El caso del Códice Calixtino, entre la venganza y la codicia
El éxito de la recuperación del Códice Calixtino
intacto en el garaje del exelectricista de la catedral un año después de
ser robado, se ha tornado siete meses después en piedra de escándalo
para la Iglesia con las acusaciones de Fernández Castiñeiras sobre sexo y
corrupción en la curia. Dice no ser un 'pecador', ¿por qué robó el
libro y acumuló 2 millones de euros?
"Mañana, después del coro los reuniré a todos en la sacristía, podría
disuadir a quien lo tenga que lo entregue pudiendo quedar impune". Estas
palabras del ex deán de la catedral de Santiago, José María Díaz
(responsable del Archivo catedralicio), mientras se buscaba al ladrón
del Códice Calixtino y ante la sospecha de que era alguien de dentro,
están recogidas en la escuchas telefónicas a las que fue sometido
durante la investigación policial.Su interlocutor, otro canónigo, le replicó. "Es que en la catedral todos tienen llaves de todo", y un tercero advierte: "Hay muchos robos pero es mejor callarse".
Los pinchazos telefónicos destaparon también intrigas. Las distintas corrientes internas del Cabildo sospechaban entre sí. La idea de que era una venganza contra el ex deán corrió rápido: "Están muy crecidos desde el robo del Códice, quieren acusarlo", le dice a José María Díaz un interlocutor perfectamente identificado sobre otro que "empieza ya a pedir su dimisión".
En cuanto a posibles relaciones personales hay quien advierte: "hay mucha gente dentro algo enfermizos". También opinan de uno de los agentes madrileños: "no es buena persona, es poco cristiano".
Tras la detención de Manuel Fernández Castiñeiras y la localización del Códice Calixtino intacto en su garaje, así como casi 2 millones de euros en metálico, declaró el móvil: una venganza contra su otrora amigo el ex deán con quien durante muchos años mantuvo una relación de especial cercanía.
José María Díaz, que aseguró que fue "un robo por codicia y no por venganza" , renunció el pasado mes de diciembre a su cargo por motivos "personales". La marcha de la persona con más poder en la catedral de Santiago, se producía poco antes de un juicio que se suponía inminente y que ha ido postergándose.
Fernández Castiñeiras, un beato de misa diaria y que durante 25 años se paseó por la catedral con llaves de todos los aposentos, rechazó devolver el libro de forma anónima, y propició que se descubriera su gran patrimonio. Ahora quiere declarar, asegura que tiene mucho que decir -no adelanta nada sobre su caso, pero sí sobre sexo y relaciones homosexuales de la curia- y asegura que "todos robaban".
¿Despecho, venganza, codicia? ¿Tiene pruebas o es la técnica del ventilador? Y es que el electricista guardaba a modo de diario decenas de libretas y facturas con las que pretende probar ingresos millonarios.
El juez instructor de la causa, Vázquez Taín, aseguró en una conferencia en Ourense en respuesta a un sacerdote sobre posibles relaciones sexuales en la catedral, que "lo que no es objeto de delito hay que respetarlo igualmente, porque al tener, como hay en España, un sistema judicial de los más garantistas del mundo, cualquiera tiene derecho a negar, mentir o enfangar".
"Todo es lícito, y el deber de los
jueces de instrucción es separar la paja del grano para llegar a la
verdad", resalto. "Si hubiese un solo dato mínimamente creíble de un
abuso sexual a un menor, si yo estuviera de guardia tendría las
diligencias ya abiertas. Es evidente que ese señor está haciendo un
daño, pues el derecho al honor debe estar por encima de cuestiones como
la venganza".
Por lo pronto, además de la acción conjunta del
Cabildo de la Catedral contra el autor confeso del robo del Códice
Calixtino, después de que saliera a la luz el contenido de un escrito de
quince folios en el que Castiñeiras vierte duras acusaciones sobre
robos y prácticas sexuales en el templo, los religiosos a los que
menciona con nombres y apellidos, atribuyéndoles un papel en esos
episodios también le demandarán a título individual.
Así lo hacía público ayer el abogado que representa
al Cabildo, José Antonio Montero, que explica que la demanda de la
Catedral se apoyará en la vulneración del derecho al honor, la dignidad y
la fama, ya sea en vía penal o civil. Las denuncias particulares de las
personas a las que se cita con nombres y apellidos, e incluso
especificando su domicilio, se basarán en calumnias e injurias, un
delito que estaría agravado por el hecho de que al texto se le ha dado
publicidad.
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