LOS TEMPLARIOS Y MARIA MAGDALENA (II)
(Del Blog Carlosmesa.com)
En la entrevista con el portugués, Fernando Pinto de Sousa Fontes, Gran Maestre y Príncipe Regente del OSMTJ (Orden Soberna y Militar del Temple de Jerusalén), la actual Orden templaria en el siglo XXI (disponen de su propia web) le formulé algunas de las cuestiones que ya se han visto mencionadas en esta investigación.
¿Con qué otras órdenes templarias mantenéis contactos?
Mantenemos contactos con algunas organizaciones que se hallan en sintonía con la filosofía de la OSMTJ. El tiempo da y quita razones; y el tiempo ha quitado ya muchas, nosotros simplemente intentamos avanzar con las que se sienten “de la casa” y además trabajan para el mismo fin.
¿La OSMTJ mantiene contactos con el Priorato de Sión?
(Risas). Esa supuesta organización que, al parecer, en tiempos pretéritos, se denominaba Priorato de Sión, no existe ya, en la actualidad.
¿Cómo es de amplía la OSMTJ y la OSMTH en el mundo? ¿Podemos hablar de cifras de ingresados?
Podemos hablar del gran número de personas, adultas, formadas y con conocimiento de lo que hacemos, que solicitan la admisión cada año. Podemos hablar que la práctica totalidad de los países reconocidos por la ONU, con honrosas excepciones en África, tienen prioratos o Grandes Prioratos de la Orden. Pero preferimos hablar de trabajo, del que realizamos y del que queda por hacer, que es mucho y por ello, sin que en ningún caso hagamos proselitismo, sí que quiero decir que para “esa gran mies” se precisa de muchas personas involucradas. De otra forma no podría hacerse.
Una curiosidad por el acrónimo de vuestro nombre y que hace referencia a lo militar… en caso de una supuesta Guerra Santa en el futuro, ¿cuál sería vuestro papel?
Las armas actuales del caballero son la palabra y la pluma. La palabra para difundir nuestros pensamientos y la pluma para dejarlos patentes en el tiempo. La razón humana evitará que se produzca una gran guerra en el futuro y nosotros, con nuestras armas, lucharemos incesantemente para mantener la paz, para que se difunda en el mundo la creencia cristiana como base de nuestra cultura occidental. Y que haya el máximo respeto para otras religiones como esperamos conseguir respeto para nosotros. Todo ser humano debe poder dirigirse en público y privado a su ser superior sin ninguna restricción ni intolerancia.
Estando presente, Josep de Juan y Buixeda, actual Gran Prior y Legado Magistral para España, amablemente también accedió a responder algunas preguntas.
Existe muy poca documentación directa escrita anterior al 1705. Pero sí hay documentos indirectos en archivos; hablamos de archivos conocidos, como el secreto Vaticano, Nacional de Francia, Corona de Aragón, etcétera. Y mucha documentación dispersa en pequeños archivos locales e incluso privados en la que constan donaciones, convenios, y otros. Estos hay que irlos rastreando con paciencia y con tiempo. A partir de Luis Felipe de Orleans, el archivo del Gran Magisterio está completo y se conserva. Pero los conocimientos no solamente pueden aprenderse en documentación, hay un importante legado que está escrito en “piedra”, en forma de construcciones; por ejemplo, con sistemas constructivos o de defensa no conocidos en la época y que fueron vigentes hasta casi la utilización de la pólvora, que desfasó la estructura defensiva altomedieval. Hay un importante legado en forma de documentos económicos que nos hablan de algo parecido a “cheques de viaje” en el siglo XIII, y hay cartas de navegación que implican rutas impensables en la época. Todo ello es conocimiento…
¿Podéis afirmar, categóricamente, que sois la línea sucesora de la Orden del Temple?
Sí, sin lugar a dudas. No se conoce otra organización templaria anterior al 1705 y con posterioridad a esa fecha, la línea de sucesión se halla documentada sin roturas.
