«El Camino gusta más ahora que en verano», dicen dos peregrinos manchegos
Ni la nieve frena el ánimo cuando el objetivo es
llegar a Santiago. Manuel Cano y María José Sáez, manchegos de Cotillas
(Albacete), avanzaban ayer por la mañana por el Camino Norte sin que la
nieve que enfriaba el ambiente y que blanqueaba el paisaje chairego
fuese un estorbo para su propósito. Más allá de declaraciones, un dato:
salieron de Gontán, en donde habían pasado la noche, con la idea de
llegar a Baamonde, en donde concluyeron su etapa.
¿Qué aliciente hay en andar bajo la nieve en un
día que invita más bien a ver ese manto blanco de manera fugaz para
regresar luego a ambientes cerrados y más cálidos? «El Camino gusta más
ahora que en verano, seguro», explica él, que no duda en decir que el
paisaje es «muy bonito».
«Nos encanta», dice ella, que de todos modos
reconoce cierta influencia de la nieve en el recorrido. Por ejemplo, en
algún tramo de la peregrinación abandonaron el Camino para andar por los
márgenes de la N-634. La razón tenía que ver con el mal tiempo, y el
objetivo era huir de zonas embarradas, que podrían dificultar el paso.
Cuatro o cinco días más les debían de bastar,
según sus cálculos, para llegar a Santiago, meta de una peregrinación
que, dicen, tiene más motivos culturales y turísticos que religiosos. La
elección de esta época del año, por otro lado, tiene también que ver
con su trabajo, pues regentan un negocio de turismo rural. Y aunque no
sea una celebración, sí pueden decir que han peregrinado en el año de
sus bodas de plata como matrimonio.
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