LOS TEMPLARIOS Y MARIA MAGDALENA (I)
(Del Blog Carlosmesa.com)
Nunca había tomado en serio las historias relacionadas con la novela “El Código Da Vinci” de Dan Brown. Me parecía demasiado surrealista como para ser cierta la historia de un supuesto linaje de Jesús de Nazaret… hasta que descubrí un retablo sobre María Magdalena en la Catedral de Girona.
Esta catedral consagrada a Santa María, se encuentra en el punto más elevado de la ciudad de Girona, iniciándose su construcción románica en el siglo XI. Cubierta de arcos diagonales, apoyados en grupos de columnillas, el interior es una enorme nave gótica con vidrieras de temática orientada a la Virgen, colocadas en el siglo XVI en el prebisterio. Hay un hermoso claustro por el que se puede pasear, pisando las tumbas relevantes de los obispos Bernardo de Pau, Vilamarí, y Berenguer de Anglesola, junto al Conde Ramón Berenguer II, y el arquitecto artífice Guillermo de Villamar.
Sin embargo, lo que más llama la atención son las copias del Beato de Girona (que parecen calcadas del Beato de Liébana), el Tapiz de la Creación, algunas bulas papales del siglo VIII, retablos del siglo XI, relicarios, cruces, vestuario y otra orfebrería, y que forman parte del tesoro de la Catedral.
Entré a tropel en la sala capitular, cuando lo primero que ví fue una virgen negra. Por si alguno no lo sabe todavía, una virgen de piel oscura o tostada es una supuesta recreación de la Virgen María, según nos quiere hacer ver el Vaticano. Pero la realidad es bien distinta. Una virgen negra es una tradición gnóstica que siempre viene vinculada a lugares con una especial devoción por la figura de María Magdalena, efigie que además viene supeditada a la figura de los templarios. ¿Por qué? Porque cuando los caballeros de la Orden del Temple viajaron a Egipto se encontraron con la veneración a la diosa egipcia Isis, la diosa madre, principio femenino de la fertilidad y el conocimiento. De la presencia de los templarios en Egipto nadie duda, al margen de que ocuparan el Templo de Salomón en Jerusalén. Un vistazo al templo egipcio de la Isla de Philae te muestra decenas de cruces templarias en sus muros, esculpidas por los propios caballeros.
La diosa Isis amamantando a Horus se puede contemplar en decenas de obras de arte del Medievo, pero con la salvedad de que éstas se camuflan representando a una virgen, para evitar la herejía, como si la propia Virgen María estuviera dando el pecho al niño Jesús.
Si la Catedral de Girona tiene en exposición una virgen negra, eso no significaba otra cosa que la presencia de templarios en aquel lugar. Así que repasé todo el lugar ansioso de símbolos y, cómo no, allá estaba lo que buscaba. En uno de los rincones se podían apreciar ocho retablos de María Magdalena anunciados como tal y datados en el siglo XII. Sólo que, al contemplarlos más de cerca, aparecían escenas que rozaban la herejía.
Allí estaba la Magdalena en varias escenas. Y con algo a destacar, la prominencia de un embarazo que se camufla por la posición de los brazos. Uno puede pensar que el autor anónimo de estos retablos tenía en mente un canon de belleza donde las mujeres eran rollizas, y por tanto ese curva que asoma en la barriga no puede ser otra cosa. Pero había un detalle que suele pasarse por alto. En una escultura de la virgen que se esconde en el Claustro, ésta da de mamar a un niño. ¿La virgen María dando el pecho al niño Jesús? Pero esa virgen se representa con el cabello rizado, y su aspecto es muy similar al anunciado en los carteles de los retablos en clara referencia a María Magdalena. Es más, diríase que es ella. Incluso el niño tampoco es varón, sino hembra, haciéndose eco de la tradición que habla de una hija de María Magdalena. El autor de la escultura, para evitar la herejía, opta por tapar las partes pudendas de la niña con un paño, haciéndose difícil reconocer la identidad masculina o femenina de la escultura. Muy perspicaz.
Cuando más tarde quise contemplar los cuadros en la web de la Catedral de Girona, mi sorpresa fue comprobar que se podían visionar todas las obras de arte, menos las dedicados a María Magdalena. ¿Por qué? ¿Qué interés había en que pocos tuvieran conocimiento de unos cuadros sobre la Magdala en la Catedral de Girona? ¿Sería una elucubración mía? En la siguiente visita a la Catedral busqué entre los souvenirs de libros y postales para encontrar alguna foto de los retablos. Y de nuevo no vi nada. Me acerqué hasta la chica del mostrador que estaba en la entrada y le pedí si podía mostrarme alguno de los libros que estaban precintados y a la venta, aquellos que resumían la historia de la Catedral de Girona y sus tesoros. Fue mi amable y me sacó todos los ejemplares que había. Pero lo que me imaginaba era cierto: ni una sola fotografía de los ocho retablos dedicados a la Magdalena.