¿Cómo es vuestra orden, la OSMTJ? ¿Cuál es su labor y a qué dedica su tiempo?
La Orden realiza las actividades que, salvando el tiempo, realizaban los templarios en Tierra Santa en su época de esplendor, es decir, salvaguardar a los peregrinos (en este caso a los cristianos en general) que habitan o se hallan en los Santos lugares y procurar que se mantengan allí. Esta es la labor básica. Mantener el espíritu cristiano en una Europa que se ha formado, precisamente, con esa base, es otro de los retos que tenemos planteados.
La OSMTJ actual ¿es una milicia cristiana católica? ¿Gnóstica?
La OSMTJ es una entidad cristiana ecuménica.
¿Qué es para vosotros el Baphomet?
Entendemos que se trata de una representación de uno mismo. De la misma manera que en los conventos cartujanos y también de otras órdenes monásticas, en cada celda, cada monje disponía de una calavera que le ayudaba a meditar, a pensar en lo poca cosa que somos dentro de la obra de Dios y a la vez para orar en un estado de intensa compenetración con uno mismo, pensamos que cumplía la misma función ante los rudos monjes de la legión del Temple, que cada día pensaban que posiblemente el siguiente sería el último y daban gracias al Señor por permitirles dar su vida por la causa de la cristiandad.
¿Cuál es vuestra visión de obras como “El Código Da Vinci” de Dan Brown o “El enigma sagrado” de Baigent, Leight o Lincoln?
Son textos más o menos documentados que tienen por objeto principal la venta de ejemplares o que la gente acuda al cine.
¿Tiene algún fundamento la leyenda de los templarios como custodios del Grial, interpretado como el linaje de María Magdalena?
Es una leyenda. Las leyendas suelen transmitirse por tradición oral de generación en generación. Siempre hay una base más o menos histórica, pero no dejan de ser eso, leyendas.
Aparte de esa supuesta absolución de Clemente V, ¿la Iglesia Católica os ha hecho algún acercamiento para pediros perdón?
La Iglesia es una pesada maquinaria que, en muchas ocasiones, los mismos que la dirigen se encargan de hacer más lenta todavía. Tenemos muy buena relación con la Iglesia Católica, participamos en actos organizados por la misma, como miembros de la misma participan en actividades que nosotros organizamos. El hecho de hacer público el documento que exime a los antiguos de las acusaciones por las que fueron en muchos casos torturados y ajusticiados es ya un importante paso. Hay otros en privado y ha habido también en público… reducido. Lo importante es que existe coincidencia de intereses y de formas de actuación y esa vía no solamente nos permite a las dos organizaciones trabajar en paralelo, sino que los caminos se van juntando.
Aún albergaba algunas dudas, a pesar de las respuestas, pues habían contradicciones. Pero el destino acudió en mi ayuda. No haría mucho durante un coloquio radiofónico en el que tuve la oportunidad de intervenir, conocí a J.A.R., del que sólo apuntaré las siglas por razones obvias. Dada mi amistad de más de 20 años con el locutor de esta radio, me lo presentó como perteneciente al Priorato de Sión, después de que les explicará los últimos asuntos en los que me encontraba inmerso.
J.A.R. era masón, sin duda. Sé reconocer la pertenencia a una logia desde hace bastante tiempo, ya sea por los ademanes, los símbolos o las conversaciones. Pero lo que no imaginaba era algo así; siempre había puesto en duda la existencia del Priorato por considerarlo una fantasía de Dan Brown y otros escritores.
La realidad es que Dan Brown tomó la inmensa mayoría de sus referencias de la voluminosa obra “El enigma sagrado”, escrito por el desaparecido Henry Lincoln, Michael Baigent, y Richard Leight, quienes aludían al malogrado Pierre Plantard, como Gran Maestre del Priorato, y al que habían tenido la oportunidad de entrevistar en sucesivas ocasiones.
