Todas las caras del Códice
Quién es quién en el juicio por el robo de la mayor joya bibliográfica gallega
Una joya patrimonial de valor casi incalculable,
un robo que parecía una trama, una investigación larga y una
recuperación con sorpresa. Códice Calixtino, mucho dinero, la catedral
de Santiago y un robo que dio la vuelta al mundo. Con la instrucción
finalizada y con un juicio a las puertas la historia del caso Calixtino
tiene, cuando menos, definidos sus principales nombres.
El ladrón confeso
Manuel Fernández Castiñeiras. La detención de
Manuel Fernández Castiñeiras y su posterior confesión como autor del
robo del Códice fue más sorpresa para el público y los especialistas que
para una parte del cabildo y la policía. Religioso y callado, la
libertad con la que se movía por el interior de las dependencias de la
catedral de Santiago, su relación con el entonces deán y la constancia
con la que operaba, marcan una manera de ser que, cuando llegó la hora
de los interrogatorios, se acentuó hasta que le preguntaron si el Códice
estaba quemado. Para el ex deán, Fernández Castiñeiras era un buen
cristiano, pero para la policía es un hombre muy tranquilo que fue capaz
de disimular su robo y que encontró en la catedral un espacio a su
medida para actuar.
El ex deán
José María Díaz Fernández. La figura del ya
ex deán de la catedral ha llamado mucho la atención desde el momento
mismo de la desaparición del Códice Calixtino. Su labor de años como
archivero quedó ensombrecida de golpe por el robo del libro y después de
que la policía sugiriese que la custodia del patrimonio catedralicio no
era muy profesional. Sus relaciones con el autor confeso del robo son
uno de los puntos claves de la historia puesto que, según algunas
fuentes, el ladrón confeso fue durante muchos años un protegido del
entonces archivero, alguien de su confianza a quien se había contratado
casi por beneficencia y a quien el ex deán defendía. El que fue
archivero de la catedral se sentía a gusto con los medios de
comunicación pero, tras el robo y su recuperación, el Arzobispado de
Santiago le pidió que se abstuviera de hablar con los medios. Los
últimos cambios en el gobierno catedralicio sugieren que el anterior
deán pudo haberse excedido en algunas atribuciones o que su en su
mandato la administración de la catedral no fue todo lo diligente y
cuidadosa que cabía esperar.
El juez
José Antonio Vázquez Taín. Experto en la lucha
contra el narcotráfico y el crimen organizado, el magistrado ha tenido
en el robo del Códice el caso más importante de su vida. Si este juez ya
es conocido por involucrarse al máximo en las investigaciones de las
que se hace cargo, en este caso echó el resto y fue para él casi una
obsesión. Durante meses supo que Manuel Fernández Castiñeiras se había
llevado el preciado libro, pero retrasó su detención por miedo a que la
mayor joya bibliográfica gallega desapareciese para siempre. Cuando la
situación ya no dio para más, decidió arriesgarse y firmó las órdenes de
detención. La operación fue un éxito, pero la tensión fue tal que
Vázquez Taín no pudo evitar gritar «lo hemos encontrado» y llorar cuando
por fin sostuvo el Calixtino entre sus manos.
el policía
Antonio Tenorio Madrona. La experiencia
policial y la determinación y constancia del inspector jefe de la
Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional fueron vitales en
la resolución de un caso que él mismo aseguró que ha sido el más
importante de su carrera. No por la dificultad, pero sí por su
repercusión internacional y por lo que estaba en juego. Tenorio se
entendió a la perfección con Taín, formando un tándem fundamental para
la resolución del caso.
la abogada
Carmen Ventoso Blanco. Con despacho en
Vilagarcía, ha centrado su defensa en recurrirlo casi todo. Desde la
declaración que hizo Fernández Castiñeiras porque asegura que el juez le
hostigó hasta las grabaciones en las que el ladrón del Códice aparece
desvalijando la caja fuerte de la catedral compostelana, porque sostiene
que se incumplió con la ley de protección de datos. También exigió la
libertad de su cliente, que solo se ha admitido cuando se ha concluido
la instrucción del caso.
el fiscal
Antonio Roma Valdés. Experto en patrimonio y
uno de los fiscales con mayor experiencia y nombre de Galicia, tiene
fama de prudente y técnico. Su misión será demostrar que Manuel
Fernández Castiñeiras, además del admitido robo del Códice Calixtino,
también estuvo más de una década robando dinero de la caja fuerte de la
catedral.
la mujer
María Remedios Nieto Mayo. La esposa de
Fernández Castiñeiras está acusada de blanqueo de capitales y delitos
contra la intimidad por la presunta utilización del dinero robado en la
catedral de Santiago y por las cartas de vecinos y canónigos que les
encontraron en su casa.
el hijo
Jesús Fernández Nieto. Se sentará en el
banquillo por blanqueo de capitales. Asegura que no sabía nada del robo
del libro por parte de su padre. En las redes sociales presumía de gozar
de una buena posición.
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