La torre de Las Huelgas rejuvenece
Burgos.- La torre de Las Huelgas ha rejuvenecido. Una
minuciosa intervención, que comenzó en 2011 por el riesgo de
desprendimientos, con un presupuesto de 241.000 euros, devuelve una
imagen más saludable de este elemento arquitectónico del siglo XIII.
El bisturí ha trabajado tanto en el exterior, con la limpieza de los sillares, la sustitución de los dañados y el rejuntado, como en lo que el visitante no puede ver. Se ha metido mano a las campanas que dan las horas, a la estructura de la entreplanta y la escalera de acceso del campanario a la terraza de la torre y a la balaustrada, suelo y remate de esta.
El arquitecto de Patrimonio Nacional Javier García Gallardo, burgalés, se maravilla al explicar los detalles de esta restauración, que ha abarcado los ocho últimos metros de altura con una apuesta por las soluciones tradicionales y un trabajo más arduo de lo que en principio pueda parecer.
«Hemos reparado las zonas de fachada de sillares que tenían degradación y riesgo de desprendimiento por descomposición de la piedra y hemos abierto todas las juntas entre las piedras reparando rejuntados y todo lo que es la superficie exterior más expuesta», enumera en lo que respecta a lo más visible.
Y prosigue con los frentes en los que han luchado en el interior. «Hemos recuperado la estabilidad del elemento singular de coronación de la torre en teja; se ha renovado el pasillo perimetral entre esta y la balaustrada con una plancha de plomo con el canalón empotrado para canalizar las aguas a las cuatro gárgolas; y todo lo que es la balaustrada se ha desmontado, numerado y vuelto a colocar», comenta y señala que esta instalación se ha hecho con una doble sujeción, en la parte inferior, con anclajes, y en la superior, con grapas de bronce.
Algunas de estas piezas de la barandilla estaban tan maltrechas, dice García Gallardo, que se han sustituido por otras realizadas en piedra de Hontoria con independencia de que fueran de esta o de Hurones, ya que en la torre conviven ambas procedencias. La primera, de mayor calidad y más resistente a las inclemencias del tiempo, en la parte más baja, y la segunda, más blanda, más fácil de trabajar y más económica, en las superiores. Precisamente, la búsqueda de esta piedra, extraída de minas cerradas hace doscientos años en el pueblo del mismo nombre, los puso en un brete hasta que encontraron desechos de casas derribadas.
Pero la lista de intervenciones no termina aquí. Se ha sustituido el forjado de hormigón de la entreplanta intermedia, donde está la maquinaria del reloj, por otro tradicional de madera con un trabajo tan al detalle que ha omitido la utilización de clavos o tornillos, y se ha construido una nueva escalera escultórica de acceso a la terraza desde el campanario superior con madera de iroko.
El proyecto se ha completado con la actuación en las dos campanas. A la que marca las horas se le ha retranqueado porque su tamaño era desproporcionado al hueco del arco y de la que da los cuartos y las medias se ha adaptado el elemento de fijación al muro. Ahora solo queda pendiente la instalación del reloj.
La intervención en la torre del monasterio se priorizó cuando a mediados de 2011 los Bomberos de Burgos, que año tras año realizan su limpieza antes del Curpillos, advirtieron de su peligrosidad. La maquinaria echó a andar con los estudiantes pertinentes (75.000 euros) y más tarde, a la luz de los informes petrológicos y de mortero, se procedió a la actuación (150.000 euros), adjudicada a empresas locales.
¿Y ahora qué? ¿Existen restauraciones a la vista en Las Huelgas? El arquitecto responde que ahora mismo, con la contención presupuestaria existente, sus esfuerzos deben centrarse en el mantenimiento de los 10.000 metros cuadrados de los que dispone el Monasterio de Las Huelgas. Además, anota, del informe de la Inspección Técnica de Construcciones (ITC) que deben realizar antes de fin de marzo seguro que afloran problemas en los que intervenir y serán prioritarios.