En este libro se hacen eco, por ver primera, de la hipótesis en la que Jesús de Nazaret se casa con María Magdalena, teniendo uno o dos hijos, que emigrarían al sur de Francia una vez comenzaran las persecuciones cristianas. En la Provenza, los descendientes de la sangre real llegaron a mezclarse con las sangres más nobles, dando lugar a la dinastía de los reyes merovingios. El Priorato de Sión se constituiría como una organización secreta, sucesores de estos a su vez, y que reclamarían el trono de Francia para sí. La hipótesis de estos hechos es bastante larga. En resumidas cuentas viene a decir que fue el propio Priorato de Sión el que fundó la Orden del Temple, y que entre sus grandes Maestres han figurado ilustres personajes como Leonardo Da Vinci, Víctor Hugo o Jean Cocteau, hasta nuestros días. Según esto, el Vaticano habría intentado aniquilar al Priorato de Sión y los caballeros templarios, por su conocimiento de un linaje real y documentado entre Jesús y María.
Sin embargo hay elementos extraños en esta teoría. No hay duda de que una sociedad llamada El Priorato de Sión existió durante el siglo XX en Francia desde el 20 de julio de 1956. Yo mismo tuve la oportunidad de ver los estatutos originales, de primera mano, en la Biblioteca Nacional de Francia, tomados del Boletín Oficial de la República Francesa. Pero hasta ahí se remonta su antigüedad. Al parecer, los mismos autores de “El enigma sagrado” en su continuación, “El legado mesiánico”, comenzaron a advertir incongruencias en las declaraciones de Plantard. En 1993 fue arrestado, al declarar que Roger-Patrice Pelat, amigo del ex presidente François Mtiterrand, pertenecía al intrincado entrado del Priorato. En sus declaraciones ante la policía llegó a decir que el propio Priorato había sido un completo fraude pergeñado por él. Plantard desistió de promocionar por más tiempo el Priorato, y al poco, fallecía en el año 2000.
Conociendo esta historia, que alguien como J.A.R. se presentara como miembro activo del Priorato de Sión, cuya central, declaraba situarse en la actualidad en Suiza, era cuando menos sospechoso.
Los más escépticos podrán argüir que fue el propio gobierno francés el que obligó a Plantard a desdecirse de una verdad incómoda para ellos. Pudiera ser cierto. Aunque por culpa de ello la historia sobre los manuscritos encontrados por el abad Bérenger Saunière en Rennes-le-Château dejó de considerarse como tal, para pasar a ser otro fraude orquestado por Pierre Plantard y su amigo Philippe de Cherisey, mediante una serie de documentos falsificados.
No sabría qué decir, pues en este punto tengo que intercalar otra nueva historia. Había oído hablar de la existencia de documentos relacionados con el Priorato de Sión en la Biblioteca Nacional de Francia.
La Bibliothèque Nationale de France (su verdadero nombre, aunque también se la conoce con el acrónimo de BfN) nació en 1994 con la fusión de la Biblioteca Nacional y de la Biblioteca de Francia. Esta última fue creada por iniciativa de François Mitterrand y edificada en una nueva sede en Tolbiac, al borde del Sena. Los libros, las publicaciones periódicas y las colecciones audiovisuales se conservan en el nuevo edificio de Tolbiac, mientras que las colecciones de historia, arte e historia del arte han permanecido en la antigua sede.
Sus fondos resultaron de la unión de diversas colecciones. La Bibliothèque du Roi (Biblioteca del Rey), fundada en 1368 por el rey Carlos V, biblioteca que contaba con 917 manuscritos, y la Biblioteca de los Duques de Orléans fueron reagrupadas por Francisco I en su residencia real de Fontainebleau, para después ser transferidas a París por Carlos IX. Así fusionadas, y bajo el nombre de Bibliothèque Royal (Biblioteca Real), en 1666 fueron instaladas por Luis XIV en la calle Vivienne y se convirtieron en Bibliothèque Nationale (Biblioteca Nacional) en 1795. Posteriormente se unió a la colección la Biblioteca del Arsenal, que había sido creada en 1757 por Palmy d’Argenson, además de los fondos del conde d’Artois, futuro Carlos X, y los archivos de la Bastilla después de la Revolución francesa.
