevaron a Pamplona a testificar y, como al regresar al albergue se había hecho tarde, la invitaron a cenar", sostiene Romero.
Por la hospitalidad que ambos agentes demostraron, la pareja decidió invitarles como testigos del enlace. Santiago no pudo asistir por culpa de una lesión, pero sí lo hizo Alfonso, acompañado por su mujer Anye. "Fue increíble", coinciden los cónyuges.
Logroño.- Cruzaron sus miradas en Puente la Reina peregrinando hacia Santiago hace cuatro años y, hoy, aún continúan "caminando juntos". Sergio Romero, natural de Jerez pero afincado en Florida, y su actual mujer, la sueca Osa Remenyi, decidieron volver al entorno donde se conocieron para sellar su amor en matrimonio.
La historia se remonta a 2005, año en el que Romero, investigador y docente en la Universidad de Florida, decidió regresar a España para realizar el Camino de Santiago. "Ya lo completé una vez en 1990. Por eso, en esta ocasión, me había propuesto un reto: superar todos los kilómetros corriendo", explica el marido.
Sin embargo, nada más comenzar el trayecto, en el tramo de Somport a Jaca, sufrió un accidente. Se lesionó la rodilla, incidente que le impidió cumplir su objetivo inicial. "Tuve que resignarme y hacer el Camino andando. Nunca me he alegrado más", dice con una sonrisa. Mientras este peregrino de 38 años se encontraba en Huesca, la que aún no sabía que iba a ser su futura mujer salía de Roncesvalles. Era la primera vez que la sueca y residente en Nueva York Osa Remenyi se aventuraba en dirección a Compostela.
Ambos viajaron en solitario hasta que coincidieron en el albergue de Puente la Reina. "Ella estaba en la litera de abajo y yo en la de arriba. Nos presentó un peregrino francés y empezamos a hablar", recuerdan. Al día siguiente, Remenyi salió con paso acelerado y trató de adelantar a Romero por el camino. "Me piqué y apremié el paso. Finalmente, la alcancé y, siguiendo su ritmo, recorrimos juntos esa etapa", cuenta. La joven se quedó en el albergue de Los Arcos, mientras que Romero continuó hasta Viana.
Por la mañana, el investigador salió temprano, pero fue alcanzado por Remenyi a los pocos kilómetros. "Caminaba despacio por mi lesión y ella parecía que no se fatigaba", asegura. Así, se adentraron en La Rioja y pasaron su primera noche juntos en un hotel de Logroño. "Llegamos demasiado tarde al albergue y no nos dejaron entrar. Fue cosa de la necesidad", bromean. Desde ahí, continuaron juntos hasta Compostela.
Tras completar el viaje, ambos cogieron un autobús a Jerez para conocer a los padres de Romero. "Estuvimos unos días, pero pronto tuvimos que regresar a EEUU", explican. Una vez en Florida, el joven decidió arriesgarse. "Alquilé una furgoneta y recorrí los casi 2.000 km que separan Florida de Nueva York para pedirle que viviera conmigo", relata el jerezano. Desde entonces, residen en Florida.
La boda, que se celebró el pasado fin de semana en Logroño, tuvo una peculiaridad. Los testigos de la boda fueron dos policías forales. "Antes de encontrarnos en Puente la Reina, mi mujer fue asaltada. Dos policías forales, Santiago y Alfonso, la llevaron a Pamplona a testificar y, como al regresar al albergue se había hecho tarde, la invitaron a cenar", sostiene Romero.
Por la hospitalidad que ambos agentes demostraron, la pareja decidió invitarles como testigos del enlace. Santiago no pudo asistir por culpa de una lesión, pero sí lo hizo Alfonso, acompañado por su mujer Anye. "Fue increíble", coinciden los cónyuges.
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