Turistas o peregrinos
Luis Ángel Díez, ‘Koldo’
Cuando en los años 80 y ante el abandono del Camino de Santiago, Elías Valiña -párroco de O Cebreiro- empezó a pintar flechas amarillas para orientar a los peregrinos hacia Santiago de Compostela, seguramente no imaginaba lo que unos años después supondría este itinerario histórico, reconocido y alabado por instituciones y personas de todo el mundo.
Aunque ahora son muchos los caminos a Santiago y el itinerario francés es el más popular -lo eligen y recorren el 80% de lo peregrinos- no hay que olvidar que ante un Jacobeo la masificación y sobre afluencia de turistas hace que la sostenibilidad del itinerario se vea trastocada, y es aquí donde está el centro de la cuestión, ¿tienen turistas y peregrinos el mismo impacto sobre el Camino?
Solo un 3% -según datos recogidos en el Jacobeo 2004- de las personas que visitan Santiago lo hacen a pie, en bici o a caballo. Es decir, como peregrinos con diferentes motivaciones y que al final obtienen la Compostela, mientras el resto son turistas que se acercan a los distintos hitos que jalonan el Camino atraídos por la promoción de sus valores culturales, paisajísticos, naturales y gastronómicos.
A estas alturas es inevitable que el Camino sea, entre otras cosas, un corredor turístico con cientos de actividades y lugares visitables. Que mantenga el espíritu del peregrinaje es cada vez más difícil, por ese impacto económico que provoca la masiva afluencia de visitantes. Sin embargo, consiguiendo desarrollar una importante oferta de casas rurales, hoteles y servicios, pero con cierta sensibilidad y eligiendo bien la fecha (cuando hay un mayor flujo es desde los meses de abril hasta octubre) aún se puede disfrutar de esa agradable sensación de viaje y aventura que nos proporcionan los tramos más rurales y los personajes más originales y hospitalarios que, por suerte, aún quedan en el territorio de Castilla y León.
El peregrino, por contraposición al turista, genera un bajo impacto económico, sobre todo si va a pie, ya que no puede consumir más de lo necesario, ni cargar con recuerdos de los sitios por los que pasa. Por lo general, se aloja en albergues o acampa al aire libre cuando puede, y su gasto en recursos es, por lo tanto, mínimo y sostenible, además de representar un importante enlace cultural con los pobladores locales más aislados.
La sostenibilidad de la ruta jacobea la representan como nadie los voluntarios y hospitaleros que entienden esta importante diferencia conceptual entre turista y peregrino. Aunque cuando se cierren las puertas del Año Santo de 2010 contemos a los peregrinos como turistas que han pasado por nuestros caminos, al final sólo los primeros habrán recibido ese tratamiento especial de quien está interesado en buscar el encuentro con uno mismo y con los demás. Ultreia.
Cuando en los años 80 y ante el abandono del Camino de Santiago, Elías Valiña -párroco de O Cebreiro- empezó a pintar flechas amarillas para orientar a los peregrinos hacia Santiago de Compostela, seguramente no imaginaba lo que unos años después supondría este itinerario histórico, reconocido y alabado por instituciones y personas de todo el mundo.
Aunque ahora son muchos los caminos a Santiago y el itinerario francés es el más popular -lo eligen y recorren el 80% de lo peregrinos- no hay que olvidar que ante un Jacobeo la masificación y sobre afluencia de turistas hace que la sostenibilidad del itinerario se vea trastocada, y es aquí donde está el centro de la cuestión, ¿tienen turistas y peregrinos el mismo impacto sobre el Camino?
Solo un 3% -según datos recogidos en el Jacobeo 2004- de las personas que visitan Santiago lo hacen a pie, en bici o a caballo. Es decir, como peregrinos con diferentes motivaciones y que al final obtienen la Compostela, mientras el resto son turistas que se acercan a los distintos hitos que jalonan el Camino atraídos por la promoción de sus valores culturales, paisajísticos, naturales y gastronómicos.
A estas alturas es inevitable que el Camino sea, entre otras cosas, un corredor turístico con cientos de actividades y lugares visitables. Que mantenga el espíritu del peregrinaje es cada vez más difícil, por ese impacto económico que provoca la masiva afluencia de visitantes. Sin embargo, consiguiendo desarrollar una importante oferta de casas rurales, hoteles y servicios, pero con cierta sensibilidad y eligiendo bien la fecha (cuando hay un mayor flujo es desde los meses de abril hasta octubre) aún se puede disfrutar de esa agradable sensación de viaje y aventura que nos proporcionan los tramos más rurales y los personajes más originales y hospitalarios que, por suerte, aún quedan en el territorio de Castilla y León.
El peregrino, por contraposición al turista, genera un bajo impacto económico, sobre todo si va a pie, ya que no puede consumir más de lo necesario, ni cargar con recuerdos de los sitios por los que pasa. Por lo general, se aloja en albergues o acampa al aire libre cuando puede, y su gasto en recursos es, por lo tanto, mínimo y sostenible, además de representar un importante enlace cultural con los pobladores locales más aislados.
La sostenibilidad de la ruta jacobea la representan como nadie los voluntarios y hospitaleros que entienden esta importante diferencia conceptual entre turista y peregrino. Aunque cuando se cierren las puertas del Año Santo de 2010 contemos a los peregrinos como turistas que han pasado por nuestros caminos, al final sólo los primeros habrán recibido ese tratamiento especial de quien está interesado en buscar el encuentro con uno mismo y con los demás. Ultreia.
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