Para que nos hagamos una idea de su magnitud, toda la superficie de terreno que ocupa es de 2.900.000 metros cuadrados, rodeados de cuatro grandes torres de 79 metros, con 10 millones de libros y documentos encerrados en sus paredes.
Tonto de mí pensaba que sería coser y cantar localizar algunos escritos relacionados con el Priorato de Sión. En enero del 2010 me presentaba en sus instalaciones, pagando una cuota para acceder a la sala de Historia. En cuanto pregunté al bibliotecario por el “Prieuré de Sion” comenzó una odisea. No sabía ni a qué me refería. Al principio los consideraba como autores de algún libro, hasta que le mostré en la pantalla de su ordenador que se trataba de una sociedad secreta, a través de la web de la Wikipedia.
En su archivo digital, conectado a la intranet de la biblioteca, aparecieron unos títulos que me pusieron en alerta. En francés se leía: “Archivos secretos del Priorato de Sión”. Le dije que eso era lo que andaba buscando. Me imprimió las referencias, pero me anticipó que esos archivos se encontraban una sala más abajo de la sala de búsqueda. Y que ya, incluso para un extranjero como yo, sería complicado acceder a la citada sala. Como le indicaba que era prioritario para mí, me invitó a acudir a una “chambre” especial donde sería entrevistado por un responsable de la biblioteca para conocer mis intenciones.
Lo intenté, claro está. En una amalgama entre francés e inglés, intenté convencer a una señora que me hizo esperar más de una hora, que era muy importante para mí tener acceso a esa información.
- ¿Se puede saber para qué quiere consultar los archivos secretos del Priorato de Sión?
- Bueno… -le contesté-, sólo estoy buscando información, nada más.
- ¡Ya! –lanzó ella, en forma de exabrupto-. La pregunta es sencilla. ¿Para qué quiere usted acceder a esos archivos?
Todo ello sin perder la amabilidad y los modos. Los franceses, sin olvidarse nunca de la cortesía y las formas, son capaces de interrogarte sin escrúpulos y dejarte sin habla ante sus respuestas lacónicas. ¿Qué hacer? ¿Le decía la verdad o no? Era un momento crucial. Opté por arriesgarme y presentarle mi carnet de periodista.
- Entiendo, un momento por favor, espere aquí.
Creí que allí se acabaría mi aventura. Pero no, al rato venía con unos formularios que me obligó a rellenar. Un contrato me obligaba a no revelar nada de lo que viera en esa sala. Lo firmé de todas formas. De esta guisa me fotografiaron para sus archivos y me entregaron un pase especial, que sólo podría utilizar en 3 ocasiones durante el período de 1 año.
No me lo podía creer. La primera barrera se había franqueado. Unos guardias de seguridad me acompañaron hasta las escaleras de lo que parecía un bunker. Descendiendo hasta unos sótanos, con paredes forradas de acero, me esperaba un nuevo interlocutor. Una nueva tanda de preguntas incómodas y me dejaban pasar a través de unas barreras de seguridad hasta una nueva sala. Debía sentarme en una silla de la que no podría moverme. Me correspondía el número L.85. Por lo visto éste era el mismo sistema usado en las salas de lectura, junto al jardín.
Debería esperar 45 minutos hasta que me entregaran una copia en facsímil de los documentos solicitados, ya que los originales no se podían tocar. Estaba tan inquieto que opté por pasear entre las librerías de cientos de libros esparcidos por allí, en un sistema de indexación que me vi incapaz de descifrar. El tiempo se alargaba y opté por irme a comer al piso superior, junto a las salas de lectura.
A la vuelta tuve que someterme de nuevo al interrogatorio oficial, y esta vez no me dejaron moverme de mi asiento. A lo sumo podía consultar un ordenador situado en una esquina, donde podría comprobar el estado de mi petición.