- ¿Sabes por qué no están fotografiados los retablos de María Magdalena? -le pregunté.
- Eso es imposible. Tenemos todo el tesoro de la catedral incluido en nuestros libros y postales a la venta.
Le contesté que no era así.
- Condúceme a esos retablos que comentas. No puede ser.
Al acercarse a ellos, dio un respingo.
- Ah, son esos -chilló-. No, no los tenemos.
Al preguntarle el motivo no me supo responder, pero le constaba que había órdenes explícitas de que no se vendieran postales de los mismos, y mucho menos se le ocurriera a nadie reproducirlos. Las fotografías, en la Catedral de Girona, están prohibidas.
Fijémonos detenidamente en los cuadros ahora. Los reyes franceses se postran ante María Magdalena, pues cuenta la leyenda que ésta llegó hasta la Provenza. Incluso el Papa y otros líderes religiosos se quedan en segundo plano ante ella. En otra de las imágenes se aprecia a la de Magdala con un niño en brazos, después de desembarcar. Una galera se dinstingue detrás de la escena. En otro de los retablos recibe la bendición del Papa, cuando ella llega al final de sus días y fallece. En la última escena, los ángeles recogen a la Magdalena y la suben a los cielos.
¿Ocho retablos dedicados a María Magdalena? ¿Pero no habíamos quedado que los Evangelios, o la interpretación católica de los mismos, hablan de ella como una prostituta? ¿Los reyes de Francia se postran ante una meretriz? ¿Por qué el mismo Papa la bendice al llegar su óbito? ¿Por qué los mismísimos ángeles vendrian a buscarla si sólo se tratara de una puta? ¿Por qué tiene signos claros de embarazo? ¿Qué hace la mujer dando el pecho a una niña? ¿Quién es esta infante?
Si los templarios veneraban a la diosa madre con la forma de María Magdalena, si en sus representaciones pictóricas siempre se mostraba a “Nuestra Señora”, como ellos la citaban, dándole el pecho a uno o dos niños, ¿no sería que más allá del esoterismo como símbolo pagano del conocimiento trascendental había algo más? ¿Pudiera ser cierto que la orden del Templo de Salomón creía fervientemente que la de Magdala había sido la consorte del Nazareno y que, después de huir a Europa, tuvo descendencia? La leyenda narra cómo al llegar a Provenza, junto a Sara, tuvo dos niñas gemelas. ¿Tal vez por ello los reyes franceses se postraban ante ella como devoción ante su Señor?
Las piezas del misterio estaban allí mismo. Sólo había que comenzar a rascar en la superficie.
Al poco, rebuscando en una librería, tropecé por casualidad con un libros descatalogado, “El triunfo de María Magdalena”, escrito por José Luis Giménez. No me fue muy difícil dar con el autor. Las redes sociales y Facebook son una maravilla para localizar a aquellos a quienes buscas. Giménez resultó ser barcelonés; así que quedamos un día para vernos en una chocolatería, junto a la Catedral de Santa María del Mar, en Barcelona.
José Luis me mostró otros detalles que, en principio, me habían pasado desapercibidos. María Magdalena aparecía en otros retablos del Monasterio de Santes Creus, en el término de Aiguamurcia, en Tarragona, cedido a los monjes cistercienses. Se trata de un monasterio de tres naves de cruz latina, que alberga los cuerpos del rey Pedro III el Grande, Jaime II el Justo de Aragón, y Blanca de Napolés. Todos ellos enterrados, junto al sepulcro de una tal Magdalena, que algunos han asociado a Magdalena Salbá, hermana del Abad Valls. Los reyes, como digo, se hicieron enterrar en la Capilla de l’Assumpta, donde se encuentra esta Magdalena. ¿Extraño? Sí, lo es. José Luis me contó de cómo lo templarios, después de la quema de Jacques de Molay, huyeron del Papa Clemente V y el rey francés Felipe IV, adentrándose en tierras catalanas, y trayendo consigo todas sus reliquias y tesoros. Integrándose en estas tierras y otras órdenes monásticas, llegaron a pasar desapercibidos.
