miércoles, 3 de marzo de 2010

Salud del Peregrino

Golpe de calor
Revista Iter Redemptio
Dentro de los cuidado que debe tener el peregrino es el protegerse del sol. Este acompañante deseado en invierno puede ser un enemigo que nos produzca una enfermedad denominada golpe de calor. Éste se produce con una elevación incontrolada de la temperatura debida a un fallo de los mecanismos termorreguladores, y puede conducir, si no se trata precoz y adecuadamente, a
un grave fallo multiorgánico y a la muerte.
En este caso los enfermos tienen fiebre, casi siempre mayor de 39-40ºC, alteración del nivel de conciencia, que puede llegar hasta el coma profundo, y la piel está caliente y seca, a diferencia de lo que ocurre en el colapso por calor.
Puede producirse un golpe de calor por un aumento excesivo de la temperatura externa, es el llamado golpe de calor pasivo o clásico, que es el propio del verano, sobre todo en países donde se alcanzan temperaturas muy altas y mantenidas.
Pero también existe el golpe de calor activo o endógeno, como el que se produce por el ejercicio. Realizar un ejercicio físico intenso o prolongado en condiciones de calor ambiental, y más si la humedad es alta, está asociado a un riesgo muy elevado de padecer un golpe de calor.
Las causas más comunes de golpe de calor son las siguientes:
- Temperatura ambiental superior a la corporal
- Humedad atmosférica elevada
- Sobrecarga de calor por radiación (edificios metálicos, automóviles)
- Fiebre
- Esfuerzo muscular por trabajo o deporte
- Hipertermia maligna
- Por último, la coexistencia de otras enfermedades (como la diabetes, hipertiroidismo, enfermedades neurológicas, cardiovasculares, pulmonares o renales, etc.), el alcoholismo y la toma de medicamentos de distintos tipos también aumentan el riesgo de padecer un golpe de calor.
El tratamiento del golpe de calor supone una urgencia vital, ya que su mortalidad es menor si se consigue el enfriamiento del paciente lo antes posible. Por ello es muy importante diagnosticar precozmente el síndrome y sospecharlo en cualquier enfermo con fiebre alta y alteración
neurológica.
En cuanto sea posible será trasladado a un centro hospitalario, pero hasta entonces el objetivo a conseguir es la reducción de la temperatura corporal del enfermo hasta que se sitúe entre 38 y 39ºC. Para ello, debe ser colocado en el lugar más fresco que se pueda, se le quitará
la ropa y se procurará enfriarlo mediante compresas de agua fría. También puede sumergirse al enfermo en agua fría o templada directamente, pero teniendo en cuenta que el contraste demasiado rápido y excesivo con el frío puede contraer los vasos sanguíneos de la piel y estimular la aparición de escalofríos, lo que puede retrasar el enfriamiento.
Una vez trasladado, se continuará el enfriamiento y se adoptarán además las medidas de soporte necesarias. A pesar de un tratamiento adecuado, la mortalidad del golpe de calor sigue siendo elevada, y los supervivientes pueden presentar distintas secuelas neurológicas y de
otro tipo. Esta enfermedad tiene un peor pronóstico en personas mayores, si existe una afectación neurológica grave, signos de daño multiorgánico, o si el enfriamiento
se retrasa más de una hora.
Por todo ello, la mejor estrategia en esta enfermedad es la prevención. Algunos de los consejos básicos que contribuyen a prevenir el daño por calor en todas sus formas son:
- Evitar la exposición al sol y el ejercicio físico en las horas centrales del día.
- Protegerse del sol adecuadamente, ya que las quemaduras solares dificultan la disipación de calor.
- Mantener una buena hidratación durante todo el día. No esperar a tener sed.
- Beber especialmente antes, durante y después del ejercicio físico. Se puede emplear agua y, aún mejor, soluciones isotónicas.
- Reducir la actividad física en lo posible si la temperatura y la humedad son elevadas.
- Evitar la ingesta de bebidas alcohólicas.
- Emplear ropa ligera, de colores claros y holgada, adecuada a la temperatura en verano.

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