Impaciente por el asunto, a los pocos minutos acudía al ordenador. No acababa de entender qué pasaba, y la comunicación en mi paupérrimo francés me impedía saber más del asunto. En la pantalla del ordenador, después de introducir en una ranura mi pase especial, apareció un sorprendente “Arrive”. ¿Dónde? ¿Dónde estaban los “archivos secretos del Priorato de Sión”? Fui hasta un mostrador; por casualidad le pregunté a la chica “si me entendía en español”.
- Claro que le entiendo. ¿Qué quiere?
¡Aleluya! “Quiero estos archivos”, y le mostré la relación de ellos.
- Un momento, por favor, que ahora se los traigo.
Al instante, apareció con unas cajas que me entregó en mano, advirtiéndome que nada de fotografías y nada de fotocopias.
Volví a mi sitio, preso de la emoción.
Lo que ví a continuación parecía sacado de una novela. Allí estaban los documentos, hojas sueltas en latín, los estatutos de 1956 del Priorato de Sión, libros en francés de los que nunca había oído hablar, panfletos con fotografías…
Las hojas sueltas en latín (que por suerte, tenían su correspondiente traducción al francés) mencionaban un tesoro extraído de Montsegur, y venían selladas por diversos caballeros, desde el siglo XII. Una especie de panfleto elaborado por la Prefactura de Policía mostraba una serie de fotografías tomadas a la entrada de una cueva en Rennes-le-Chateaû. Y junto a éstas había una declaración que decía: “La supuesta tumba de Jesús de Nazaret”.
¿Estaba leyendo bien? Las piezas parecían encajar. Si, como leía, el conocimiento de los templarios implicaba no sólo la existencia de un linaje entre Jesús y María Magdalena, cuyos descendientes parecían situarse en la Provenza, sino la realidad de un Jesús histórico que se salvaba de la cruz y optaba por huir a Francia, junto a su esposa, todo tenía sentido. Sería por ello que el propio Vaticano había asesinado a todos los templarios para defender el trono de San Pedro. Si Jesús jamás hubiera muerto en la cruz, la propia religión cristiana, ya sea católica, protestante u ortodoxa, no tendría razón de ser. Es más, este argumento de un profeta vivo había sido defendido durante siglos por los seguidores de Mahoma.
Inmerso en estas lecturas, uno de los responsables de la biblioteca, se acercó hasta mí y me arrebató algunos de estos documentos. Supongo que no tendría derecho a leerlos cuando la chica me entregaba el contenido completo de la caja. ¿Por qué se ponían tan nerviosos cuando oían hablar del Priorato de Sión? Si todo era un fraude, ¿a qué venía tanto misterio?
Aprovechando ese momento, y el que se despistaban de mí, cuchicheando y discutiendo entre ellos por el material que se me había entregado, aproveché para fotografiar con la cámara compacta todo lo que pude. Muchas de las fotografías salieron borrosas, tuve que poner la macro y no activar el flash para no llamar la atención. Pero es que las manos me temblaban. Sabía que me la estaba jugando.
Eran tales mis nervios que, entre lo que ya había visto y lo que tenía fotografiado, opté por salir del sótano. Quizás volviera en otro momento, mejor preparado, y con una de esas cámaras ocultas que te venden en “La tienda del espía”. Con todo, algunas de esas imágenes, que no todas, se reproducen en este reportaje de investigación. Siento mucho la calidad de las mismas.
Si Pierre Plantard era el artífice del engaño, ¿qué hacían esos documentos en la Bibloteca Nacional de Francia? ¿Por qué tanto secreto en verlos por los mismos responsables de la biblioteca? ¿A qué temían? Ni afirmo ni desmiento que esta historia sea cierta. Simplemente me limito a relatar estos hechos, tal y como sucedieron, y que sea el propio lector el que extraiga sus conclusiones.
Aún quedaba una última entrevista, con nuevos datos y las preguntas formuladas a J.A.R.
Continuará…
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