Pero esa es otra. ¿Los templarios realmente habían sido barridos para siempre? ¿O permanecieron en el anonimato durante siglos, perviviendo hasta la actualidad? Esta historia será retomada en unos momentos, pues gracias a Internet di con las diversas órdenes del Temple que se consideran a sí mismas como línea sucesoria, y con los que tuve la oportunidad de entrevistarme.
José Luis me hice ver algo más. Primero, un fragmento de lo que la Iglesia antigua considera un evangelio apócrifo, y que sin embargo su traslación en el tiempo queda fuera de toda duda. En el Evangelio de Felipe puede leerse lo siguiente en la sentencia 120:
“Hay un hijo del hombre y hay un hijo del hijo del hombre. El señor es el Hijo del Hombre, y el hijo del hombre es aquél que fue hecho por el Hijo del Hombre. El hijo del Hombre recibió de Dios la facultad de crear, él tiene también la de engendrar”.
Este evangelio gnóstico, descubierto en Nag Hammadi, consta de 143 sentencias, proverbios y parábolas. El evangelio fue copiado en el 320 d.C. por San Pacomio, y sus copistas pusieron en los pies de nota que el mismo se había copiado de un conjunto de apuntes del año 100 d.C. para iniciados en la Gnosis, que a su vez argüían que éste provenía del apóstol Felipe. ¿El evangelista creía en una descendencia de su Maestro?
En la sentencia 55 del aludido Evangelio de Felipe se lee:
“Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Cristo la amaba más que a todos sus discípulos y solía besarla en la boca. El resto de discípulos se mostraban ofendidos por ellos y le expresaban su desaprobación. Le decían: ¿Por qué la amas más que a todos nosotros?”.
Cabe aclarar un particular sobre un dato polémico que aparece en “El Código Da Vinci”. Dan Brown opina que la palabra “compañera” debería traducirse como “esposa” desde el griego, lo cual le daría otro sentido a la sentencia 55 del Evangelio de Felipe. Es necesario hacer notar que el texto original se encontraba en griego, aunque el que se transmite en las copias de Nag Hammadi está transcrito del original en copto sahídico.
Con todo, el término “compañera” (koinônòs) no se traduce nunca como “esposa” en las referencias que se hacen en el Nuevo Testamento (véase MCKIBBEN, STOCKWELL, RIVAS, Nuevo léxico Griego-Español del Nuevo Testamento 19909; MANUEL GUERRA, Diccionario morfológico del Nuevo Testamento, Burgos 1988). En los mejores diccionarios de griego clásico y koiné, v. gr., en el Dictionnaire Grec-Français de A. Bailly y en el Liddell-Scott, no se recoge la de “esposa” entre sus acepciones. El Nuevo Testamento utiliza tres términos para “esposa”, entre los que no está koinônòs:
1. gynè: Mc 12, 19-20; Lc 20, 28-29; 1Cor 7, 29; 1Tim 5, 9; 1Pe 3, 1.
2. nýmphê: Jn 3, 29; Ap 18, 23
3. skeûòs: 1Tes 4, 4.
La afirmación de que Jesús “la besó repetidas veces” hay que situarla en su debido contexto: el gnosticismo valentiniano. En el mismo Evangelio de Felipe, en su sentencia 31, leemos: “Los perfectos son fecundados por un beso y engendran. Por eso nos besamos nosotros también unos a otros (y) recibimos la fecundación por la gracia que nos es común” (traducción de Aurelio de Santos).
El beso, entre los gnósticos valentinianos, formaba parte de una ceremonia por medio de la cual los Perfectos recibían y transmitían, precisamente por medio de un beso, la simiente pneumática (=espiritual). Con respecto a este beso, Aurelio de Santos comenta en una nota a pie de página (p. 721): “Prototipo de estos ósculos son los que recibía de Jesús María Magdalena”. Es de sentido común pensar que la predilección que Jesús manifiesta hacia María Magdalena en este texto es espiritual, no carnal.
Curiosamente, los Manuscritos del Mar Muerto, donde también aparecen revisiones del Nuevo Testamento, fueron escritos por los esenios. Y, según se sabe, los esenios no tenían por norma casarse; aunque Flavio Josefo, en sus obras, menciona un grupo que sí se casaban.
Por tanto, si Jesús hubiera formado parte de los esenios, ¿pudiera ser que estuviera casado? En la actualidad, pese a los detractores de uno y otro bando, la realidad es que no se sabe si esta afirmación es cierta o no. Lo que es seguro es que la Magdalena formaba parte de los apóstoles preferidos, que la Iglesia posterior trató de ocultar para no darle un notorio papel a la mujer. Si era su compañera o no es un dato por corroborar.
