Unos de los días más felices de mi vida
Por R. Mir
El Camino de Santiago era una ilusión de la que iba hablando con la familia y los amigos, como un proyecto de "algún día…", hasta que después de varios aplazos por no coincidir por días de vacaciones fuera del mes de agosto, con compañeras, este mes de septiembre, decidí que ya era hora de que dejara de ser una ilusión para que fuera una realidad.
Sólo tenía una semana, pero para mí ya era suficiente, pues lo importante era empezar y decidí salir yo sola. Con 49 años, una empieza a creer que las ilusiones no hay que dejarlas para más tarde sino que hay que ponerlas en práctica . En casa, mi familia no se lo tomaba muy en serio hasta que encargué los billetes de tren por internet. Mi itinerario iba desde Roncesvalles hasta Logroño, y puedo decir que fueron unos de los días más felices de mi vida. Encontré compañeros que ya son amigos y vi que era capaz de andar aquellos 143 kms y los que hiciera falta. Lo más duro no fue ni el cansancio ni vivir sólo con lo más imprescindible que llevas en la espalda, sino tener que volver a casa porque ya no dispones de más tiempo libre. Lo mejor, los días al aire libre, los amigos y saber que el camino está allí, esperando a que vuelva, para continuar. ¡Ya estoy guardando unos días en el calendario de 2010 para seguir!
Por R. Mir
El Camino de Santiago era una ilusión de la que iba hablando con la familia y los amigos, como un proyecto de "algún día…", hasta que después de varios aplazos por no coincidir por días de vacaciones fuera del mes de agosto, con compañeras, este mes de septiembre, decidí que ya era hora de que dejara de ser una ilusión para que fuera una realidad.
Sólo tenía una semana, pero para mí ya era suficiente, pues lo importante era empezar y decidí salir yo sola. Con 49 años, una empieza a creer que las ilusiones no hay que dejarlas para más tarde sino que hay que ponerlas en práctica . En casa, mi familia no se lo tomaba muy en serio hasta que encargué los billetes de tren por internet. Mi itinerario iba desde Roncesvalles hasta Logroño, y puedo decir que fueron unos de los días más felices de mi vida. Encontré compañeros que ya son amigos y vi que era capaz de andar aquellos 143 kms y los que hiciera falta. Lo más duro no fue ni el cansancio ni vivir sólo con lo más imprescindible que llevas en la espalda, sino tener que volver a casa porque ya no dispones de más tiempo libre. Lo mejor, los días al aire libre, los amigos y saber que el camino está allí, esperando a que vuelva, para continuar. ¡Ya estoy guardando unos días en el calendario de 2010 para seguir!
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