domingo, 31 de enero de 2010

Camino del Sureste

Peregrinos de Ávila, Ciudad Real y toledanos de Escalona juntos para repintar una etapa del Camino del Sureste
Cebreros.- Un grupo de peregrinos de Ávila, Ciudad Real y toledanos de Escalona han unido sus fuerzas para repintar la señalización (flechas amarillas) de una etapa del Camino de Santiago del Sureste, el que va desde Cadalso de los Vidrios a Cebreros.
Divididos en varios grupos y pertrechados con útiles adecuados, los miembros de asociaciones jacobeas de esas tres provincias caminaron por bellos parajes, algunos de los cuales forman parte de la Cañada Real Leonesa y el GR 10, con sus botes de pintura amarilla, al mejor estilo de D. Elías Valiña, el mítico “cura de O Cebreiro”, y también con unas señales metálicas para clavar en los lugares donde se precisa mejor orientación.
Había programado la marcha de señalización la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Ávila, que recibió de brazos abiertos al grupo de peregrinos de Escalona y de Ciudad Real.
En la caminata, se pasó por bellos parajes de esa ruta jacobea que ya recorrían a finales de la Edad Media peregrinos provenientes del sur de la Península, como la Venta Juradera de los Toros de Guisando, hermosas pradera, plagadas de manantiales por las últimas lluvias, y puentes románicos y medievales.
A mediodía todos los grupos confluyeron en la Plaza de España de Cebreros, junto a la emblemática Iglesia de Santiago, hasta donde dibujaron las flechas amarillas y luego se despidieron entre abrazos y muestras de simpatía y aprecio.
La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Toledo en Escalona (AACSTE) regaló a sus compañeros de Ávila una imagen dedicada de su logotipo, que junto a la vieira y los bordones cruzados con calabazas, simbólicos del peregrino, muestra una silueta del Castillo-Palacio de Don Álvaro de Luna y una flecha amarilla en la que figura el nombre de la Villa.
Las flechas amarillas señalizan desde mediados de los años ochenta las rutas jacobeas después de que fuesen ideadas por el mencionado Elías Valiña Sampedro, ya desaparecido y párroco de O Cebreiro, a quien se considera dinamizador del fenómeno moderno de las peregrinaciones a Santiago. Valiña fue fundador además de la primera Asociación de Amigos del Camino de Santiago, la Gallega (AGACS).
Acompañado de un grupo de simpatizantes y después de que funcionarios de Obras Públicas le obsequiasen kilos de pintura amarilla sobrante, D. Elías Valiña se lanzó en los años ochenta a pintar miles de flechas amarillas a lo largo del llamado Camino Francés, entre Roncesvalles y Compostela.
Gracias a esa señalización, ya casi nunca se pierden los peregrinos en la ruta y la emoción que éstos experimentan al ir descubriendo las señales de otros como ellos, la reflejó muy bien una familia australiana en su libro "Él Camino de las Mil Flechas" (The way of a thousand arrows).
El ejemplo de Valiña y sus seguidores lo han continuado desde entonces y año tras año miles de peregrinos jacobeos –no confundir con mochileros o gallofos(desde la Edad Media gente que vivía del cuento en el Camino), ni con simples turistas-, que cada año señalizan sus rutas en España y en otras muchas naciones europeas, para evitar que se pierdan sus compañeros peregrinos y puedan alcanzar sin complicaciones su meta en Compostela.
La flecha amarilla, para aquellos que son profanos, es un símbolo de solidaridad y compañerismo, que junto con la hospitalidad son principios de vida que tratan de recuperar en nuestra sociedad moderna los miembros de Asociaciones jacobeas.
El éxito de la flecha amarilla la ha convertido en uno de los iconos de mayor éxito del siglo XX, que ahora hasta se comercializa en pines, tazas, camisetas, sudaderas y en cualquier objeto de consumo, como símbolo de los peregrinos a Santiago, y ha generado riqueza a personas que viven o comercian en las rutas.
Al ser Año Santo Jacobeo el 2010 –el último antes de 2021- los movimientos jacobeos han entendido que tiene mayor importancia la señalización de las rutas que este año frecuentarán muchos más peregrinos, se calcula que alrededor de un cuarto de millón, además de unos ocho millones de turistas que pueden acudir a Galicia hasta el sepulcro del Apóstol.
Del mismo modo, el Año Santo ha sido una de las razones esgrimidas por las Asociaciones jacobeas para conseguir una sustancial mejora de las infraestructuras en el Camino de Santiago, fundamentalmente más y mejores albergues (también mejor dotados), mayor seguridad en las sendas e incluso fuentes o lugares sombreados, un apoyo sólo escatimado por gentes pobres de espíritu.
La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Toledo, creada en Escalona el pasado otoño, pretende recabar de las autoridades regionales y provinciales una apuesta por una mejora de esas infraestructuras que garantice a los peregrinos lugares cómodos de pernoctación, tanto privados como parroquiales o municipales, convenios con establecimientos para que ofrezcan “menús del peregrino” a precio módico, y para corregir los abusos de particulares que, al amparo de administraciones despreocupadas, interrumpen caminos y vías pecuarias históricas, que obligan a transitar por carreteras a los peregrinos, exponiéndoles a peligros innecesarios.
Toledo, piensan muchos componentes de la Asociación de Amigos del Camino, no puede ser siguiendo un "agujero negro" en el universo jacobeo.
El fenómeno del Camino de Santiago tendrá este año además su reflejo en no menos de media docena de películas y documentales que se han rodado o se ruedan en estos momentos, así como en la aparición de toda una constelación de libros o guías sobre las rutas jacobeas.
Hay auténticos autores de “best seller” vinculados al Camino de Santiago, como el brasileño Paulo Coelho, el alemán Hape Kerkeling, la canadiense Sue Kenney o la británica Tracy Saunders, a quien se ha cursado una invitación para venir próximamente a Escalona y hablar sobre su segunda novela histórica relacionada con el Camino, que llevará como título “Compostela”. El anterior, “Peregrinos de la Herejía”, ha vendido ya muchos miles de copias en todo el mundo.
Pero además son muchos los autores que han escrito sobre la temática compostelana, como Fernando Sánchez Drago, Luis Carandell, Alejo Carpentier, Juan García Atienza, Gabriel Plaza Molina, Gonzalo Torrente Ballester, Espido Freire, María Emilia González Sevilla, Tomás Álvarez, el holandés Cees Noteboom o la actriz Shirley MacLaine, que relató su peregrinación y vendió miles de ejemplares en Estados Unidos.

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