Lo que con toda probabilidad sí creían los templarios es que Jesús había tenido descendencia con María Magdalena. Pero esa es una opinión de la Orden del Temple y no significa que ello hubiera sucedido así realmente.
Se hacía preciso consultar otras fuentes para saber mas sobre este datos.
Siempre me he preguntado si alguien se ha tomado en serio las diversas órdenes templarias que en la actualidad existen, y que son fácilmente localizables por Internet. Muchas de ellas se autodesignan como línea sucesoria de sus maestros. Hasta ese momento desconocía si este particular sería para tomárselo en serio o no. Lo que sí me llamaba la atención es que estas asociaciones legales eran buenos caldos de cultivo para eruditos y estudiosos del Temple. Y quería saber su opinión sobre las leyendas referentes a María Magdalena.
No voy a redactar un resumen de lo sucedido a los templarios, pues para eso hay muchísimos libros y enciclopedias donde se documenta mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo, pero sí citaré unos datos poco conocidos.
En 1810 el abate Gregoire, menciona en un estudio que Jacques De Molay (el Gran Maestre, condenado a la hoguera durante la persecución de los templarios en 1307,) no podía seguir viviendo con la conciencia de haber deshonrado a la Orden con sus declaraciones y que no deseaba vivir preso toda su vida, sino morir habiendo rectificado. No podía hacerlo sin transmitir a un sucesor el maestrazgo, escogiendo a Larmenius, primado de la Orden, y comendador de Jerusalén, a través de una carta. Luego, rectifica públicamente y muere.
No hay datos fiables de quien pudiera ser “Larmenius”. Algunos han considerado que se trataba de un nombre iniciático o perteneciente a una región, ya que “L’Armenius” sería “el Armenio”.
Muchos historiadores rechazan la autenticidad de la carta, basando sus objeciones en la traducción del latín original ya que este documento es una trascripción que se basa en una clave geométrica de la cruz paté.
Veamos lo que dice la famosa carta de Larmenius:
Yo, el hermano Juan Marco, el armenio, de Jerusalén, por la gracia de Dios y por el grado más secreto del Venerable, y más santo Mártir el Gran Maestre de la Caballería temple, (a él honor y gloria). Confirmado por el Capítulo Ordinario de la fraternidad, siendo distinguido con el más alto y supremo maestrazgo de toda la Orden del Temple, para todos aquellos que vean estas cartas decretales deseo salud, salud, salud.
Sepan todos aquellos presentes y futuros que, debilitadas mis fuerzas por la avanzada edad, habiendo tomado conciencia de los graves asuntos y llevado a cabo el peso del gobierno, a mayor gloria de Dios, y de la protección y seguridad de la Orden, la fraternidad y los Estatutos, yo, el humilde Maestre de la Caballería del Templo, he determinado confiar el Supremo Maestrazgo a manos más fuertes.
Por tanto, con la ayuda de Dios y con el consentimiento de la Suprema Asamblea de Caballeros, he conferido mediante este decreto y confiero de por vida, al eminente Comandante y carísimo hermano Teobaldo de Alejandría, el supremo Maestrazgo de la Orden del Temple, su autoridad y privilegios, con poder, de acuerdo a las condiciones del tiempo y a los asuntos del momento, de conferir a otro hermano, que ostente la más alta distinción en nobleza de origen, logros, de carácter honorable, el más alto y Supremo Maestrazgo de la Orden del Templo, lo cual permitirá preservar la perpetuidad del Maestrazgo, la interrumpida serie de sucesores y la integridad de los Estatutos. Ordeno, no obstante, que el Maestrazgo no pueda ser transferido sin el consentimiento del Capítulo sea convocado. Cuando esto suceda que el sucesor sea elegido por votación entre los caballeros.
Pero, para que las funciones del Supremo cargo sean descuidadas, que haya ahora y de forma continuada cuatro Vicarios del Gran Maestre detentado el poder supremo, la eminencia y autoridad sobre la totalidad de la Orden, sin perjuicio del derecho del Gran Maestre. Estos Vicarios deberán ser elegidos entre los miembros más antiguos de la Orden, de acuerdo con el orden de profesión. Este estatuto se ha acordado por el juramento (encomendado a mí y a la hermandad) del muy santo, venerable y bendito Maestre, el mártir, a él honor y gloria. Amén.
Yo, finalmente, por decreto del Capítulo Supremo, por la suprema autoridad a mí encomendada, deseo, digo y ordeno que los templarios escoceses, desertores de la Orden sean malditos por anatema y que ellos y los hermanos de San Juan de Jerusalén, expoliadores de los bienes de la Caballería (de la cual tenga Dios misericordia), sean marginados del círculo del Temple ahora y en el futuro.
