lunes, 13 de abril de 2009

Con palabras ajenas

Santo Domingo de la Calzada

Por Pablo Arribas Briones
En el discurrir sobre la vida de este santo burgalés, hagiógrafos y tratadistas, solo coinciden en dos datos: su muerte, un 12 de mayo de 1109, y el reconocimiento de su indiscutible primacía santiaguista, como santo constructor y maestro, consejero y hospitalario. Juan José Saezmiera, historiador calceatense y poeta, ha acertado al decir que la inmensa obra de este hombre personifica toda una civilización cristiana y es una de las empresas más grandes de la Edad Media.
En el último número de la revista Peregrino aparece entre los «diez personajes históricos» más nominados por los romerosde hoy por su importancia en el Camino de Santiago (dato curioso es que también figuran tras él otros dos burgaleses, por el siguiente orden, don José María Alonso Marroquín y San Juan de Ortega.
De este último y de su estrecha relación con Santo Domingo, mi entrañable don Nicolás López Martínez, diría: «Eran almas gemelas y realizarán empresas idénticas». El de Ortega, fue, en efecto, su más aventajado discípulo y ayudador hasta la muerte del maestro en la ingente tarea de construir y reparar puentes y calzadas al servicio de los peregrinos en el camino francés).
En Santo Domingo de la Calzada; todo se ha movilizado y remozado para una gran efeméride: pavimentos, plazas, exposición con piezas del Vaticano, nuevo y sorprendente hospital de peregrinos, monumentos, amplia leva para el voluntariado, hasta bodegueros riojanos (a doce euros la botella muy bien presentada con la imagen del Santo).
El gallo, más cantarín que nunca, afinando su quiquiriquí para la recepción de un delegado del Sumo Pontífice acompañado de Rouco Varela y de autoridades civiles del máximo rango.
¿Qué ocurre? Que el 12 de mayo se conmemora el noveno centenario de la muerte de su Santo. Que han organizado, con la colaboración de todos y de manera envidiable, el Año Jubilar Calceatense (1 mayo 2009/12 mayo 2010) y que se nota en todos los ámbitos.
Y en Burgos ¿qué?. Esa flamante Comisión del Camino de Santiago para Castilla y León (en Cultura, yo mismo inicié hace 20 años los trámites para la protección cultural de la casa del Santo, en Viloria de Rioja, antes de que su dueña ordenase derribarla).
Esa Diputación, tan atenta a cualquier evento conmemorativo. El Ayuntamiento de Burgos: el 2016, el Camino de Santiago Patrimonio de la Humanidad (el Santo más popular y universal del Camino, en Burgos ni siquiera tiene una calle). La Fernán González: estamos ante un coetáneo de El Cid, que venía a Burgos a rendir cuentas ante Alfonso VI de la ejecución del encargo de aderezar los puentes del Camino desde Logroño hasta Santiago de Compostela.
La UBU, con su concha jacobea en el escudo; pero, ojo con su desmitificador oficial, no nos vaya a venir con qué sin el milagro del gallo y la gallina nuestro santo caminero sería «un don nadie», o se apunte en la nómina de quienes situaron a Viloria en Italia. La santa Iglesia, para la que Saezmiera ha dejado dicho que: «Domingo, el de Viloria, el Santo, no ha sido del todo estudiado y, menos aún, comprendido.
Bien por el Colegio Nacional de los Ingenieros de Caminos, de quienes, por obvias razones, es patrono y que, al fin, nos va a dar una buena noticia, y bien por los Rotarios de Burgos, con la escultura del puente de Malatos. Pero solo el hospitalario y discutido santiaguista brasileño, Acacio, con la italiana Orieta, en la cuna del Santo, en Viloria de Rioja, está haciendo los preparativos del centenario de Santo Domingo: una modesta exposición sobre las manos del Santo.
Me dice, «todo lo del Camino lo hizo con sus manos, no con los pies». De ahí que sea una reproducción de las manos edificantes el centro del homenaje para el que está gestionando la presencia de su amigo Paulo Coelho.
Mientras tanto, las ruinas de la casa natal de Santo Domingo clamando al cielo. Manuel Fidel Eraña, el heroico defensor de nuestro Santo Caminero, ha hecho todo lo divino y humano a lo largo de los últimos seis lustros, por reivindicar esta figura burgalesa y la reconstrucción de su casa natal en Viloria de Rioja (yo le he ido a la zaga hasta en las frustraciones).
Y es que Santo Domingo de la Calzada, imposible un pueblo con un nombre más jacobeo, hasta el punto de que «antes de nacer como tal, tiene una misión que cumplir», es, a su vez, el pueblo más burgalés de toda La Rioja, compartiendo de hecho con Belorado la capitalidad de La Riojilla burgalesa. Simpático y acogedor. Con el comercio tradicional más atractivo que uno puede imaginarse.


En este ambiente de proximidad, de antiguos caminos que acercan, me sorprende que, pese a la feliz coincidencia de todos en reconocer como un logro de nuestro Presidente, Juan Vicente Herrera (de manifiesta vocación jacobea), su talante de hombre de diálogo y óptima colaboración con las Comunidades vecinas, eventos camineros como el que comento, al que podemos y hasta creo tenemos la obligación de sumarnos, nos pillen como a las vírgenes necias del Evangelio.
Los calceatenses son acogedores y generosos, pero, a la hora de compartir no son tan ilusos como para hacerlo sin que tan siquiera se les solicite. Más aún, en tiempos de crisis, las circunstancias fuerzan a que las instituciones hagan de trapero de todas las oportunidades de desarrollo y, en último y desvergonzado extremo, las que nos dan los siglos y nuestro Santo Caminero no pueden desaprovecharse.
«El más europeo de los caminos», como me anticipé a decir hace 46 años, debe unir. Nos faltan humanistas y nos sobran burócratas a la expectativa solo de poner objeciones a propuestas. No es lo que desea nuestro presidente cuando ha dicho que, «a trabajar con diálogo y orden». Mi trabajo ahora es dar estos aldabonazos deseando que sirvan para que esta discreta Cabeza de Castilla baje de la higuera, se espabile y se sume, como es su obligación al Centenario de Santo Domingo de la Calzada.
(Leído en Diario de Burgos de 13-4-2009)

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