La Casa del Deán abrirá sus puertas a los caminantes rehabilitada
Santiago.- Al aterrizar en Santiago, da la sensación de que las alas del avión acarician el bosque de eucaliptos que rodea el aeropuerto de Lavacolla, una plataforma vacía entre densos bosques y edificación dispersa, una constante del territorio gallego.
En el recorrido para llegar a la ciudad queda a la izquierda de la carretera la Ciudad de la Cultura, que primero asoma tímidamente en forma de cubierta curva para dejar paso, segundos más tarde, a la gigantesca actuación de Peter Eisenman, aún entre grúas.
Al llegar a la ciudad histórica, el paseo comienza por la alameda; de ahí, a la Rua do Vilar, para detenernos en el número 65, en El Suso, parada obligada para un café, un trozo de tarta, una caña o lo que se tercie. El Suso y su terraza es un lugar de encuentro para todos, con su suelo de terrazo de colores y la verja metálica que escribe el nombre del establecimiento con letras de pletina de hierro. Más adelante, nueva parada en el Café Casino (en los números 1 y 3 de la Rua do Vilar), rescatado de las tinieblas hace ocho años, barroco por donde lo mires.
La Casa del Deán es un palacio barroco del siglo XVIII vinculado al complejo catedralicio, en parte ahora rehabilitado por la oficina técnica del Consorcio de Santiago, que dirige Ángel Panero, para ampliar la oficina de atención al peregrino y mejorar la acogida y los servicios que el cabildo de la catedral prestará a las decenas de miles de peregrinos que se espera lleguen a ganar el jubileo caminando, en bicicleta o a caballo durante el próximo Año Santo Jubilar, en 2010. En la Rua do Vilar encontramos un gran portalón que da acceso al Patio de la Parra, núcleo del proyecto, un espacio cuya vegetación y correr del agua acogen al caminante y lo dirigen a las dependencias de la Casa del Deán: la oficina del peregrino (en un palacete anexo), una sala de estar (antiguas caballerizas) y la consigna de mochilas (viejo cobertizo del pozo).
El Patio de la Parra -accesible también desde la Rua Xelmírez a través de un estrecho callejón- es el auténtico centro de la intervención, que lo recupera tras años de uso como almacén. El único elemento vegetal preexistente, una gran parra que cubre la práctica totalidad del espacio, se preserva e incorpora al proyecto de acondicionamiento ambiental del patio (obra de la jardinera y paisajista Emilia Castro), que incluye especies tan diversas como la milenrama, el ajo, la manzanilla bastarda, el fento lengua ciervo, las mercedinas, la fresa, la gardenia, la xesta, el geranio, la hiedra terrestre o el avellano mágico.
Una intervención en el patrimonio realizada con la máxima sensibilidad. Madera, piedra y vegetación son los tres materiales que configuran las dependencias de la Casa del Deán, mientras que el Patio de la Parra y sus accesos son un corazón verde que constituyen un fugaz desahogo de miradas desde el bosque de piedra urbano de Compostela.
Proseguimos el recorrido, y la siguiente parada será la terraza de Literarios, un bar con sombrillas de color piedra en la escenográfica Praza da Quintana, que nos enamora dejándonos sin habla. El silencio se interrumpe sólo por la guitarra del jazzman del pasamontañas negro. Cierran la plaza la fachada de Casa da Conga y la fachada de la iglesia y el monasterio de San Paio.
Antes de regresar a mi ciudad, vuelvo al parque de San Domingos de Bonaval, una lección de sabiduría paisajística, donde los planos inclinados diseñados por los arquitectos Álvaro Siza e Isabel Aguirre entre hortensias, robles y castaños enmarcan trozos de ciudad entre planos verdes definidos por el programa: huerto, robledal y cementerio. Una perfecta adaptación a la topografía, en la que contrastan las formas de la ladera y la linealidad de los trazados de senderos y bancadas. Ocupa una superficie aproximada de 45.000 metros cuadrados, accesible principalmente entre el convento y el Centro Gallego de Arte Contemporánea, ocupando la antigua huerta de San Domingos, organizada en terrazas con viejos elementos arquitectónicos como muros (algunos, de considerable altura), fuentes, canales y pequeños aljibes, escaleras y algunas ruinas de estética romántica.
Con 14 grandes ventanales a tres calles en una sola casa, A Curtidoría es un lugar emblemático, situado en el inmueble que ocupó una tienda de curtidos y que mantiene al máximo su estructura original. Las amplias cristaleras permiten al comensal disfrutar del entorno del casco histórico en un espacio privilegiado dentro de la ciudad. Una casa del siglo XIX rehabilitada en tono minimalista jugando con la estructura original. Su cocina huye de elitismos y permite disfrutar de arroces, ensaladas, carnes y pescados deliciosos.
Albariño Castro Valdés. Denominación de origen Rías Baixas. Vino blanco monovarietal de esta bodega familiar situada a 20 kilómetros de Santiago. Elaborado en un valle de la ribera del río Ulla, goza de un suave clima atlántico de especiales condiciones para la viña de uva albariño. Un vino de color amarillo pajizo, limpio y brillante, con olfato fino e intenso en nariz, con notas a fruta blanca y un agradable fondo herbáceo. Sabroso, afrutado, con la acidez perfectamente ensamblada, aporta gran viveza con un final largo y persistente.