Yo he seleccionado signos desconocidos para que sean ignorados por los falsos hermanos y sean transmitidos oralmente a nuestros caballeros fieles y ya he pensado de que manera deben ser relevados para que se conozcan y guarden, el Capítulo Supremo. Esos signos solo serán relevados después de la debida profesión y consagración de caballero, de acuerdo con los Estatutos, derechos y usos de la Orden de los compañeros de la Caballería del Templo y que he enviado al ya sobredicho eminente Comandante, como llegaron a mis manos por el Venerable y muy sagrado Maestre, el Mártir, al él honor y gloria. Así sea y así se hará. Amén.
Yo, Johannes Marcus Larmenius, hice entrega del presente escrito el 18 de Febrero de 1.324.
A continuación le siguen una serie de firmas, que se irían añadiendo en siglos posteriores, y que son las siguientes:
Yo, Teobaldo, recibo el grado de Gran Maestre con la ayuda de Dios, en el año de Cristo de 1.324.
Yo, Arnaldo de Braque, recibo el grado de Gran Maestre con la ayuda de Dios en 1.340 d. J.C.
Yo, Juan de Clemont, recibo el grado de Gran Maestre con la ayuda de Dios en 1.349 d. J.C.
Yo, Beltrán Duguesclín&e. En el año de Cristo 1.357.
Yo, hermano Jean d’Armagnac &e. en el año de 1.381.
Yo, humilde hermano Bernard d’Armagnac, &e en el año de Cristo 1.392.
Yo, Juan d’Armagnac &e en el año de Cristo 1.418.
Yo, Juan Croviacensis &e. en el año de Cristo 1.451.
Yo, Robert de Lenoncoud &e. en 1.478.
Yo, Galeas Salazar, humilde hermano de la Orden del Temple &e. en el año de Cristo 1.496.
Yo, Felipe de Chabot… en 1.516 d. J.C.
Yo, Gaspar Cesenia Salsis de Choubaune &e. 1.544 d.J.C.
Yo, Enrique Montmorency … 1.574 d. J.C.
Yo, Charles Velasius (de Valois) … Anno 1.615.
Yo, Juan de Durfort de Thonass … Anno 1.681.
Yo, Felipe de Orleáns … 1.705.
Yo, Louis Augusto de Borbón de Maine … Anno 1.724.
Yo, Borbón Conde … 1.787 d.J.C.
Yo, Luis Francisco de Borobón-Conty … 1.741.
Yo, de Cosse-Brissac (Luis Hércules Timoleón)… 1.776 d.J.C.
Yo, Claudio Mateo Radix—de-Chevillon, maestre Vicario del Temple, víctima de grave enfermedad, en presencia de los hermanos, Próspero Miguel Charpentier de Saintot y Bernard Raymond Couchant, Magno Preceptor, entrego estas cartas decretales confiadas a mí en tiempos difíciles por Luis Timoleón de Cosse-Brissac, Gran Maestre del Temple, al hermano Jacques Philippe Ledru, maestre vicario del Temple de Messines para que en su debido momento haga uso de ellas con el fin de perpetuar la memoria de nuestra orden, según el rito oriental, 10 de Junio de 1.804.
Yo, Bernard Raymond Fabre Cardoal de Albi, habiendo obtenido el voto de aprobación de mis colegas los maestres vicarios y mis hermanos los Caballeros del Temple, acepto el grado de Gran Maestre el 4 de Noviembre de 1.804.
Según, el Gran Priorato de España, con los que tuve la ocasión de entrevistarme, la cronología seguiría de esta forma:
1838 - 1840 Conde de Moretón, Regente
1840 - 1850 Edward VII of Great Britain, George V of Hannover. En 1845 compartida con Jean Marie Raoul, Principe de Chinai
1850 Narcisse Valleray
1866 A. G.M. Vernois
1877 Félix Champion de Villeneuve
Luego llegó el establecimiento del Secretariado Internacional en Bélgica en 1884
1933 Theodore Covias
1934 Emile Isaac Vandenberg
Le sigue el traslado de la Secretaria a Portugal tras la ocupación nazi de Bélgica
1945 Antonio Campello de Sousa Fontes (tras la muerte de Vandenberg asume la Regencia)
1960 Fernando Pinto de Sousa Fontes (se convierte en Príncipe Regente tras el fallecimiento de su padre por el que había sido designado heredero)
Así que me dispuse a reunirme con Fernando Pinto de Sousa para formularle unas preguntas.
(Continuará)
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