Texto íntegro de la ofrenda del Presidente de la Xunta con motivo de la Translatio
Año Santo Compostelano 2010 - Señor Santiago. Para llegar ante Vuestra presencia, hemos recorrido el mismo trayecto que han hecho multitudes de gentes anónimas. Una humanidad perteneciente a todas las épocas de la Historia, tras llegar exhausta a la plaza del Obradoiro, contempló extasiada la fachada catedralicia, atravesó el Pórtico de la Gloria y se postró ante Vos. Los rezos políglotas que oísteis, la emoción que os transmitieron los peregrinos, sus penas y anhelos, forman parte de estos muros. Hoy nos acompañan en esta ofrenda, en la que tengo el honor de ostentar la representación de Su Majestad el Rey Juan Carlos Primero de España.
Todos aquellos hombres y mujeres que aquí mezclaban sus nacionalidades, buscaban en Vos consuelo, esperanza y un vínculo que los hiciera partícipes de una obra colectiva. Es lo mismo que añora el peregrino de nuestro tiempo. Los avances tecnológicos, el bienestar o la conquista de la libertad, son logros necesarios pero insuficientes porque ninguno da una respuesta plena a las necesidades de la gente.
Esa carencia se acentúa en estos momentos de dificultad. Vuestra santa memoria tendrá registrados instantes similares en el discurrir de la historia. Guerras, catástrofes, hambrunas, epidemias. Un amplio catálogo de penurias que parecían presagiar una catástrofe irreversible. Sin embargo, mirando hacia atrás, observamos que han quedado como capítulos aislados en la larga biografía del ser humano.
Nuestros antepasados fueron capaces de sobreponerse, gracias a impulsos espirituales como el que emana del milagro jacobeo. Vos les regalasteis consuelo en sus tribulaciones, esperanza en el porvenir y un sentimiento de pertenencia a una comunidad global, la misma que Vos abarcasteis en Vuestras predicaciones; la misma que os trajo a este solar compostelano; la misma, en fin, que Os permite un patronazgo que supera todas las fronteras. 2
A las puertas del 2010, esos lazos capaces de anudar en una energía común a hombres y mujeres diversos, se ha convertido en un requisito para afrontar los desafíos de nuestros tiempo. La España que habéis visto crecer hasta llegar a esta madurez democrática, precisa afianzar una unidad solidaria entre su rica diversidad de territorios. Esa Europa que tuvo y tiene su arteria principal en Vuestro Camino, no puede detener sus pasos hacia una mayor integración política y económica. La Comunidad Internacional ha hacer honor a su nombre para mancomunar soluciones a problemas de diversa índole.
Esa red de vínculos ha de basarse también en la cultura y la espiritualidad. De ahí que la celebración del Año Santo llegue en un momento especialmente oportuno. Como sucedió en otras encrucijadas de la Historia, Galicia vuelve a ser un punto de referencia, un faro capaz de orientarnos en medio de la niebla, una respuesta al hombre y la mujer de hoy que sienten su personalidad incompleta.
Noso Señor Santiago. Grazas a Vos, Galicia é de novo un centro, un principio e un destino. As suas xentes volven a compartir con todo o mundo o tesouro que aquí chegou coa Traslación que hoxe conmemoramos. Fanno coa mesma convicción que o fixeron os nosos antepasados: sabendo que hai un Camiño espiritual moito mais longo que o xeográfico, sen limites no tempo nin no espazo, un Camiño que compre percorrer para que os homes de hoxe se atopen consigo mesmos.
Este país hospitalario e aberto ao mundo, sigue a precisar da Vosa intercesión para non caer no desacougo, e ver na unidade a garantía da sua forza. Durante moitos séculos, Santo Apóstolo, a Vosa Catedral e o Voso sartego foron os únicos símbolos comúns de Galicia. Os galegos de lugares distantes, illados pola orografía, pensaban en Santiago para sentirse parte dun mesmo pobo. A Vosa presenza deulle corpo i espiritu á nacente idea da galeguidade.
E así, os galegos imaxinaron un país fermoso e armónico coma a fachada do Obradoiro, intimo como a Quintana, espléndido como o Portico da Gloria, maxestuoso e paternal como a Vosa santa imaxe. Viron, en fin, na catedral un anticipo do que sería unha Galicia democrática e autogobernada. Acadado ese 3
anceio, compre non esquecer que nin a vosa casa é imaxinable esgazada en trozos diferentes, nin a nosa terra se concibe sen a unidade dos seus homes e mulleres.
No limiar deste Xacobeo 2010, pido humildemente para eles a Vosa protección. As suas inquedanzas tamén están aquí, na compaña do sentimento que neste santo lugar quedou despois do paso desa humanidade peregrina. Solicito que o amparo apostólico chegue a todos os españois, e se extenda a todo mundo, inspirando o entendemento e maila paz. E prego as Vosas bendicións para o noso Monarca e sua familia, garantes do milagre democrático da España moderna.
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