Por José A. de la Riera
Ciertamente la ruta conforma buena parte del espacio donde entre los siglos XII y XIV se desarrolló ese extraordinario movimiento trovadoresco que dio lugar a la lírica galaico-portuguesa, presente en los “Cancoeiros”. Muchos de esos trovadores y juglares (pues de ambos se nutrió esa lírica) nacieron, padecieron, rimaron y cantaron muy cerca de las trochas que hoy en día recorre el peregrino. El continuo fluir de unos y otros entre la corte portuguesa y ese faro que era Compostela, o la presencia de los cantores del mar, siempre cercano, siempre protagonista, que cautivó a Martín Codax, Mendiño o Paio Gómez Chariño, la presencia del propio Camino en la pluma de muchos de ellos, determinan al Camino Portugués como protagonista y espacio vital e imprescindible de la lírica galaico-portuguesa.
El propio rey-trovador, D. Dinís, impulsó, según la leyenda, una de las peregrinaciones de su esposa, Isabel de Portugal, “a Rainha Santa”, llorando los desaires del rey su esposo. Los Cancioneros, el Cancioneiro de Ajuda, el más antiguo de todos ellos y que contiene exclusivamente canciones de amor, el Cancionero de la Biblioteca Vaticana y el Cancionero de la Bibioteca Nacional de Lisboa (más conocido como Cancionero Colocci-Brancuti), además de descubrimientos tales como el del librero Vindel, que permitieron conocer las notas originales de las cantigas de Martín-Codax, dieron a conocer un mundo onírico, de increíble personalidad, donde las cantigas de amor, de amigo o de maldecir conforman un universo donde la lengua gallega alcanzó cotas sublimes. Camino Portugués, Camino de los trovadores.
Si el Camino Amaro Francoés es el Camino de la épica, el Camino Portugués es el Camino de la lírica. No encontrará aquí el peregrino las mesetas desoladas del Camino Francés, ni tocará el cielo con las manos en altísimas montañas, tampoco saldrá a su paso ningún Roldán, ni Carlomagno, ni Mio Cid, pero en lo profundo de las fragas, en el silencio de las encrucijadas, al pie de los cruceiros milenarios saldrán a su paso las sombras amables de los trovadores: Bernal de Bonaval, Martín Codax, Mendiño, el rey Don Dinís, desgranando cantigas de amigo en el atardecer del antiguo mar de occidente. El peregrino habrá pasado junto al mar de Vigo, el mar de Martín Codax, un mar que no es mero testigo, que alcanza caracteres de dramático y permanente protagonista. Martín Codax, juglar, respira desde lo más hondo del pueblo y eso ha garantizado su pervivencia a través de los siglos:Quantas sabedes amar amigo,
treides conmigo a lo mar de Vigo,
e bañarnos hemos nas ondas.
Quantas sabedes amar amado,
traides conmigo a lo mar levado
e bañarnos hemos nas ondas.
(C. Vaticana, 888)
Otro poeta del mar, el pontevedrés Paio Gómez Chariño, conquistador de Sevilla y almirante de la Mar Océana, nos regaló trovas en honor de Santiago Apóstol, dignas de que todo peregrino las cuelgue de su mochila:
¡ Ai Santiago, padrón sabido,
vós me adugades o meu amigo!
Sobre mar ven quen frores de amor ten.
¡ Miraréi, madre, as torre de Xeén!
¡ Ai Santiago, padrón probado
vós me adugades o meu amado!
Sobre mar ven quen frores de amor ten.
¡ Miraréi, madre, as torre de Xeén!
(C.Vaticana, 429)
Otra cantiga, del clérigo compostelano Airas Nunes, nos refiere por boca de la enamorada la próxima peregrinación del rey a Compostela:
A Santiago en romaria ven
el rei, madre, e prazme de coraçon,
por duas cousas, se Deus me perdón,
en que teño que me faz Deus gran ben:
ca verei El Rei, que nunca vi,
e meu amigo que ven co el i.
(C.Vaticana, 458)
Otro juglar, Airas Corpancho, no duda en ponerse en Camino:
Por facer romaría puxe én meu coraçón
A Sant-Yago un día, por facer oraçón
E por veer meu amigo logo i.
(C.Vaticana, 265, s XIII)
Camino de juglares y trovadores, ¡Edoí, Lelia Doura!, humildes como Mendiño, que entró en la historia haciendo cantar a su amada desde la soledad de la isla de San Simón, envuelta por las olas, nobles como el propio Gómez Chariño o reyes como D. Denís o el rey sabio, Alfonso X, autor de las extraordinarias Cantigas de Santa María, clérigos como Bernal de Bonaval. Camino de trovas de amor, de amigo o de maldecir. Todos dejaron su huella en una tierra y un idioma. Y también, sin duda la pueden dejar en los peregrinos que hacen en paz su Camino por la vieja ruta que nos llega con todo el verde de Portugal.
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