El Papa renuncia por 'falta de fuerzas'
Joseph Ratzinger tiene toda una retahíla de achaques: en 1991 sufrió un ictus y con anterioridad ya padeció complicaciones cardiovasculares. Además, tiene problemas de hipertensión y, de hecho, muchos consideran que fue ésa la causa del posible desmayo que sufrió en 2009 durante unas vacaciones en las montañas del Valle de Aosta y que hizo que se rompiera la muñeca derecha. De hecho, Ratzinger sigue una dieta rigurosa y los médicos le han prohibido poner el pie por encima de los 2.000 metros de altitud. Es por ello por lo que los dos últimos años ha renunciado a pasar los veranos en la montaña para quedarse en Castel Gandolfo.
"Cuando un Papa alcanza la clara conciencia de que ya no es física, mental y espiritualmente capaz de llevar a cabo su encargo, entonces tiene en algunas circunstancias el derecho, y hasta el deber, de dimitir", aseguró el propio Benedicto XVI en 2010 al periodista alemán Peter Seewald en la larga entrevista publicada en forma de libro bajo el título 'La Luz del Mundo'. Y ese día ya ha llegado.
Además de los problemas de corazón, apenas ve por el ojo derecho, sufre un 50% de artrosis en la cadera derecha, padece hipertensión, se cansa cada vez más... Desde hace tiempo camina con bastón y utiliza una plataforma con ruedas empujada por empleados del Vaticano para desplazarse por la Basílica de San Pedro. En los últimos meses, siempre por motivos de salud, ha disminuido sus compromisos públicos, sus viajes y las audiencias.
En 2010, Benedicto XVI fue el primer Papa peregrino en ganar el jubileo compostelano luciendo la capa con la concha de vieira y la Cruz de Santiago.
Entre numerosos aplausos, el Papa entró por la Puerta Santa para rezar ante la tumba del Apóstol y abrazar su imagen. Dos mujeres compostelanas le ofrecieron la esclavina de peregrino, una capa con la concha de vieira y la Cruz de Santiago, que es símbolo del peregrinaje a Compostela, con la que ha iniciado de nuevo el recorrido hasta el Apóstol por la Puerta Santa, como un viajero más.
La faceta del viaje como peregrinación se simboliza
precisamente con su paso por la Puerta Santa, la entrada a la cripta,
donde el Papa ha rezado unos minutos, y el abrazo al Apóstol, un rito
que este Año Santo llevan a cabo miles de peregrinos cada día. Tras
esto, segundo discurso
del día. Nada más empezar, reconocimiento a los "sacerdotes,
seminaristas y religiosos". Ratzinger explicó que la presencia en Santiago no supone
visitar "un lugar cualquiera con sus tesoros, peregrinar significa salir
de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios donde él se ha
manifestado".
Con múltiples referencias al Apóstol, señaló que
cuando abrazó "su venerada imagen" había pedido "por todos los hijos
de la Iglesia". También reclamó a la comunidad cristiana que no deje de mantener "esas
obras que benefician a toda la sociedad y cuya eficacia se ha puesto de
manifesto en la crisis económica y en las graves calamidades naturales
que han afectado a varios paises. Con ese sentimiento pido al Altísimo
que os conceda la osadia de Santiago para ser testimonio de Cristo
resucitado".
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