Al margen, apunta como el próximo objetivo, aunque para nada es urgente, al rosetón de entrada al atrio de la iglesia, con radios rotos y erosionados. «Es un elemento importante y hay interés en hacerlo», apostilla García Gallardo.
El bisturí ha trabajado tanto en el exterior, con la limpieza de los sillares, la sustitución de los dañados y el rejuntado, como en lo que el visitante no puede ver. Se ha metido mano a las campanas que dan las horas, a la estructura de la entreplanta y la escalera de acceso del campanario a la terraza de la torre y a la balaustrada, suelo y remate de esta.
El arquitecto de Patrimonio Nacional Javier García Gallardo, burgalés, se maravilla al explicar los detalles de esta restauración, que ha abarcado los ocho últimos metros de altura con una apuesta por las soluciones tradicionales y un trabajo más arduo de lo que en principio pueda parecer.
«Hemos reparado las zonas de fachada de sillares que tenían degradación y riesgo de desprendimiento por descomposición de la piedra y hemos abierto todas las juntas entre las piedras reparando rejuntados y todo lo que es la superficie exterior más expuesta», enumera en lo que respecta a lo más visible.
Y prosigue con los frentes en los que han luchado en el interior. «Hemos recuperado la estabilidad del elemento singular de coronación de la torre en teja; se ha renovado el pasillo perimetral entre esta y la balaustrada con una plancha de plomo con el canalón empotrado para canalizar las aguas a las cuatro gárgolas; y todo lo que es la balaustrada se ha desmontado, numerado y vuelto a colocar», comenta y señala que esta instalación se ha hecho con una doble sujeción, en la parte inferior, con anclajes, y en la superior, con grapas de bronce.
Algunas de estas piezas de la barandilla estaban tan maltrechas, dice García Gallardo, que se han sustituido por otras realizadas en piedra de Hontoria con independencia de que fueran de esta o de Hurones, ya que en la torre conviven ambas procedencias. La primera, de mayor calidad y más resistente a las inclemencias del tiempo, en la parte más baja, y la segunda, más blanda, más fácil de trabajar y más económica, en las superiores. Precisamente, la búsqueda de esta piedra, extraída de minas cerradas hace doscientos años en el pueblo del mismo nombre, los puso en un brete hasta que encontraron desechos de casas derribadas.
Pero la lista de intervenciones no termina aquí. Se ha sustituido el forjado de hormigón de la entreplanta intermedia, donde está la maquinaria del reloj, por otro tradicional de madera con un trabajo tan al detalle que ha omitido la utilización de clavos o tornillos, y se ha construido una nueva escalera escultórica de acceso a la terraza desde el campanario superior con madera de iroko.
El proyecto se ha completado con la actuación en las dos campanas. A la que marca las horas se le ha retranqueado porque su tamaño era desproporcionado al hueco del arco y de la que da los cuartos y las medias se ha adaptado el elemento de fijación al muro. Ahora solo queda pendiente la instalación del reloj.
La intervención en la torre del monasterio se priorizó cuando a mediados de 2011 los Bomberos de Burgos, que año tras año realizan su limpieza antes del Curpillos, advirtieron de su peligrosidad. La maquinaria echó a andar con los estudiantes pertinentes (75.000 euros) y más tarde, a la luz de los informes petrológicos y de mortero, se procedió a la actuación (150.000 euros), adjudicada a empresas locales.
¿Y ahora qué? ¿Existen restauraciones a la vista en Las Huelgas? El arquitecto responde que ahora mismo, con la contención presupuestaria existente, sus esfuerzos deben centrarse en el mantenimiento de los 10.000 metros cuadrados de los que dispone el Monasterio de Las Huelgas. Además, anota, del informe de la Inspección Técnica de Construcciones (ITC) que deben realizar antes de fin de marzo seguro que afloran problemas en los que intervenir y serán prioritarios.
Al margen, apunta como el próximo objetivo, aunque para nada es urgente, al rosetón de entrada al atrio de la iglesia, con radios rotos y erosionados. «Es un elemento importante y hay interés en hacerlo», apostilla García Gallardo.
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