En el recorrido para llegar a la ciudad queda a la izquierda de la carretera la Ciudad de la Cultura, que primero asoma tímidamente en forma de cubierta curva para dejar paso, segundos más tarde, a la gigantesca actuación de Peter Eisenman, aún entre grúas.
Al llegar a la ciudad histórica, el paseo comienza por la alameda; de ahí, a la Rua do Vilar, para detenernos en el número 65, en El Suso, parada obligada para un café, un trozo de tarta, una caña o lo que se tercie. El Suso y su terraza es un lugar de encuentro para todos, con su suelo de terrazo de colores y la verja metálica que escribe el nombre del establecimiento con letras de pletina de hierro. Más adelante, nueva parada en el Café Casino (en los números 1 y 3 de la Rua do Vilar), rescatado de las tinieblas hace ocho años, barroco por donde lo mires.
La Casa del Deán es un palacio barroco del siglo XVIII vinculado al complejo catedralicio, en parte ahora rehabilitado por la oficina técnica del Consorcio de Santiago, que dirige Ángel Panero, para ampliar la oficina de atención al peregrino y mejorar la acogida y los servicios que el cabildo de la catedral prestará a las decenas de miles de peregrinos que se espera lleguen a ganar el jubileo caminando, en bicicleta o a caballo durante el próximo Año Santo Jubilar, en 2010. En la Rua do Vilar encontramos un gran portalón que da acceso al Patio de la Parra, núcleo del proyecto, un espacio cuya vegetación y correr del agua acogen al caminante y lo dirigen a las dependencias de la Casa del Deán: la oficina del peregrino (en un palacete anexo), una sala de estar (antiguas caballerizas) y la consigna de mochilas (viejo cobertizo del pozo).
El Patio de la Parra -accesible también desde la Rua Xelmírez a través de un estrecho callejón- es el auténtico centro de la intervención, que lo recupera tras años de uso como almacén. El único elemento vegetal preexistente, una gran parra que cubre la práctica totalidad del espacio, se preserva e incorpora al proyecto de acondicionamiento ambiental del patio (obra de la jardinera y paisajista Emilia Castro), que incluye especies tan diversas como la milenrama, el ajo, la manzanilla bastarda, el fento lengua ciervo, las mercedinas, la fresa, la gardenia, la xesta, el geranio, la hiedra terrestre o el avellano mágico.
Una intervención en el patrimonio realizada con la máxima sensibilidad. Madera, piedra y vegetación son los tres materiales que configuran las dependencias de la Casa del Deán, mientras que el Patio de la Parra y sus accesos son un corazón verde que constituyen un fugaz desahogo de miradas desde el bosque de piedra urbano de Compostela.
Proseguimos el recorrido, y la siguiente parada será la terraza de Literarios, un bar con sombrillas de color piedra en la escenográfica Praza da Quintana, que nos enamora dejándonos sin habla. El silencio se interrumpe sólo por la guitarra del jazzman del pasamontañas negro. Cierran la plaza la fachada de Casa da Conga y la fachada de la iglesia y el monasterio de San Paio.
Antes de regresar a mi ciudad, vuelvo al parque de San Domingos de Bonaval, una lección de sabiduría paisajística, donde los planos inclinados diseñados por los arquitectos Álvaro Siza e Isabel Aguirre entre hortensias, robles y castaños enmarcan trozos de ciudad entre planos verdes definidos por el programa: huerto, robledal y cementerio. Una perfecta adaptación a la topografía, en la que contrastan las formas de la ladera y la linealidad de los trazados de senderos y bancadas. Ocupa una superficie aproximada de 45.000 metros cuadrados, accesible principalmente entre el convento y el Centro Gallego de Arte Contemporánea, ocupando la antigua huerta de San Domingos, organizada en terrazas con viejos elementos arquitectónicos como muros (algunos, de considerable altura), fuentes, canales y pequeños aljibes, escaleras y algunas ruinas de estética romántica.
Con 14 grandes ventanales a tres calles en una sola casa, A Curtidoría es un lugar emblemático, situado en el inmueble que ocupó una tienda de curtidos y que mantiene al máximo su estructura original. Las amplias cristaleras permiten al comensal disfrutar del entorno del casco histórico en un espacio privilegiado dentro de la ciudad. Una casa del siglo XIX rehabilitada en tono minimalista jugando con la estructura original. Su cocina huye de elitismos y permite disfrutar de arroces, ensaladas, carnes y pescados deliciosos.
Albariño Castro Valdés. Denominación de origen Rías Baixas. Vino blanco monovarietal de esta bodega familiar situada a 20 kilómetros de Santiago. Elaborado en un valle de la ribera del río Ulla, goza de un suave clima atlántico de especiales condiciones para la viña de uva albariño. Un vino de color amarillo pajizo, limpio y brillante, con olfato fino e intenso en nariz, con notas a fruta blanca y un agradable fondo herbáceo. Sabroso, afrutado, con la acidez perfectamente ensamblada, aporta gran viveza con un final largo y persistente.
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